El ciclo de las nuevas variedades
Arantxa Grande Mainar
Responsable de I+D
Agromonegros S.A.
Cuando digo que soy Ingeniera Agrónoma y me dedico a obtener nuevas variedades de cereal muchos muestran curiosidad y me preguntan cómo se hace eso. Ahora tengo la oportunidad de explicar mi experiencia laboral en el mundo de las semillas de forma detallada y sencilla, ¡espero!
Llevo más de una década trabajando en Agromonegros S.A, una empresa familiar que se dedica al mundo del cereal desde 1980. Además de la venta de semilla certificada, está focalizada en obtener variedades de cereal propias, objetivo que estamos llevando a buen término gracias al trabajo de todo el equipo.
Mi trabajo se puede considerar cíclico, de ahí que no sé muy bien si mi año empieza el 1 de enero o el 1 de julio, al empezar a organizar la siembra de otoño.
Con los datos de la temporada anterior planifico las variedades que salen o entran de los ensayos para seleccionar las mejores líneas en cada tipo de zona de cultivo. Ensayamos muchas líneas y con distintas finalidades.
Por ejemplo ensayos por agronomía de doble haploide combinados con semillas nuestras y de la competencia junto con testigos oficiales para poder hacer comparativas. Los DH de primer año los siembro en surcos, tenemos un convenio de colaboración con el CSIC, que son quienes realizan los cruzamientos a partir de parentales seleccionados por nosotros y nos proporcionan los doble haploides (DH). También tengo que considerar los que se encuentran en diferentes fases de desarrollo y las líneas que decido que se enviarán a registro, que normalmente están en diferentes años de preparación. Cada una va con sus familias, sembradas en espiga-surco, y con sus bandas, ya que siempre el registro es el objetivo final de la investigación.
De nuestras variedades comerciales planifico la siembra de las que tenemos que hacer conservación, para seguir generando semilla para vender. Sembramos su material parental y bandas de PB4. Y, por último, para asegurar la perfecta calidad de la semilla certificada planifico un ensayo de post-control, partiendo de una muestra de cada lote que producimos de semilla certificada, donde en primavera se observarán las plantas fuera de tipo.
Actualmente realizo cuatro ensayos en diferentes zonas climáticas repartidas por la geografía aragonesa: secano árido, secano fresco, secano frío y regadío. Cada ensayo consta de cuatro repeticiones en el que se incluye cebadas, triticales, trigos blandos y duros.
Terminada la fase de planificación, tengo que trasladar la información del papel de la oficina al laboratorio y sus equipos. Hay que trillar espigas y guardar cada una en un sobre, para hacer el método espiga-surco, que consiste en sembrar cada surco con los granos de una única espiga. Después hay que seleccionar, limpiar, tratar, pesar y guardar en sobres las semillas de cada una de las líneas que irán a los ensayos de valor agronómico.
Durante este periodo estival en la empresa también se selecciona la semilla para la producción de semilla certificada. Realizo análisis, actas y muestreos para los sobres de post-control, tomando una muestra de unos 250gr de cada lote.
Con la llegada de septiembre empiezan las visitas comerciales, dando inicio a la campaña de venta de semillas. Por la parte de investigación, es el momento de seleccionar, con ayuda de los colaboradores, los campos donde haremos los ensayos. Y ahora que ya conozco el terreno, y partiendo de la planificación inicial, puedo hacer el diseño de ensayos.
En octubre empieza el jaleo de trabajo. Por muy ordenado, preparado y planificado que lo tengas siempre se produce el caos… Las redes oficiales de ensayos, como GENVCE (Grupo para la Evaluación de Nuevas Variedades de Cultivos Extensivos en España), publican sus resultados. Y también ven la luz los datos del Registro (Oficina Española de Variedades Vegetales). Así que a última hora toca ampliar variedades a ensayar, lo que conlleva solicitar semillas a casas comerciales y reajustes en la planificación. Y a su vez, las Comunidades Autónomas nos hacen sus pedidos de semillas para sus ensayos oficiales. También recibimos solicitudes de cooperativas y empresas particulares. ¡Y la campaña de venta de semillas certificadas está en pleno auge durante este mes! Así que hay que organizar todos estos envíos y gestionar las recepciones a la vez que se empaquetan cuidadosamente las semillas para ensayar.
