Carlos Lozano
Centro de Sanidad y Certificacion Vegetal
Gobierno de Aragón
cmlozano@aragon.es
Colaborador: Emilio Betrán Escartín
Centro de Sanidad y Certificacion Vegetal
Gobierno de Aragón
ebetrane@aragon.es
Otros Colaboradores: Todos los técnicos del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal
La evolución económica y social ha situado a la preservación de la salud como una cuestión prioritaria para las sociedades más avanzadas. De la misma forma, la sanidad vegetal, definida como el estudio de los problemas o alteraciones que afectan a las plantas, debe ser reconocida como algo fundamental, tanto para el mantenimiento de la actividad agrícola como para el de los ecosistemas. La sociedad ha de ser consciente de que sin sanidad vegetal no hay producción, ni calidad ni actividad económicamente rentable y sostenible y que por tanto la producción de alimentos dependerá de que se pueda garantizar la sanidad vegetal.
Se trata por lo tanto de un bien común, una cuestión de interés general para el conjunto de la sociedad, que interesa preservar, tanto por los productores, como por los organismos públicos encargados de garantizar aspectos fundamentales como la soberanía alimentaria, la preservación de la biodiversidad, etc.
En la actualidad ya sea en forma de patógenos, insectos o agentes contaminantes, las amenazas viajan cada vez más rápido y a puntos más alejados, haciendo más difícil que se pueda responder de una forma eficaz y oportuna. Es por ello que existe un interés creciente por parte de las administraciones públicas en conocer la situación sanitaria a nivel general, pero también de lo que ocurre a nivel de explotación. Garantizando la vigilancia del territorio la administración podrá actuar de forma más rápida y eficaz.
Además los métodos que existen para combatir las plagas y enfermedades, pasan en muchas ocasiones por la utilización de productos fitosanitarios, cada vez más cuestionados por buena parte de la sociedad, pero que siguen siendo necesarios para garantizar la protección de los cultivos, de la misma forma que los medicamentos lo son para preservar la salud de las personas; Es necesario por tanto tener cada vez más información sobre umbrales de tratamientos, formas y momentos de aplicación, posibles efectos..., y de esta forma poder seguir utilizándolos de forma justificada y racional.
Resulta además imprescindible contar con canales adecuados de comunicación con los productores y asesores, para que puedan evaluar toda esta información sobre la situación y la evolución de plagas y enfermedades y sea tenida en cuenta a la hora de tomar decisiones; Cuanta más información se posea más fácil será aplicar la Gestión Integrada de Plagas.
La vigilancia por lo tanto es la base tanto para que los agricultores decidan qué métodos de control deben utilizar y en qué momento, como para que las Administraciones Públicas puedan planificar medidas y adoptar estrategias ante cualquier situación de riesgo fitosanitario.
Desde la Comunidad Autónoma de Aragón se viene realizando durante los últimos años un importante esfuerzo, tanto de medios personales como económicos, para apoyar a las ATRIAS; Agrupaciones para Tratamientos Integrados en la Agricultura.
Las ATRIAS son entidades constituidas por titulares de explotaciones agrarias que contratan a servicios técnicos especializados en sanidad vegetal, garantizando de esta forma, el fomento de la gestión integrada contra las plagas en los diferentes cultivos, aumentando con ello la seguridad del consumidor y el respeto al medio ambiente.
Tras la puesta en marcha hace más de 30 años de estos servicios técnicos de apoyo en materia de lucha integrada, las ATRIAs han sido capaces de constituir una auténtica “red” extendida y asentada en buena parte del territorio; Las 71 ATRIAS existentes en Aragón, actúan en 570 municipios, presando asesorando a más de 316.000 has. En ellas además desempeñan su labor más de 100 técnicos que se convierten también en dinamizadores de muchas zonas rurales.
Durante todo este tiempo, se ha ido cimentado en el ámbito de la sanidad vegetal, un modelo de colaboración de las ATRIAs con los servicios técnicos oficiales del Gobierno de Aragón, gracias sin duda, al trabajo desarrollado desde el Centro de Sanidad y certificación Vegetal, que se ha encargado de liderar, tutelar e impulsar durante todo este tiempo, el trabajo de estas agrupaciones, poniendo un especial énfasis en la especialización y formación continua de todos los técnicos como elementos clave para el correcto funcionamiento del sistema.
