¿Qué espera la sociedad de los ganaderos de ovino de carne? / José Folch

oye-closed - 14 May, 2019

José Folch Pera
Unidad de Producción y Sanidad Animal
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
jfolch@cita-aragon.es

Colaborador: Enrique Fantova Puyalto
Departamento Genética y Producción Vegetal
   Oviaragón-Grupo Pastores
enrique@oviaragon.com

Recientemente, un Grupo de especialistas en ovino de Aragón y Navarra, realizamos una visista a la vertiente francesa del Pirineo Central. El objetivo era conocer de primera mano como encaran los ganaderos el declive de la producción extensiva de ovino de carne y la falta de relevo generacional. Nos manifestaron su incapacidad de encontrar soluciones, porque, en realidad no sabían que es lo que la Sociedad espera de ellos: ¿Deben ser empresas productoras de carne ovina? ¿O lo que se necesita son animales que pastoreen para mantener el medio natural? En este caso, ¿como compaginar una actividad ganadera de pastoreo extensivo en un contexto en que se protege la presencia de depredadores, como osos o lobos?

La situación del ovino de carne en Aragón, no es muy diferente. En las Zonas llanas se ha implantado con éxito el pastoreo permanente en cercados eléctricos, como alternativa a la progresiva desaparición de los pastores tradicionales. Este manejo ha tenido una gran aceptación y está animando a muchos jóvenes a incorporarse al sector. Por otro lado, es el manejo ideal para los animales, ya que pueden autorregular su alimentación según sus necesidades. En áreas abandonadas y en los puertos de montaña, el pastoreo es extensivo. Esta actividad está limitada por la falta de personal para hacer pastoreo conducido, pero se mantiene con la ayuda del GPS, entre otras técnicas...

En ambos casos, el ganado ovino es una alternativa importante para mantener la actividad económica en las zonas rurales más desfavorecidas, ayudando a frenar la despoblación, y para evitar la degradación de los montes y los incendios, gracias al pastoreo. Es algo unánimemente aceptado. Pero, al mismo tiempo, una pequeña parte de la Sociedad presiona para que se proteja la presencia de especies que son depredadoras para las ovejas, como osos y lobos y que habían desaparecido hace decenios. Al tratarse de especies protegidas, la Administración atiende a estas demandas con leyes que penalizan la eliminación de estos animales. Como medida compensatoria, ante un ataque de osos o lobos, los ganaderos reciben una indemnización económica por cada oveja muerta. ¿Pero no se valoran los efectos colaterales como abortos, trastornos reproductivos, heridas, pérdidas de producción etc.? Y ¿como se compensa la angustia diaria del ganadero que sabe que, mientras él está durmiendo, su rebaño puede estar sufriendo un ataque?  Y, en todo caso, ¿porque tenemos que pagar los ciudadanos por algo innecesario que solo sirve para contentar a una minoría exigua?

Un cercado de ovejas después de un ataque de depredadores ofrece un espectáculo dantesco Hay ovejas muertas, otras agonizantes o con heridas espeluznantes. Algunas ovejas mueren asfixiadas por su tendencia a apelotonarse ante el pánico. Te preguntas como puede haber personas insensibles al sufrimiento de estos animales pacíficos y que, por el contrario, exigen la protección de los lobos. Quizás la respuesta se encuentre en un reciente artículo de Carmen Pérez-Lanzac (El País, 17 de marzo). En realidad, algunos “animalistas” son contrarios a que los animales domésticos sean criados para obtener de ellos productos destinados al consumo humano. Por tanto, según ellos, lo que debería desaparecer no son los depredadores, sino la ganadería. Algunos van más allá: Lo que debería eliminarse es el consumo de carne de la dieta humana.

Las ovejas mantenidas en pastoreo no pueden coexistir con lobos y osos.  Habría que aplicar medidas carísimas y poco realizables, como la construcción de cercados con valla cinegética, presupuestar compensaciones “reales” para los ganaderos, establecer servicios de vigilancia permanente… Es intentar cuadrar el círculo. Encerrar por la noche a las ovejas en apriscos seguros no es una alternativa ya que, a menudo, las zonas de pastoreo están alejadas de viviendas y apriscos. Además, este manejo originaría un sobrecoste de alimentación en el aprisco ya que los animales comen preferentemente al caer la noche y al amanecer.

En Francia el lobo reapareció en 1992 procedente de Italia. La población ha ido aumentando y expandiéndose y, en 2018, ya se registraron ataques de lobos a rebaños a 150 km de París, en zona cerealista. En el Valle del Ebro la presencia de lobos es escasa todavía y es debida a individuos aislados. Administración y ganaderos deberían acordar medidas para anticiparse a su implantación y expansión, antes de que formen manadas que colonicen el territorio de las zonas limítrofes. Por ello es tan importante en este momento la captura de los pocos ejemplares existentes.

La sociedad exige consumir productos obtenidos por métodos naturales y que respeten el bienestar de los animales. Con pastoreo permanente, ya sea libre o en cercados, este objetivo se cumple totalmente. Pero esta actividad tiene poco futuro si se ve bajo la amenaza permanente de los ataques de depredadores como el lobo. 

La Sociedad debe decidir: ¿qué quiere que hagan los ganaderos de ovino de carne?

 

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