Jesús Yániz Pérez de Albéniz
Departamento de Producción Animal y Ciencia de los Alimentos
Escuela Politécnica Superior de Huesca - Universidad de Zaragoza

En Europa, la evolución de la abeja negra (Apis mellifera mellifera) es muy ilustrativa de la tendencia de la apicultura profesional hacia una menor variabilidad genética. Esta subespecie ocupaba una vasta extensión desde los Pirineos hasta los Urales, la más amplia de las subespecies europeas. Sin embargo, en los últimos 150 años se ha producido la introducción de otras subespecies de abeja en la zona original de A. m. mellifera, principalmente por subespecies comentadas del sur-este europeo (A. m. carnica y A. m. ligustica). En Alemania, A. m. mellifera fue casi completamente reemplazada por A. m. cárnica, y en Dinamarca por A. m. ligústica. En Francia y otros países se han introducido ambas subespecies, produciéndose hibridaciones con la abeja negra local. En consecuencia, la diversidad natural de las abejas de la miel se está deteriorando rápidamente en Europa, lo que conlleva una pérdida de diversidad genética como de adaptaciones específicas a las condiciones locales. Hay bastante consenso sobre la necesidad de identificar estas valiosas variedades regionales para preservar a las abejas adaptadas a nivel local.

La Península Ibérica se ha considerado una excepción a la tendencia global de introducción de abejas alóctonas mejoradas ya que en ella se ha conservado, con relativamente escasa contaminación genética externa, una subespecie propia, la abeja negra ibérica (Apis mellifera iberiensis), que además presenta una gran variabilidad. De hecho, la Península Ibérica es la región europea con la mayor diversidad genética, probablemente como resultado de la adaptación a las condiciones climáticas regionales. Esta diversidad constituye un tesoro natural que debemos preservar, no solo por el interés ecológico, sino también porque muestran una mayor capacidad de adaptación a las modificaciones ambientales, por ejemplo, las derivadas del cambio climático, y más posibilidades de afrontar los nuevos desafíos sanitarios a los que se enfrentan las abejas en la actualidad. En este sentido, se ha demostrado que las abejas adaptadas a una región tienen mayor capacidad de supervivencia.

Sin embargo, en los últimos años, cada vez es más frecuente encontrar apicultores españoles que optan por abejas de otras subespecies o híbridos, principalmente Buckfast, cárnica o ligústica. Además, y dado que no existen restricciones para la trashumancia de abejas de cualquier genética, la mayoría de apicultores han observado hibridaciones de sus abejas negras con otras importadas, detectadas por la presencia de coloraciones amarillas en el abdomen. Esto es un problema grave si el apicultor pretende comercializar abejas o si emprende un programa de mejora genética.

La importación de abejas alóctonas conlleva riesgos porque podrían adaptarse mal a las nuevas condiciones ambientales, a diferencia de las abejas autóctonas. Por ejemplo, la abeja ligústica necesita muchas más reservas invernales que la ibérica, lo que complica la invernada. Además, a los mayores riesgos sanitarios derivados de la introducción de animales vivos hay que añadir una posible mayor susceptibilidad a enfermedades porque las cepas y variedades de gérmenes y parásitos que afectan a las abejas locales pueden ser más virulentas para las poblaciones de fuera. También se ha demostrado que la variabilidad genética de la colmena se relaciona con el estatus sanitario, de manera que las homogéneas abejas importadas tienen mayor riesgo de enfermar.

Los apicultores que optan por la introducción de abejas alóctonas a menudo no son conscientes de las implicaciones a medio plazo. Un carácter especialmente buscado en estas subespecies o híbridos es la mansedumbre. Si bien es cierto que el primer cruce con las abejas ibéricas (la primera generación o F1) mantiene un menor comportamiento defensivo que la abeja local, las siguientes generaciones (F2 en adelante), son mucho más agresivas que la abeja autóctona. Ello genera la necesidad de introducir continuamente abejas de la subespecie buscada, con lo que se genera una dependencia genética costosa y a menudo complicada de manejar.

Las principales desventajas de la abeja negra ibérica son su alto comportamiento defensivo y tendencia a la enjambrazón. Estos caracteres no son deseados por los apicultores porque complican su trabajo diario y las hace menos productivas, por lo que cada vez es más frecuente que opten por subespecies no locales (e híbridos), que amenazan la diversidad natural de la población local debido a los entrecruzamientos incontrolados. Ante esta realidad, si nuestro objetivo es mantener y promocionar la subespecie A. m. iberiensis, será necesario seleccionar las poblaciones locales para obtener abejas que presenten caracteres de interés para los apicultores y, por lo tanto, sean preferidas para su uso en la apicultura.