El Gobierno de Aragón, consciente del papel fundamental que juegan y que deben seguir teniendo estas entidades, publicó recientemente el DECRETO 9/2019, por el que se regula el funcionamiento de las ATRIAS en Aragón y en el que se establecen las condiciones, obligaciones y funciones de estas agrupaciones, avanzando en un modelo de gestión caracterizado por una estrecha colaboración público-privada en el ámbito de la sanidad vegetal.
El grado de madurez alcanzado por las ATRIAS, junto con las bases de un modelo ya consolidado, han servido para avanzar todavía más en el esquema de colaboración.
En un bien común como es el de la sanidad vegetal, la cooperación entre la mayor parte de los organismos que intervienen de una u otra forma en ámbito fitosanitario en Aragón, resulta fundamental y puede ser la herramienta que permita afrontar los nuevos retos fitosanitarios (requisitos fitosanitarios de exportación a países terceros, exigencias de los consumidores, aparición de nuevas plagas emergentes, etc).
Así el Programa de Desarrollo Rural 2014-2020 del Gobierno de Aragón ofreció la oportunidad de poner en marcha un proyecto pionero a través de la medida de cooperación encaminada al “Apoyo a acciones de cooperación para la creación de grupos y redes en el ámbito de la sanidad vegetal y el control integrado de plagas” de tal forma que se pusieran las bases de un modelo presente y futuro de apoyo a la sanidad vegetal.
Los principios básicos del funcionamiento de estas redes son deben ser;
Vigilar- Cooperar – Compartir
Mediante la creación de las Redes de Vigilancia Fitosanitaria el Gobierno de Aragón pretende;
- Obtener información del estado y evolución de las plagas y enfermedades a nivel de explotación.
- Utilizar esta información como una herramienta de apoyo al asesoramiento para afrontar los problemas fitosanitarios.
- Obtener información general sobre el estado sanitario del territorio que permitan actuar de forma rápida ante la aparición de nuevos problemas fitosanitarios.
- Disponer de redes conectadas que permitan gestionar y divulgar esta información.
En el año 2016 se publicó la Orden DRS/346/2016 en la que se establecieron las bases reguladoras de las subvenciones en materia de cooperación para la creación de grupos y redes en el ámbito de la sanidad vegetal y ese mismo año se publicó la primera convocatoria de ayudas. En total está previsto superar una inversión de 4,8 millones de euros durante el periodo de programación 2014-2020, contando con una tasa de cofinanciación del 80 % a través de fondos FEADER.
Esta medida del Programa de Desarrollo Rural ha permitido constituir 5 redes que actúan en los siguientes ámbitos; cultivos herbáceos, hortícolas, olivar, vid y frutales.
Estas redes bajo la tutela y dirección del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal, constituyen la denominada Red de Vigilancia Fitosanitaria de Aragón. En torno a ella se han aglutinado alguno de los principales agentes que trabajan en el ámbito de la sanidad y la vigilancia fitosanitaria en Aragón, entre los que se encuentra el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria, la Asociación para la Promoción de la Gestión Integrada de Plagas (APROGIP), la Federación de Cooperativas Agroalimentarias además de las 71 ATRIAS que son la base fundamental de este proyecto.
El Centro de Sanidad y Certificación Vegetal elabora anualmente un Programa Fitosanitario en el que se indican los cultivos y las plagas, enfermedades y malas hierbas que deben ser monitoreadas en los puntos de seguimiento así como los periodos en los que estos deben ser monitoreados.
Estos puntos de seguimiento se encuentran en parcelas representativas de cada uno de los cultivos, y es en ellas donde los técnicos realizan un muestreo y seguimiento semanal de la fenología del cultivo durante todo su ciclo, así como de la incidencia de las distintas plagas y enfermedades.
Para la toma de datos se ha desarrollado una APP denomina REDFARA que permite registrar los resultados de los controles y seguimientos así como realizar también el análisis y procesado de todos los datos obtenidos, de tal forma que puede ser consultada por los técnicos de la Red en cualquier momento desde sus dispositivos móviles o bien a través de la web.
