El riego de los cereales en Aragón

oye-closed - 27 Jun, 2019

 Enrique Playán
Estación Experimental de Aula Dei - Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

La modernización de los regadíos de España nos va dejando cifras impresionantes. Según el Ministerio de Agricultura Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), se han invertido 3.815 millones de euros públicos y privados desde el año 2000 para modernizar redes colectivas en un millón y medio de hectáreas. Además, uno puede estimar que los agricultores han invertido más de cinco mil millones de euros en cambiar sus sistemas de riego en parcela. Estas inversiones han permitido pasar de un 42% de riego por gravedad a un 26% en el corto periodo de tiempo que va de 2002 a 2016. El riego por aspersión ocupa un 25% y el 49% lo ocupa el riego por goteo. En el contexto de Aragón, la modernización de los regadíos ha tenido una repercusión muy importante en los cultivos extensivos (que han pasado de la gravedad a la aspersión), porque los cultivos leñosos y las hortalizas ya se estaban produciendo muy mayoritariamente con sistemas de riego presurizado.

El MAPAMA realiza anualmente una encuesta de superficies y rendimientos de cultivos. Según esa encuesta, en 2016 los cereales de regadío en Aragón representaron 211 mil hectáreas, frente a las 88 mil hectáreas de los cultivos forrajeros, las 53 mil hectáreas de los frutales, las 22 mil hectáreas que se reparten a partes iguales el olivar y el viñedo, y las 7 mil hectáreas de las hortalizas. Con estas cifras uno puede concluir que donde nos jugamos la parte más importante del agua de riego es en los cereales, que ocupan un 52% del regadío aragonés. Aragón tiene una importante vocación por los cultivos extensivos de regadío, y esto se traduce en que la distribución de los sistemas de riego es diferente de la que tiene el conjunto de España. En Aragón el riego por gravedad todavía ocupa el 47% del regadío, mientras que la aspersión ocupa el 38% y el goteo está en un 15%.

El riego por gravedad de los cereales en Aragón tiene dos nichos fundamentales: los regadíos tradicionales de ribera y los proyectos de regadío de intervención estatal. En estos dos tipos de regadíos, la modernización tiene en general un amplio recorrido. El riego por gravedad tiene en estas zonas una eficiencia muy variable, entre el 40 y el 90%, dependiendo de los suelos, del caudal de riego y de la nivelación, principalmente.

Los agricultores no perciben la baja eficiencia como el principal problema del riego por gravedad. Lo que sí perciben es que es un riego lento y que necesita atención 24 horas al día. Además, la baja frecuencia de riego hace que a menudo los rendimientos sean bajos, costando pasar de cinco mil kilos por hectárea en cereales de invierno y de diez mil kilos por hectárea en maíz. Desde el punto de vista ambiental, estos riegos pueden acarrear una importante carga contaminante, de más de 100 kilos por hectárea de nitrógeno nítrico al año. No todo son problemas en el riego por gravedad: allí dónde la eficiencia supere el 80% los rendimientos pueden ser elevados y la contaminación será baja. Si a esto añadimos que el riego por gravedad en general no necesita bombear el agua, podemos tener una solución sostenible en algunos casos. De hecho, hay experiencias muy satisfactorias en la ribera del Ebro de modernizar el riego por gravedad, creando un riego por gravedad moderno, rápido y eficiente. Sin embargo, en la mayoría de estas zonas con vocación cerealista, la modernización cambiará en riego por gravedad por el riego por aspersión.

Los regadíos de ribera merecen mención especial. Estos regadíos han sido la base de nuestra seguridad alimentaria durante siglos, y atesoran muy importantes valores ambientales, históricos y paisajísticos. Además, los regadíos de ribera generan muchos servicios ecosistémicos, como la protección contra avenidas, biodiversidad, interfaz con ecosistemas acuáticos y espacios de esparcimiento social. El paisaje de estos regadíos, las acequias que los alimentan y sus caminos rurales son un patrimonio social y ambiental en sí mismos. Es por ello que su modernización es un problema que va más allá de la producción de cereales.

El riego por aspersión de los cereales aragoneses comenzó tímidamente con el progreso de los proyectos nacionales de Riegos del Alto Aragón y Bardenas en los años setenta y ochenta, y siguió con el impulso modernizador del canal de Aragón y Cataluña en los ochenta. Hoy, ésta es una tecnología que los agricultores conocen muy bien, y que se muestra muy productiva. Con eficiencias de riego superiores al 80%, es posible producir más de siete mil kilos por hectárea de cebada y trece mil de maíz. Cuando estos dos cultivos se encadenan en un año, se puede llegar a veinte mil kilos de grano por hectárea y año. La contaminación por nitratos de una zona de estas características estará en general bastante por debajo de 50 kilos por hectárea de nitrógeno.

Si bien estas cifras de productividad de la tierra (kilos por hectárea) resultan muy altas en el contexto mundial, es cierto que la productividad por unidad de agua de riego (Euros por metro cúbico) es baja. Es por ello que veo necesario terminar este texto con una defensa de la cadena de valor de los cereales en Aragón… es la cadena de valor lo que debe de justificar el riego de estos cultivos en un contexto de creciente escasez de agua. Por poner un ejemplo, no debemos olvidarnos de la importancia de la ganadería en Aragón, y en particular, de la producción porcina. En una Comunidad con una población de un millón doscientos mil habitantes viven más de siete millones de cerdos. Aragón, que ha exportado animales vivos durante décadas, ahora tiene una creciente industriade procesado de la carne. Los cereales aragoneses son los preferidos de los ganaderos por su alta calidad y por estar libres de daños por transporte intercontinental. El regadío de los cereales debe de justificar su consumo de agua de riego a través de su calidad y su valor estratégico para un sector cárnico en pleno crecimiento, dinámico y exportador.

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