Lydia Gil Huerta
Departamento de Patologia Animal
 Facultad de Veterinaria - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

En el siglo XXI, el alto  valor genético de las razas ganaderas así como la necesidad de proteger las razas en peligro de extinción,  ha originado un incremento en el empleo  de distintas  técnicas de reproducción asistida tales como la Inseminación Artificial, Fecundación in vitro,  la Inyección Espermática Intracitoplásmatica (ICSI) o la Transferencia Nuclear. El uso de estas biotecnologías reproductivas ha hecho necesario el desarrollo de métodos eficaces de conservación de gametos, que garanticen tanto un  transporte a largas distancias como el almacenamiento durante periodos prolongados de tiempo,  así como unas mayores tasas de fertilidad.

La mayoría de los trabajos realizados sobre criopreservación seminal datan de las últimas cinco décadas, a pesar de que ya han transcurrido unos cuantos siglos desde que  se  publicasen por primera vez estudios en congelación de semen. Sin embargo, a pesar de toda la tecnología disponible actualmente relacionada con las técnicas de conservación, la tasa de fertilidad con semen congelado sigue siendo baja con respecto al semen fresco en la mayoría de las especies.

Hasta la fecha, la única herramienta con la que  se cuenta para preservar gametos  por tiempo prolongado y con buenos resultados es la congelación, pero este método supone el continuo uso de nitrógeno líquido  y de unos equipos susceptibles de sufrir daños. Cualquier variación en los niveles de nitrógenos o cualquier daño en dichos equipos de almacenamiento supone  que las muestras que contienen se vean afectadas. En muchas ocasiones son muestras muy valiosas, y que se vean dañadas implica pérdidas muy importantes a todos los niveles.

Esto ha llevado a que en los últimos años se han explorado nuevas opciones de preservación. Estudios realizados con semen liofilizado han demostrado que ésta es una técnica perfectamente válida para conservar espermatozoides y que a su vez permite vencer las desventajas que presenta la criopreservación. Supone un menor espacio de almacenamiento, un menor coste económico, la prevención del daño térmico, la inhibición del crecimiento microbiano y la obtención de un producto más barato, estable y fácil de transportar y almacenar. Tras el éxito obtenido en la liofilización de espermatozoides, este ámbito de estudio se está  implementado hacia otros tipos celulares como  células somáticas, células del cúmulus del ovocito o incluso los propios ovocitos.

De forma general, el  proceso de liofilización, independientemente de la muestra, comienza con una fase de congelación, continúa con la fase de secado primario y finaliza con el secado secundario. La primera fase (congelación) está relacionada directamente con la cantidad de agua presente en la muestra. Se han utilizado para conseguirla distintos métodos, el más sencillo es la inmersión de los viales con la muestra directamente en nitrógeno líquido, o bien introducirlos en un precongelador de -45ºC a -80 ºC. Con el secado primario el material congelado se somete a la acción del vacío, produciéndose la sublimación para eliminar el agua residual, perjudicial para la conservación. Por último, se efectúa el denominado secado secundario que corresponde a la desorción o liberación de gran parte del agua absorbida. Esta operación se realiza a temperatura constante y a vacío, lo que  permite eliminar el oxígeno, garantizando la conservación de productos oxidables. De este modo, en envases herméticos pueden  conservarse las muestras a temperaturas entre -80ºC y 4ºC,   aunque el objetivo deseable es la conservación a temperatura ambiente.

Cuando se quiere hacer uso de las muestras, están han de ser rehidratadas y para ello se utiliza agua de alta calidad. Las muestras rehidratadas no presentan un aspecto normal, apreciándose daños graves en las membranas, pero su material nuclear (ADN)  permanece viable y su uso va siempre asociado cuando  se trata de espermatozoides al uso de la ICSI o cuando son ovocitos a la transferencia nuclear.

La ausencia de cría viva procedente de espermatozoides liofilizados en las especies ganaderas, excepto en el caso de la especie equina, hace que las ventajas que supondría implantar su uso, provoque  un cierto rechazo, pero se hace necesario seguir investigando para determinar qué factor o factores inciden directamente en el proceso de liofilización, que impide la obtención de desarrollo embrionario, posterior gestación y parto normal. No obstante, podemos considerar  que la aplicación de la tecnología de liofilización se podría aprovechar, a pesar de existir zonas oscuras, para liofilizar gametos de especies en peligro de extinción y crear biobancos para su conservación de forma indefinida, hasta el momento en que se conozca cómo mejorar el uso de estas muestras y obtener resultados exitosos, de la misma forma que con las técnicas convencionales de reproducción asistida.