Esta información es también procesada y agregada en zonas biológicas homogéneas, y se utiliza para elaborar semanalmente informes de los diferentes cultivos que se ponen a disposición de los técnicos de la Red, así como en la elaboración de diferentes avisos, boletines o informaciones fitosanitarias por parte del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal.
En los tres años que lleva funcionando la Red se ha consolidado como un modelo de cooperación extremadamente eficaz para conocer el estado y evolución de las plagas y enfermedades en el territorio. Algunos datos que atestiguan el potencial de la red;
- La App RedFARA es utilizada por más de 150 técnicos en su trabajo diario para el monitoreo.
- Se obtiene información de más de 1200 puntos de control por campaña.
- Se realiza seguimiento de más de 200 plagas y enfermedades en 47 especies cultivadas.
- En total se realizan más de 50.000 controles de plagas por campaña.
Además la Red dedica una parte de su presupuesto a la realización de actividades de experimentación en nuevos métodos de lucha propuestos por el Sector y que intentan resolver los problemas fitosanitarios más acuciantes. En esta tarea colabora activamente el CITA y gracias a ello se han realizado durante los tres últimos años más de 70 experiencias de investigación e innovación cuyos resultados posteriormente son transferidos en jornadas, reuniones, etc.
Se puede considerar que las bases de este modelo de colaboración entre diferentes agentes están ya establecidas, pero no es menos cierto que para consolidar este modelo en el futuro será necesario seguir trabajando reforzando e impulsando este trabajo conjunto, buscando nuevos retos como los que se señalan;
- Resulta imprescindible gestionar toda la información que se genera y que esta se pueda utilizar una vez elaborada por técnicos y agricultores, para que de esta forma la puedan incorporar en su trabajo diario como herramienta en la toma de decisiones.
- En el futuro próximo, la información disponible junto con el uso de tecnología permitirá implementar métodos predictivos que sirva para establecer sistemas de prevención y alerta temprana, adaptados a las condiciones locales.
- La integración de otros agentes que deseen involucrarse en este modelo y que trabajan en el ámbito de la sanidad vegetal es fundamental.
- Es necesario consolidar este modelo de funcionamiento en el futuro, a través de la inversión pública como elemento clave en la preservación de la sanidad vegetal garantizando con ello la seguridad alimentaria.
María Del Milagro Coca Abia
Unidad de Sanidad Vegetal
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
mcoca@aragon.es
Los insectos son artrópodos que constituyen más del 50% de la biodiversidad de nuestro planeta. Su origen se remonta a épocas pretéritas, concretamente al Cámbrico hace más de 500 millones de años, lo que significa que han tenido tiempo suficiente para adaptarse a todo tipo de ambientes, hasta llegar a constituir uno de los grupos zoológicos más diversos.
Entre la fauna de insectos, tan diversa, encontramos especies generalistas y especialistas. Las primeras presentan una gran capacidad de adaptación a distintos ambientes y recursos, normalmente son polífagas, consiguen la madurez reproductiva en poco tiempo y ponen muchos huevos (estrategia reproductiva r), siendo las candidatas perfectas para convertirse en plagas agrícolas. Por el contrario, las especialistas están adaptadas a un nicho ecológico reducido, por lo que son muy sensibles a cambios ambientales, ponen pocos huevos y el alimento se garantiza a las crías (estrategia reproductiva k), mediante cuidados parentales o bien, poniendo los huevos en lugares especializados como, por ejemplo, un hospedador o un recurso trófico concreto (parasitoides o coprófagos), entre estas podemos encontrar especies integrantes de lo que llamamos fauna auxiliar.
En el Cretácico, hace 145 millones de años, mucho antes de que el ser humano poblara la Tierra, ocurriría un acontecimiento que marcaría el curso de la evolución humana durante el Neolítico: la aparición de las plantas con flor. Este hecho, unido a la existencia de insectos alados desde el Carbonífero (350 ma), permitiría el inicio de las interacciones entre las angiospermas y los insectos, lo que dio origen a procesos coevolutivos mutualistas como la polinización, o antagonistas como la herbivoría que, entre otros procesos, llegarían hasta nuestros días y hasta nuestros cultivos.