Ahora toca mirar al cielo, porque si el tiempo lo permite, sembramos en las fechas acordes a la ubicación del ensayo. Así a finales de octubre empezamos por los secanos áridos y terminamos a finales de noviembre con el regadío. Estos últimos son los que más tiempo requieren porque contienen la mayor carga de material genético con la que trabajamos actualmente: prebases, DH en diferentes años de investigación, líneas de registro, bandas y post-control.
Una vez terminada la siembra parece que puedes darte un respiro, ¡pero corto! Aquí comienza mi parte preferida: el trabajo de campo. Me preparo un cuaderno de campo para cada uno de los ensayos y allí voy apuntando las fechas de las visitas, observaciones generales y en detalle alguna de las repeticiones. Al principio de la campaña las visitas son más distendidas. Principalmente hay que comprobar que ha germinado correctamente y que no se ha producido ningún error de siembra.
A medida que el cereal empieza a ahijar, la frecuencia de las visitas aumenta para comprobar la adaptación al terreno, control de malas hierbas, riegos a realizar. También seguimos de cerca si hay aparición de enfermedades y cómo evolucionan (Roya, Rincosporium…)
En este mes primaveral, que aproximadamente transcurre entre mediados de abril y mayo, el trabajo llega a su máxima plenitud. Hay que controlar muchos factores en todos los ensayos que están en marcha: fechas de espigado, alturas, encamados, maduración de las espigas, enfermedades… Y nos dedicamos a tareas propias de esta época: depurar, marcar los surcos, observar comportamientos de crecimiento y elegir el material susceptible de seguir siendo ensayado al año siguiente. Además, nuestras colaboraciones con organismos como GENVCE u OEVV exigen visitar otros ensayos por todo el territorio nacional.
Durante toda la primavera prestamos especial atención a las parcelas de multiplicación de semilla certificada de la empresa. Visitamos cada campo, hacemos controles documentados e inspecciones.
A principio de junio… ¡por fin llega el momento de la cosecha! Y de nuevo la organización, el control y el orden son claves en esta fase: cada parcela de ensayo a su saco; cada surco de la siembra de espiga-surco, cogidos a mano, a su caja; cada variedad de las parcelas de multiplicación a su silo. Una vez que el material está en nuestros almacenes, toca volver al laboratorio. De los ensayos se pesa cada muestra para obtener el rendimiento y se toman datos de proteína y pesos específicos. Así genero estadísticas de los datos agronómicos, que junto con la información del cuaderno de campo, me sirven para obtener mis conclusiones, con las que puedo cerrar la campaña de ensayos.
Finalmente, analizo las líneas destinadas a registro, que están fijadas porque a lo largo de 5 ó 6 años han sido observadas, multiplicadas y depuradas. A pesar del trabajo de todo el año, hay líneas que se rehúsan debido a enfermedades o por dudas en cuanto a homogeneidad o producción. Sólo las que cumplen con todos los requisitos se envían a registro.
Y ya he terminado el ciclo. Pasado el año tengo otra vez todo el material preparado y la información necesaria para volver a planificar y organizar los ensayos del siguiente año laboral.
Este es el día a día, año tras año, del trabajo para la obtención de variedades de semillas. Sin duda el esfuerzo se ve recompensado en forma de semillas de cebada (Icaria, Forcada, Pirene, Baliner) y de trigo (Aneto e Iberus), que como investigadora me hacen sentir orgullosa de mi trabajo, y son la motivación para empezar otro año laboral con renovadas ilusiones.