También hay “nuevas” malas hierbas en nuestros cultivos / Joaquín Aibar

oye-closed - 10 Jun, 2019

Joaquín Aibar
 Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural
Escuela Politécnica Superior de Huesca

Todos los otoños nos informan de la necesidad de vacunarse de la gripe, ya que cada año hay mutaciones en el virus que la produce y hay que estar protegidos adecuadamente. Cada cierto tiempo surgen episodios de aparición de diversas enfermedades y plagas, que con mayor o menor virulencia afectan a nuestros cultivos.  Sin embargo pocas veces aparece, como noticia destacada,  en un primer plano un problema que afecta a nuestra agricultura: los cambios que se producen en la flora que invade los campos de cultivos, las malas hierbas. A veces esos cambios se producen por adaptación a las labores realizadas, al monocultivo, al empleo reiterado de las mismas moléculas herbicidas, en otras ocasiones se produce la entrada de flora alóctona, es decir que viene de fuera, y se convierten en “nuevas malas hierbas” de los cultivos. Pero, por diversos motivos, estas silenciosas plantas no copan portadas. Finalmente hay también un cambio en la flora asociado al cambio climático, las especies en nuestras condiciones se perennizan, así especies que antes tenían un comportamiento estrictamente anual, al no producirse fuertes heladas pueden sobrevivir al invierno en estado de roseta, pasando a ser bienales y perennizándose, lo que implica plantas más lignificadas, con más sistema radicular y por todo ello más difíciles de controlar, esto provoca que en otras ocasiones especies que eran propias del Sur de España, más cálido, empiecen a proliferar en zonas del Norte (Valle del Ebro por ejemplo). 

La solución a esta problemática de “cambios y adaptación “de la flora arvense de los cultivos es fácil y se basa en dos principios, el primero la observación, que conlleva la detección del cambio o de la aparición de nuevas especies en nuestros campos de cultivo precozmente, ya que resulta mucho más fácil implementar medidas de tipo preventivo para que esas especies no proliferen cuando el grado de infestación, en abundancia y extensión del problema, es pequeño; en segundo lugar realizando prácticas agrícolas variadas en la fincas cultivadas para evitar esa adaptación. Esto implica rotar cultivos, no trigo tras cebada, eso no implica cambios ya que se siembran en las mismas fechas, con ciclos, invernales, muy similares, necesidades de nutrientes muy parecidas y plagas,  enfermedades  y malas hierbas en muchos casos comunes. El cambio de cultivo implica cambiar de cereales de invierno a especies como leguminosas (para grano o forraje), colza o girasol en secano, mientras que en regadío los cambios son mucho más fáciles.

Desgraciadamente en la enorme superficie de cultivo nacional con limitaciones en cuanto a precipitación las posibilidades de rotar y cambiar cultivos son mucho menores que en condiciones de regadío, pero aun así hay posibilidades, que incluye al barbecho como opción de cambio con el objetivo final de prevenir problemas y realizar una Gestión integrada de los diferentes cultivos en todo lo referente al control de malas hierbas.

Infestación de Abutilon teophrasti en maiz 

A modo de ejemplo de especies de malas hierbas “nuevas”, pueden describir varios casos. En los últimos años se han introducido especies alóctonas como el Abutilon teophrasti (en los años 80) que es una especie de control difícil en maíz y extremadamente complicada en algodón.  Al comienzo de la década de 1990 apareció como novedad Heteranthera reniformis, hasta entonces apenas conocida, y en pocos año ha invadido nuestros arrozales. Las diferentes especies de Letptochloa que infestan los campos de arroz, empezaron a ser problemáticas justo con el inicio del siglo XIX, especialmente en Extremadura, mientras que en Cataluña y Aragón se mantiene con una problemática baja gracias a los esfuerzos de prevención y a diferencias en el tipo de suelos. Una mala hierba extendida en la cuenca mediterránea, como Solanum eleagnifolium, todavía no es un problema en Aragón, aunque se han detectado varios focos, que se intentan controlar pero que pueden extenderse a determinados cultivos hortícolas dificultando su gestión.  En 2015 se produjeron las primeras infestaciones por teosinte, ancestro silvestre del maíz,  en Aragón y Cataluña, problema que se puede solventar evitando el monocultivo de maíz. En estos momentos, 2019, los primeros ejemplares de Amaranthus palmeri ya se han detectado en varias zonas del valle del Ebro, siendo esto una llamada de atención para los cultivos de verano, en regadío, dado el poder invasor de esta especie que en América ya es muy problemática.

Infestación de bromo en cereal de invierno.

Finalmente especies del género Bromus, bien conocidas de nuestros ribazos y márgenes de carreteras y caminos, que antes no eran un problema, ahora lo son en cereales de invierno en los que ni se voltea el suelo ni se hace retraso en la fecha de siembra,  ni se siembran cultivos alternativos como leguminosas o colza, que son las medidas básicas para el control de especies de este género.

El uso reiterado de algunos herbicidas sobre las mismas poblaciones de malas hierbas, ha seleccionado individuos resistentes, esto resulta problemático en los últimos años en especies del género Conyza presentes en las líneas y márgenes de fincas de frutales tratadas reiteradamente con glifosato.

Las malas hierbas no son siempre las mismas, hay nuevas que llegan de fuera y otras que ya teníamos que por mal manejo se convierten en problemáticas, para evitarlo basta la observación de las mismas y realizar prácticas agronómicas que impliquen variación y cambio.

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