A pesar de que los procesos de conservación actuales aportan unos resultados superiores y no comparables a los presentados cuando se liofiliza, consideramos que es una técnica de gran futuro, como se demuestra en otros campos de la ciencia como es la investigación alimentaria o farmacéutica. No podemos quedarnos en los procesos convencionales, hay que innovar y avanzar en este campo y si actualmente los resultados en nuestros animales domésticos no son los que se esperaban a la vista de los obtenidos en los animales de laboratorio, este hecho no debe suponer el dejar de trabajar en esta línea y encontrar los puntos críticos del proceso para mejorarlos. Su aplicación permitiría una forma de conservar  genéticas, en forma de gametos liofilizados, en especies de gran valor y en riesgo de extinción, sin mantenimientos costosos.

Juan Altarriba
Departamento de Anatomía, Embriología y Genética Animal 
 Facultad de Veterinaria - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

En ganadería, la raza es una estructura dinámica, creada por la doble acción del medio ambiente y el hombre a lo largo de las generaciones, que ha sido históricamente muy útil para organizar los sistemas de producción animal, especialmente extensivos. En la raza entran en juego dos fuerzas, por una parte la selección ejercida por el hombre en función de sus intereses y por otra la selección natural, sobre una base genética fundacional estructurada por las migraciones previas. Cuando ambas fuerzas son sinérgicas, la estructura genética de la población se consolida y se mantiene, con una especialización productiva y una identidad morfológica, como si de una marca de calidad se tratase. Por ello se puede afirmar que la raza es hija de la tierra y de las necesidades e inquietudes del hombre (cultura), de forma que estas vicisitudes han dejado su huella en la estructura genómica actual de los animales.

La raza está formada por un conjunto de animales (población) con un elevado grado de semejanza y las versiones más modernas, además, con una elevada especialización productiva. La raza se ha generado bajo el principio de “el parecido genera parecido”, filtrado por mecanismos de adaptación al medio productivo. Efectivamente, apareando animales semejantes con determinadas aptitudes, que generen crías viables, se incrementa la homogeneidad de la raza. Aunque estas ideas seguramente se iniciaron en el Neolítico con la domesticación, tal concepción empezó a ser aplicada sistemáticamente hace solo 200 años, fruto de la Ilustración.

En la actualidad, una raza de ganado es en realidad un bien cultural y productivo de la sociedad que la ha creado/mantenido y como tal es reconocido y apreciado por el público general. La raza constituye un recurso que añade valor al territorio. Sin embargo, su importancia se ha reducido globalmente con la irrupción de los sistemas de producción intensivos, en los cuales la base de los animales es la línea genética, más especializada y homogénea. Esta entidad está formada por unos pocos animales seleccionados pertenecientes a una o varias razas preexistentes. Estas estructuras genéticas son muy dinámicas y admiten la introducción de cambios de manera rápida y eficaz, poseen un elevado grado de plasticidad y no suelen ser públicas. Por lo general son privadas al ser el resultado de una inversión concreta en respuesta a nuevas necesidades.

Fuente: http://www.fao.org/docrep/012/i1103s/i1103s04.pdf

Sin embargo, la raza zootécnica sigue teniendo interés y las Administraciones públicas protegen y fomentan este recurso como un bien colectivo. Las razones para gestionar los recursos genéticos ganaderos mediante el mantenimiento de las razas en pureza, son al menos las siguientes:

  • Las razas de ganado suelen ser elementos de una identidad cultural.
  • Son expresión de la variabilidad genética global, patrimonio a mantener para ponerlo a disposición y provecho de las siguientes generaciones.
  • El mantenimiento de una raza favorece el mantenimiento del sistema extensivo propio, mediante el aprovechamiento sostenible de unos recursos naturales.
  • Los animales puros son los mejor adaptados al ambiente o sistema de producción que ha moldeado la raza y por tanto suelen ser los más rentables en dicho medio.
  • Mediante el cruce planificado entre razas es posible intensificar la producción, aprovechando la heterosis y la complementariedad genética entre poblaciones. La explotación continuada de tales fenómenos exige el mantenimiento de las características genéticas iniciales de las poblaciones cruzadas, sin cambios una vez detectados, ya que ni la heterosis ni la complementariedad son totalmente consolidables, siendo necesario reconstruirlos en cada generación.
  • Mediante el cruzamiento entre razas es también posible obtener nuevas razas sintéticas, líneas genéticas y razas compuestas especializadas, aplicando apareamientos selectivos planificados, ideales ante necesidades concretas

