Agricultura, despoblación y Teruel / Marcos Garcés
Marcos Garcés Lizama
Bañon
mgarliz@gmail.com
Cómo si muchos acabaran de descubrirlo asistimos a un boom del tema despoblación, uno de los problemas sociales más importantes que tenemos como país, el abandono de casi el 85% del territorio y un tipo de pobreza social.
Teruel es uno de los máximos exponentes de ello y miedo me da que, como en otras ocasiones, nos quedemos en foros, charlas, estudios y jornadas y no apliquemos soluciones reales ni nos pongamos manos a la obra.
Sé de lo que hablo, soy de Bañón, un pueblo de Teruel (comarca del Jiloca) de 157 habitantes censados pero de 100 habitando en invierno y soy un enamorado del lugar donde vivo y de mi forma de vida, la agricultura. Pero igual que lo disfruto lo sufro.
A nadie se le escapa que la despoblación es un problema de muchas aristas y difícil solución que necesita que se aborden los numerosos retos y la necesidad de habilitar numerosas herramientas para solucionarlo. Pero tenemos una que ya está instaurada, que tiene coherencia territorial y social y es principal: la agricultura y la ganadería. Pero eso sí, de valor añadido y transformación en el territorio.
Tradicionalmente el sector hemos pecado de hacer poco caso al mercado y centrarnos en producir pero hoy más que nunca la realidad nos obliga a cambiar esta práctica, nos guste o no vivimos en la sociedad de la imagen y del marketing y si no miras al mercado estas muerto.
Recuerdo perfectamente cuando hace tres años mi padre se empeñó en que le acompañara a Nuremberg, Alemania, a Biofach, la feria más importante de Europa de agricultura bio. Ahí me di cuenta del potencial que tiene una provincia como Teruel, de que mi zona y mi trabajo, si queremos, tienen futuro. Alimentos de calidad, en este caso de producción ecológica, sobre todo de proteína vegetal pero eso sí, todos transformados o elaborados con procesos sencillos que generaban un gran valor añadido. ¿Y todo eso porqué? Fácil, el mercado lo demanda. Vivimos en el primer mundo y una vez asegurada la alimentación buscamos la alimentación de calidad y el consumo responsable. Incluso ya se está superando este paso y ahora en la cosmética y cuidado personal también está creciendo exponencialmente esta tendencia.
Las características orográficas de Teruel y su clima lo hacen un lugar ideal para la producción de alimentos de calidad, ecológicos y productos especiales pero eso sí, repito, con valor añadido y transformación en el territorio.
En cierto modo es volver a variedades y sabiduría de cultivo de nuestros abuelos y bisabuelos pero con toda la carga tecnológica actual para producir, transformar y vender. Trigos antiguos como aragon 03, Florencio aurora, chamorro o espelta; legumbres de calidad o ganadería ecológica; plantas aromáticas como la lavanda; trufas de calidad, azafrán, etc. Pero todo ello transformado en harinas, estrusionados, copos, esencias, zumos, etc. Tal como demanda el mercado. Además son variedades totalmente adaptadas a nuestros suelos y climas, rústicas que se llaman. No necesitamos irnos a cultivos “más raros” para nuestro territorio.
Esto se traduce en riqueza económica y social porque repercute en el territorio en forma de puestos de trabajo, negocios auxiliares, imagen territorial, etc. Y para todo ello son claves las cooperativas donde los productores se puedan unir para realizar las inversiones necesarias para la transformación y posicionamiento mercantil.
Yo tengo el ejemplo en casa. Cereales Teruel y el grupo Térvalis. Producimos el cereal en nuestros campos que va a la fábrica de piensos en Cella, estos vuelven a nuestras granjas a alimentar a nuestros cerdos transformados en piensos. Con el estiércol fertilizamos nuestros campos, para seguir produciendo cereal. Se sacrifican, despiezan y secan los productos en la provincia y se venden en el mundo entero. Calidad, trazabilidad, seguridad alimentaria y riqueza territorial. Ahora sumémosle una industria para transfar espeltas, florencios auroa, chamorros, etc. en harinas para vender… más valor añadido. O una envasadora de legumbres. También podemos complementar con el cultivo de plantas aromáticas y su destilado en esencias que tanto demanda la industria de la salud y la cosmética, otro complemento a nuestra actividad. O si lo prefieren una plantación de carrasca trufera, una parcela de azafrán… y todo ello repito, acompañado de transformación aquí. Desarrollo sostenible, bioeconomía y economía circular que se dice ahora.
La tendencia de consumo responsable, de calidad y de cercanía es una realidad aplastante que va a seguir creciendo. Nuestras zonas son ideales para ello y además estamos en el momento ideal para posicionarnos en un mercado todavía por madurar. Pero hace falta potenciar esta tendencia, crear el marco de desarrollo.
Soy consciente que no es la panacea, ni la única solución, pero si una de las claves y herramientas determinantes. También sé que no es decirlo y hacerlo y que hace falta otras muchas cosas pero tenemos que aprovechar lo que tenemos al alcance de la mano, lo que, repito, es social y territorialmente coherente.
Yo estoy convencido que si queremos zonas como Teruel tienen un futuro muy prometedor de la mano de la agricultura y la ganadería. Estamos en el territorio ideal en el momento adecuado, no me cabe ninguna duda.