La información clave para la agricultura cerealista / Gerardo Torralba
Gerardo Torralba
Servicios Técnicos ASAJA Huesca
gtorralba@asajahuesca.es
La agricultura, como cualquier otro sector económico, está sujeta a constantes desafíos y retos variables. En el caso del sector cerealista estos pasan por la necesidad de mantener la rentabilidad de las explotaciones en un mundo globalizado, con un comercio a escala mundial en el que no todos juegan con las mismas reglas del juego.
Si a esto le sumamos las limitaciones en el desarrollo de nuevos productos fitosanitarios, la aparición de nuevas plagas, enfermedades y malas hierbas, las restricciones en el uso de fertilizantes orgánicos y minerales en determinadas zonas, los bandazos en la aplicación de la Política Agrícola Común, y la cada vez más complicada oportunidad de ampliar la base territorial de las explotaciones.
A todas estas condiciones de partida se enfrenta cada campaña de siembra el agricultor cerealista. Para superarlas con éxito cuenta con dos herramientas fundamentales: la formación y la información.
Nuestra comunidad autónoma es privilegiada para adquirir formación agraria, bien a través de estudios universitarios, de formación profesional, o través de la formación continua que realizan, entre otros, las Organizaciones Profesionales Agrarias.
Respecto a la información son numerosas las fuentes donde se puede acceder a ella, sin bien no en todas ellas se da la información útil, la veraz.
La información es clave para asumir los retos anteriormente mencionados, y al constante cambio al que nos enfrentamos.
Si echamos la vista atrás podemos ver los cambios tan importantes que se han producido en la agricultura cerealista, a pesar de que en su día parecieran quimeras o destinados a grandes explotaciones, en lugar de a la mayoría de los agricultores.
La necesidad de ahorrar costes, de adaptarse al cambio climático, de reducir el tiempo en las labores agrícolas, trajeron las técnicos de mínimo laboreo y de siembra directa. Tras unos inicios titubeantes y no exentos de dificultades, podemos afirmar que son unas técnicas mayoritarias en la zonas áridas de Aragón, con excelentes resultados, y ampliamente extendidas en los secanos subhúmedos de las Hoyas y Somontanos.
La rotación de cultivos, olvidada años atrás, volvió con fuerza al redescubrir la necesidad de romper ciclos de plagas, enfermedades y malas hierbas, así como de recuperar la fertilidad del suelo con la introducción de especies mejorantes.
El creciente uso de la fertilización orgánica, unido al crecimiento de la cabaña ganadera intensiva, con una mejor dosificación de las cantidades aportadas, y en la mejor época para el aprovechamiento por parte del cultivo.
La realización de dobles cosechas en los regadíos modernizados por aspersión, con el aumento exponencial de producto puesto en el mercado, para que se el inicio de un ciclo económico que cada vez es más apreciado.
La reducción en las materias activas para combatir plagas y enfermedades, así como el menor desarrollo de otras nuevas, obliga a evitar la aparición de resistencias a las materias ya existentes, con un cambio en los productos empleados de una campaña a otra, observación continua de los problemas existentes en parcela y planificación de siembras a corto y medio plazo.
Detrás de estos ejemplos anteriormente citados, y a los que podríamos sumar muchos más, hay un agricultor que observó, preguntó, se informó y adaptó la información obtenida la realidad de su explotación.
Es un compromiso y una obligación de todos aquellos que formamos parte del sector primario que se disponga de esta información veraz, eliminando el “ruido de fondo” y los rumores a los que estamos tan acostumbrados hoy en día. Con el concurso de todos los agentes intervinientes, organizaciones profesionales agrarias, cooperativas, administraciones autonómicas y estatal, es un reto fácilmente superable, y que nos dará la posibilidad de seguir hablando muchos años más de nuestro sector cerealista.