En resumen, la utilización de animales cruzados como reproductores de manera descontrolada, sin la existencia de una planificación, conduce inexorablemente a la generación de una nueva variabilidad genética incontrolable que dificulta enormemente la gestión de este recurso. Al contrario, la cría en pureza y el mantenimiento del registro genealógico, son signos de vertebración, organización y calidad del sector ganadero de un país.

Fuente: Elaboración propia a partir de FAOSTAT, consultada el 27/9/2018: http://faostat3.fao.org/

En consecuencia, la cría animal en raza pura se justifica tanto por sí misma, como estrategia válida y actual, como también por garantizar la permanencia de un recurso genético imprescindible para la planificación de cruzamientos específicos diseñados empíricamente para atender nuevas exigencias ambientales y sociales (véase la figura adjunta en la que se ilustran las decisiones básicas para elegir un programa de mejora genética). Estos planteamientos constituyen el soporte técnico para generar y mantener las poblaciones ganaderas existentes, cuyos efectivos globales se muestran en la tabla auxiliar.

Luis Miguel Ferrer
Departamento de Patologia Animal
 Facultad de Veterinaria - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

Colaboradores: Delia Lacasta y Juan José Ramos
Departamento de Patologia Animal
 Facultad de Veterinaria - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

El Servicio Clínico de Rumiantes (SCRUM) opera desde la Facultad de Veterinaria de Zaragoza y está adscrito al Hospital Veterinario de la Universidad de Zaragoza desde hace cinco años, aunque con anterioridad, desde el año 2003, ya venía colaborando con profesionales dedicados a la clínica y empresas relacionadas con la ganadería de rumiantes. El servicio está formado por tres Profesores titulares, firmantes del presente artículo, un becario de la Catedra Bantierra-Ruralia, una residente del European College of Small Ruminant Health Management y 20 alumnos internos de 4º y 5º curso del Grado en Veterinaria. Además, contamos con la colaboración de diferentes profesores especialistas de otras tantas áreas de estudio de nuestra Facultad y de otros centros de nuestra Universidad. 

Este servicio basa su razón de ser en cuatro pilares bien diferenciados, como son: la formación para los alumnos de los últimos cursos del Grado en Veterinaria y postgrado, el diagnóstico, como labor de apoyo a los veterinarios clínicos, la investigación aplicada al sector de los rumiantes y la difusión / divulgación de conocimientos generados para beneficio de los profesionales y empresas del sector: veterinarios, ganaderos, etc.

La actividad diaria del SCRUM se basa en el apoyo al diagnóstico clínico de los profesionales del sector, con una vocación clara de ayudar a los ganaderos, siempre a través de sus veterinarios, proporcionando un servicio de diagnóstico completo sin coste alguno. Desde que se creó el servicio, el número de casos clínicos recibidos en el SCRUM se ha ido incrementando año tras año y en la actualidad se reciben y estudian anualmente más de 300 animales, fundamentalmente pequeños rumiantes, procedentes de casos clínicos y de animales de desecho. La actividad investigadora deriva, por una parte, del estudio de los animales remitidos, que revierte de manera directa después tanto en los ganaderos como en los veterinarios clínicos, en forma de nueva información que permite mejorar diversos aspectos del sistema de producción del ganado ovino, y, por otra, deriva de los proyectos de investigación aplicada a problemas concretos o mediante la colaboración con empresas, cuyos resultados también trascienden al sector en forma publicaciones, patentes o aplicación directa de los nuevos conocimientos.

El SCRUM también pretende una labor de difusión y comunicación de la Universidad con la sociedad. Por una parte, tratamos de transmitir a nuestros alumnos el valor de la cultura, el saber hacer y el esfuerzo de nuestros ganaderos. Para ello, intentamos que conozcan de forma directa el medio rural a través de actividades como el trabajo en granjas ovinas, donde los estudiantes van a colaborar con los ganaderos en las temporadas de partos, o conviviendo con ganaderos trashumantes y recorriendo en su compañía y en la de sus ganados la Cañada Real Conquense, durante 24 días. 