Durante el Neolítico, hace 10.000 años, el ser humano comenzó la actividad agrícola, sembrando y cultivando algunas plantas. La domesticación de la naturaleza fue avanzando y la agricultura fue cobrando fuerza, modificándose nuestra manera de vivir y nuestro entorno. Su práctica ha inducido cambios en la composición de los ecosistemas naturales y en las interacciones entre organismos, provocando el incremento de especies generalistas (plagas) que se adaptan y proliferan en presencia de un recurso trófico abundante (el cultivo), y la disminución de especies especialistas incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones.
La demanda de alimento de la población humana, en continuo crecimiento, implica una producción agrícola cada vez más intensiva. Durante el siglo XX los insecticidas de síntesis fueron usados profusamente para el control de plagas que, por su baja especificidad, redujeron las poblaciones tanto de plagas como de otros artrópodos beneficiosos, poniendo en peligro las interacciones mutualistas insecto – planta (polinizadores, transportadores de semillas, etc) y antagonistas insecto – insecto (parasitismo y depredación), tan beneficiosas para los cultivos y para el control biológico de plagas. Actualmente, las Administraciones son conscientes del problema ambiental ante el que nos encontramos. La Directiva 2009/128/CE, el Plan de Acción Nacional y el Real Decreto 1311/2012 pretenden reducir el uso de productos químicos de síntesis para el control de plagas y potenciar la gestión integrada (GIP). En este proceso de cambio, es fundamental investigar otras formas de protección vegetal que concilien la conservación del medio ambiente y la producción agrícola sostenible, rentable y de alta calidad. La investigación desde esta perspectiva requiere la implicación directa del sector agrícola durante el proceso y para la transferencia posterior de los resultados conseguidos. Se trata, por tanto, de una investigación muy ligada al campo y a la fenología de los cultivos, donde es fundamental el conocimiento (biológico, fenológico, ecológico, taxonómico, etc) de las especies implicadas (plagas y fauna auxiliar), de sus interacciones (insecto-planta, insecto-insecto) y con el medio ambiente (factores climáticos). Este enfoque trata de conseguir un agro-ecosistema lo más equilibrado posible, reestableciendo los hábitats que permitan la subsistencia de las especies especialistas (fauna auxiliar) y las relaciones intra- e inter-específicas que regulen, lo más eficientemente posible, las poblaciones de insectos de forma natural. No obstante, en un agro-ecosistema, de por sí desequilibrado, el control de plagas de forma natural nunca va a ser suficiente, por lo que se requiere, además de buenas prácticas culturales, la gestión integrada de plagas, que implica el seguimiento y valoración de las poblaciones de insectos (plagas y fauna auxiliar); la decisión del momento más idóneo en el que aplicar el tratamiento sin perjuicio de la fauna auxiliar y, en la medida de lo posible, el uso compuestos naturales específicos, y aquí, los semioquímicos (feromonas, cairomonas, etc.) son de gran utilidad, tanto para el seguimiento como para el control de plagas.
La trayectoria de la agricultura desde el Neolítico ha seguido un proceso de intensificación gradual, desconectándose de la naturaleza. Actualmente, nos encontramos en un momento crítico en el que nos enfrentamos a un nuevo paradigma. El viejo paradigma de la producción extensiva, ajena a la naturaleza, sin conciencia del impacto ambiental, ha pasado una factura con grandes costes económicos y ambientales. El nuevo paradigma integra la agricultura en el contexto natural, donde es fundamental no producir en exceso, no contaminar con productos ajenos al sistema biológico, conservar los hábitats, las interacciones de los organismos y los flujos de materia y energía que nos van a asegurar la salud del cultivo. En definitiva, dejar que fluya el sistema por sí mismo, observar, investigar e intervenir sólo si es necesario.
