Los servicios ecosistémicos de los suelos / David Badía

oye-closed - 28 May, 2018

David Badía Villas
Departamento de Edafología y Química Agrícola
Escuela Politécnica Superior de Huesca

Los suelos constituyen la base para el desarrollo de la agricultura, de funciones esenciales de los ecosistemas y para la seguridad alimentaria y, por tanto, son claves para la vida en la Tierra (68ª Asamblea General de las Naciones Unidas). A través de la actividad agraria obtenemos del suelo alimentos para el hombre y el ganado (tubérculos, bulbos, hojas, frutos, semillas, ...), fibras con los que elaborar tejidos e incluso  biocombustibles. Un buen uso del suelo agrícola debe permitirla obtención de estos productos sin afectar a la calidad del propio suelo y del agua que, tras drenar, va a parar a los ríos o embalses. En este sentido, la correcta aplicación de los fertilizantes, acorde con la demanda del cultivo, así como la utilización de fitosanitarios modernos, capaces de degradarse rápidamente, es fundamental. Al cultivo se le suministran nutrientes asimilables a través de la fertilización mineral, lo cual tiene una fuerte incidencia en la cantidad y calidad de la cosecha. Por ejemplo, el suministro adecuado de nitrógeno edáfico se relaciona con el contenido en proteínas de la cebada cervecera, lo que condiciona su aptitud en maltería. También una adecuada disponibilidad de potasio en el suelo incrementa el azúcar y la calidad del mosto y el vino. Los desequilibrios nutricionales (por ejemplo de fósforo, calcio…) son frecuentes en frutales y hortícolas que crecen sobre suelos afectados por sales, ya sea por reducir su disponibilidad o aumentar la competencia con otros iones (Cl-, Na+) a nivel de absorción radicular. En el eficaz suministro de nutrientes al suelo van jugando un creciente papel los microorganimos del suelo (RD 999/2017). Y es que la biota del suelo desempeña un papel crucial en el adecuado funcionamiento de los ciclos biogeoquímicos, y en el control del crecimiento vegetal. La cuarta parte de la biodiversidad del planeta Tierra se localiza en el suelo, y de este amplio reservorio genético están derivando nuevos productos fertilizantes. 

Además de un eficiente aporte de nutrientes del suelo al cultivo, la gestión de la fertilidad debe perseguir una mejora global de las propiedades agronómicas y asegurarse la estabilidad frente a procesos degradativos como la erosión, la salinización, la compactación; todo ello con conocimiento del tipo de suelo bajo las condiciones técnicas, socioeconómicas y medioambientales de cada momento. En la mejora global de las propiedades del suelo (www.cienciadelsuelo.es) tiene una gran incidencia su contenido en carbono orgánico; éste se relaciona positivamente con la estabilidad estructural, la capacidad de retener agua y nutrientes, con la actividad biológica, etc. Los  primeros 30 centímetros del suelo contienen alrededor de 680.000 millones de toneladas de carbono, valor ligeramente superior al total del carbono almacenado en la vegetación y el doble del presente en la atmósfera (según el mapa Mundial de Carbono Orgánico del Suelo, elaborado por FAO). Con estas cantidades y sus tasas de renovación, el manejo que se haga del suelo tiene su trascendencia, no solo en sus propiedades sino también sobre el clima. Acciones como moderar el laboreo, enterrar residuos de cosecha o enmiendas orgánicas de calidadpueden mitigar el efecto invernadero. También realizar las quemas prescritas en pastos de puerto con alta humedad edáfica minimiza las perdidas de carbono del suelo (fuegosol.weebly.com).

El suelo sano contribuye al buen funcionamiento de la cadena alimentaria y también del ciclo del agua. Las propiedades físicas del suelo (porosidad, permeabilidad), químicas (adsorción, reacción) y biológicas (metabolismo) le permiten jugar un papel clave en el filtrado del agua, la recarga de acuíferos y en la regulación del régimen hídrico de ríos y barrancos. Los suelos almacenan agua tras un lluvia o un riego cediéndola a la planta a lo largo de los siguientes días y semanas. La falta de suelo y cubierta vegetal en un área determinada incrementan el agua de escorrentía, su velocidad y capacidad erosiva. Los suelos actúan también como una modesta depuradora biológica, de forma que cuando un vertido se aporta al suelo pueden degradarlo o inmovilizarlo. Cuando un compost, lodos de depuradora, purines u otros residuos orgánicos (de origen urbano, industrial o ganadero) son aplicados al suelo para tratar de aprovechar su contenido orgánico y mineral, debe considerarse su localización en el territorio (zonas vulnerables), la forma y época de aplicación pero también las características del perfil edáfico, con gran heterogeneidad en Aragón (www.suelosdearagon.com). Superar la capacidad de recepción de residuos que tiene el suelopuede suponer la contaminación del agua y la producción de alimentos de baja calidad.

Junto a las citadas funciones del suelo debe recordarse que en el suelo se pueden identificar morfologías, componentes y procesos de climas pasados (paleosuelos) que nos ayudan a interpretar los cambios climáticos y de uso del territorio, lo que sirve para la reconstrucción de la historia de la humanidad.

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