Por otra parte, cada año, con toda la información generada, se elaboran artículos y hojas técnicas divulgativas, se organizan presentaciones para ganaderos y veterinarios en jornadas divulgativas, así como en congresos científicos nacionales e internacionales. En esta tarea de difusión tratamos de implicar a los alumnos internos para que adquieran práctica y destreza en la comunicación, siendo ellos los que exponen los casos que han trabajado de forma directa. Toda esta ingente cantidad de trabajo no podría ser llevada a cabo sin la colaboración de las 35 empresas e instituciones, ajenas a la universidad, que participan de una u otra manera en el funcionamiento del servicio.

Este es un sistema de trabajo que ha sido reconocido internacionalmente e incluso está siendo aplicado en algunas universidades europeas y americanas. Asimismo, en el año 2018, ha obtenido el reconocimiento, con el premio Francisco de la Reyna, del Ilustre Colegio de Veterinarios de Huesca y otro segundo premio, de la Alianza Agroalimentaria Aragonesa, por los servicios prestados y por la transmisión real de conocimiento e innovación que ha supuesto.

Finalmente, como muestra de los resultados, podemos afirmar que, prácticamente, el 100% de nuestros egresados están trabajando y que la primera residente formada en nuestra facultad ha sido la primera española diplomada en el European College of Small Ruminant Health Management mediante examen, siendo la más joven diplomada europea de este Colegio hasta la actualidad.

Ya hace años, Ortega y Gasset afirmó que las tres misiones fundamentales de la Universidad son: formar a los profesionales facultativos que la sociedad demanda; ser depositaria y difusora de la cultura de la época, y producir nueva ciencia y formar científicos. A estas misiones habría que añadir algunos planteamientos recogidos en nuestra legislación, como en la Ley Orgánica 4/2007 de Universidades, donde se indica que “las universidades, además de un motor para el avance del conocimiento, deben ser un motor para el desarrollo social y económico del país. Junto a la investigación básica, la universidad deberá impulsar la transferencia al sector productivo de los resultados de su investigación en coordinación y complementariedad con los demás agentes del sistema de ciencia y tecnología”. Esta misma Ley indica que “la investigación científica es fundamento esencial de la docencia y una herramienta primordial para el desarrollo social a través de la transferencia de sus resultados a la sociedad”. Nuestro equipo del SCRUM intenta seguir esta filosofía, formando profesionales preparados para trabajar en el mundo de la producción y sanidad animal, dando servicio y resolviendo problemas de la sociedad y generando ciencia y nuevos científicos.

Mª Victoria Falceto Recio
Departamento de Patologia Animal
 Facultad de Veterinaria - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
vfalceto@unizar.es

Un objetivo importante de la producción porcina es la transmisión a la descendencia de la continua mejora que se hace del potencial genético de los verracos y de las cerdas reproductoras. Hasta el siglo XX, la monta natural era la única alternativa en la cría del ganado porcino. En los años setenta y ochenta, se produjo en España la sustitución progresiva de la cubrición natural por la inseminación artificial con semen refrigerado. Sin duda, este cambio fue motivado por la continúa investigación en la mejora de los diluyentes seminales, los catéteres y la técnica de inseminación.

La reproducción asistida facilita el trabajo en las granjas y minimiza la transmisión de enfermedades por vía venérea. La inseminación artificial intracervical (IAC) deposita los espermatozoides directamente en el cervix del útero de la cerda mediante el uso de catéteres y dosis seminales, con la finalidad de conseguir gestación. A diferencia de la monta natural permite inseminar unas 20 cerdas con el eyaculado de un solo verraco, favoreciendo una difusión más rápida del progreso genético.

La figura del Dr. Santiago Martin Rillo (1952-2000) fue decisiva en la difusión de la inseminación artificial porcina en España y en el mundo. Este investigador impulso la profesionalización de los jóvenes veterinarios a través de libros y artículos científicos escritos en castellano. Además, organizó anualmente Congresos de reproducción porcina en los que participaban ponentes de todo el mundo y difundió la reproducción asistida entre los ganaderos, consiguiendo que éstos comprendieran mejor a los veterinarios.

Para mejorar la difusión genética de los reproductores ha sido determinante el desarrollo de la técnica de inseminación intrauterina poscervical (IAPC). Fue a partir del año 2005 cuando se empezó a utilizar en España y en poco más de 10 años se ha transformado en una técnica habitual para inseminar las cerdas multíparas de casi todas las explotaciones porcinas de cerdo blanco. La IAPC deposita el semen directamente en el cuerpo del útero, permitiendo utilizar menos de la mitad de espermatozoides por dosis seminal. Por tanto, con un eyaculado se pueda inseminar en el doble de cerdas multíparas que con la IAC, sin afectar negativamente al rendimiento productivo de la granja. Actualmente se han diseñado catéteres adaptados también al tamaño del aparato genital de las hembras nulíparas y su uso en la reposición se encuentra en plena expansión.