Amparo López Olmeda
Servicio Provincial de Teruel - Gobierno de Aragón
Colaborador: Agustín Perdiguer
Centro de Sanidad y Certificación Vegetal - Gobierno de Aragón
En la última década se viene observando un incremento creciente de las poblaciones de algunas plagas en los cereales de invierno, en Aragón. Analizando los factores que pueden estar interviniendo, nos encontramos dos grandes grupos: los relacionados con la climatología y aquellos que dependen de los cambios introducidos en las técnicas de cultivo. A continuación, se relacionan las principales plagas en las que se está observando un incremento significativo de las poblaciones:
Dada las características de esta plaga, y de los cultivos a los que afecta, la mejor solución es retrasar las siembras, una medida preventiva que rompe su ciclo evolutivo al impedir que los adultos de otoño, realicen sus puestas sobre el cereal recién sembrado.
El aumento está relacionado con la proliferación de cultivos de maíz de segunda cosecha, que permanecen en las parcelas hasta entrado el invierno y las altas temperaturas de algunos años en los meses de diciembre y enero.
Las larvas se alimentan de las primeras hojas de cereales, los primeros daños se detectan sobre las ricios y posteriormente en cultivos establecidos. La larva devora las hojas apareciendo como deshilachadas, respetando los nervios.
Los sintomas típicos de ataques son espigas caídas en el suelo que han sido cortadas por su base . Los muestreos que se realicen son validos para la parcela muestreada.
Coloniza preferentemente el trigo, aunque se encuentran altas poblaciones en centeno y triticale. El principal ataque se produce en la espiga desde el estado de zurrón hasta la maduración. Es muy importante determinar el umbral económico de daño pues en ocasiones el tratamiento no es rentable.
Las variedades de cereales modernas son más productivas y menos rústicas, enfermedades hasta hace pocos años anecdóticas en Aragón, han pasado a ser habituales.
Las agallas se forman en las yemas indiferenciadas de las flores. Solo tienen una generación al año. Emergen cuando se dan las condiciones de humedad, 4 días al menos, para emerger. Se alimenta ectoparasitamente de plantas huésped, cebada. En condiciones de sequía entra en criptobiosis, durante los años necesarios hasta que se den las condiciones de humedad adecuadas. Plaga no descrita en Europa hasta hace pocos años.
Ocurre con relativa frecuencia, que la introducción de nuevas técnicas agrícolas, de mínimo laboreo o no laboreo pueden ser favorables agronómicamente para determinados suelos, pero a medio-largo plazo pueden surgir otros inconvenientes con los que no se había contado. Este es el momento para realizar un balance de la situación y encontrar un equilibrio en la implantación de éstas nuevas técnicas.
Buscando una armonía y consenso entre las distintas técnicas agrícolas sujetas todas ellas a una dualidad beneficio-perjuicio, se sugieren las siguientes propuestas, bien entendido que no nos podemos olvidar de que, desde el punto de vista económico, la protección fitosanitaria de los cultivos sigue siendo imprescindible:
Realizar las siembras de otoño a partir de la primera quincena del mes de noviembre.
Limitar el número de años de las técnicas de siembra directa o laboreo reducido.
Realizar una labor profunda, preferiblemente con vertedera cuando la incidencia de plagas los justifique.
Mantener o generar márgenes al menos cada 50 metros. Son imprescindibles como refugio de los insectos auxiliares, sin los cuales es imposible realizar un buen control de las plagas, y para evitar la resistencia de las malas hierbas.
Realizar rotaciones adecuadas de cultivo, incluido el barbecho.
Desde el 1 de enero de 2013, cada explotación agraria debe mantener actualizado el registro de tratamientos denominado “cuaderno de explotación”. En La verificación de estos registros hemos observado en los tratamientos de los cereales de invierno:
El mayor volumen de productos utilizados es para tratamientos herbicidas. Con el fin de evitar resistencias es necesario que los agricultores mantengan margenes vestidas sin tratar con herbicidas.
El hecho de emplear variedades menos rústicas y los cambios en el clima, ha provocado incidencias fitosanitarias que el agricultor de forma habitual no encontraba en sus explotaciones.
Los cereales de invierno están exentos de la obligación de asesoramiento que marca el artículo 11 del Real Decreto 1311/2012 de 14 de septiembre, por el que se establece el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios. Se ha comprobado que, de forma generalizada, los cuadernos de aquellos titulares de explotación que pertenecen a una ATRIA (Agrupación de Tratamientos Integrados), reflejan la realización de los tratamientos de una forma más en consonancia con la gestión integrada de plagas.