Transferencia de Conocimiento. El punto de encuentro del investigador y la empresa / Juan A. Marín

oye-closed - 24 Jul, 2019

Juan A. Marín
Pomología
Estación Experimental de Aula Dei
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
jmarin@eead.csic.es

En el grupo de investigación “Biología del Desarrollo y Material Vegetal en Frutales”, al que pertenezco, hemos realizado numerosas transferencias de conocimiento. Las reflexiones que siguen surgen tras muchos contactos con empresas agrarias y viveros que, en casi una veintena de ocasiones, originaron acuerdos de transferencia.

La Transferencia de Conocimiento al mundo de la empresa añade un valor a los resultados de la investigación que conecta con la sociedad de una manera mucho más visible que con la mera publicación científica. En general, los resultados de una investigación no pueden aplicarse directamente a una actividad empresarial, de ahí el florecimiento de términos como Desarrollo e Innovación; procesos que permiten la aplicación y puesta en valor de esa investigación y que están presentes cada vez más en las convocatorias de financiación.

Pero el trabajo del investigador no es ser empresario, y esa es la fuente de problemas que pueden aparecer cuando se piensa en realizar una transferencia al sector. Es importante ser consciente de esas dificultades para que no obstaculicen la transferencia y permitan la gran ventaja que aporta al investigador ver el efecto que tiene en la sociedad el resultado de su trabajo, además de recuperar parte de la inversión necesaria para obtener esos resultados.

El paso inicial de estas transferencias ha sido dado por las empresas, que han contactado con nosotros para solicitarnos apoyo tecnológico diverso. En referencia al cultivo in vitro, las demandas incluyen: 1) asesoría en la instalación y puesta en funcionamiento de un laboratorio comercial, 2) formación de personal técnico para gestionar el laboratorio y la producción de plantas, o 3) protocolos de micropropagación para diferentes especies.

La primera dificultad surge con la comunicación con la empresa. Somos científicos, no sabemos mucho del mundo de la empresa y tenemos que aprender un nuevo lenguaje. Esto también sucede en la dirección contraria, pero la situación mejora enormemente cuando el interlocutor de la empresa tiene formación técnica. Al principio, debemos tratar de conocer la situación de partida en la que se encuentra la empresa y qué es lo que nos demandan con la mayor precisión posible. Entonces es posible explicar qué podemos ofrecer y así establecer cual será el “éxito tecnológico” de la transferencia. Este éxito tecnológico es un concepto fundamental para evitar malos entendidos y aclarar el objeto de la transferencia. El éxito tecnológico no tiene por qué coincidir con los objetivos de la empresa, sino con lo que nos comprometemos a hacer y dar a la empresa. La empresa con su autonomía, experiencia y conocimiento del material vegetal debe traducir la transferencia en el “éxito industrial”. Por supuesto, el quipo de investigación puede asesorar en ese proceso si así se acuerda. Pero la parte administrativa de esta transferencia lleva consigo llegar a acuerdos en forma de contratos, convenios o colaboraciones entre el centro de investigación y la empresa que obligan a ajustarse a un marco legal. Cada vez es más común la intervención de equipos especializados en la transferencia que en los centros oficiales toman parte activa en este proceso. Gracias a las Oficinas de Transferencia y a la Gerencia del centro de investigación no nos vemos implicados en estos contratos, excepto en la parte técnica.

Otra dificultad es que, según nuestra experiencia, las empresas son únicas y diversas. Cada caso es diferente y, además, su situación puede cambiar en el tiempo porque surgen otros intereses, o cambian de objetivo por nuevas oportunidades. Entonces se desatiende el fin inicial y si falta comunicación puede resultar difícil comprender su actuación.

Por último, debemos fijar los costes de la transferencia. ¿Cuanto pedir por un trabajo de valor incalculable? Incalculable no tanto por la trascendencia del resultado, sino por el esfuerzo que ha sido necesario y el coste económico. Valorar en su totalidad un resultado lo hace intransferible por lo elevado que resulta. Además, no hay un “mercado” que nos diga si nuestro presupuesto está sobrevalorado o no. Debido a la confidencialidad de esta relación entre el centro de investigación y la empresa hay poca información de los costes de otros contratos. Pero tenemos claro que la transferencia no nos va a resolver la financiación del laboratorio. En España, la situación de las empresas viveristas no permite hacer un “contrato del siglo”.  Esos contratos millonarios que oímos en empresas farmacéuticas o de materiales queda muy alejado de nuestra realidad. Además, lo que ofrecemos es difícil de proteger con eficacia y con frecuencia es perecedero, ya que tratamos con plantas vivas. Nuestros protocolos, en algunos casos protegidos como secreto industrial o “Know How”, van acompañados con cultivos vivos de la especie con la que hemos desarrollado el protocolo. De otra forma, la utilización efectiva del mismo se demoraría mucho tiempo para ser de interés.

La participación creciente de las empresas como parte activa en proyectos de investigación o de innovación nos fuerza a quienes trabajamos en “Ciencia Orientada” a no mirar para otro lado y adaptarnos a esta realidad mejorando la comunicación y la colaboración con el sector.

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