De forma simultanea a la inseminación intrauterina poscervical se puso a punto en España la técnica de inseminación intrauterina profunda (IAIUP) que deposita el semen al final de un cuerno uterino y por lo tanto requiere menos de la mitad de espermatozoides que la IAPC. Pese a ello, la IAIUP no ha sustituido comercialmente a la inseminación poscervical ya que es más laboriosa, el catéter es más caro y se obtienen resultados productivos semejantes. Sin embargo, la inseminación intrauterina profunda se hace imprescindible cuando se utiliza semen congelado en programas de selección genética. Además existe una variante del catéter que permite en las granjas de selección genética realizar la transferencia de embriones por vía no quirúrgica.

Además de inseminar con dosis seminales que contienen menor número de espermatozoides de mejor calidad, otro aspecto importante para que la mejora genética pueda llegar a un mayor numero de descendientes del verraco es la disminución del numero de inseminaciones artificiales realizadas durante el celo de una cerda, para así poder inseminar más cerdas con cada eyaculado recogido.

Los mejores rendimientos de fertilidad y prolificidad se producen durante las 6 horas previas a la ovulación. El celo en la cerda dura entre 1 y 3 días y la ovulación no presenta signos externos. Por tanto,  el éxito reproductivo se basa en realizar varias inseminaciones desde que muestra inmovilidad ante la presencia del verraco recela hasta el final del estro, para intentar que una de ellas se aproxime lo mas posible al momento de la ovulación. La media de inseminaciones por hembra en celo en España es 2,4, pero pueden llegar a hacerse 4-5.  Actualmente se considera que en la mayoría de las ocasiones, solo son necesarias dos inseminaciones separadas por 24 horas.

Existen dos tecnologías diferentes para realizar una sola inseminación por cerda en celo. La primera, en plena difusión comercial, es la inducción hormonal de la ovulación con análogos de la GnRH acompañada de  inseminación única a tiempo fijo. La segunda, todavía en investigación, es la utilización de una dosis única de semen encapsulado, que se libera lenta y secuencialmente a lo lago del celo, asegurando que haya espermatozoides en el oviducto en el momento de la ovulación. Ambas técnicas facilitan la utilización de semen de un solo padre por celo de la cerda o incluso por lote de cerdas inseminadas, difundiéndose ampliamente las características genéticas del verraco.

Los resultados de futuras investigaciones podrán facilitar la incorporación a nivel comercial de la inseminación artificial con semen de alta capacidad fecundante y con semen sexado. La selección del sexo de las camadas permitiría manejar los esquemas de selección, desviándolos hacia un sexo u otro según las necesidades de cada granja.

Tiziana de-Magistris
Unidad de Economía Agroalimentaria y de los Recursos Naturales
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
tmagistris@aragon.es

Según una frase que se le atribuye al científico Albert Einstein, si las abejas desaparecieran, a la humanidad le quedarían solamente cuatro años de vida, porque “sin abejas, no hay polinización, no hay agricultura, no hay alimentos, no hay animales y, por lo tanto, tampoco humanos”.  En concreto, el cambio climático con las altas temperaturas, los bruscos cambios de tiempo, la varroa (el parasito que provoca la muerte de la colmena) y, finalmente, la fuerte crisis que está afectando al sector apícola aragonés, son circunstancias muy alarmantes.

Por estas razones, pienso que cada uno de nosotros, de tener la posibilidad, puede hacer una contribución pequeña o grande a la causa, para que esta preciosa “mascota” pueda, no solamente sobrevivir en su entorno natural y preservar la biodiversidad, sino también seguir generando, con su labor, un valor económico para los apicultores, cuya presencia hace que la España rural esté menos “vacía”.

Estos pensamientos me motivaron a presentar el proyecto FITEMIEL: recuperar la miel para recuperar el territorio ya que, como científica, consideré que el proyecto podría ser una buena oportunidad para generar conocimiento científico útil para el sector apícola de Teruel.

En concreto, el proyecto FITEMIEL está financiado con fondos FITE (PLATEA I+D), y tiene como objetivo general incrementar el grado de profesionalización del sector apícola de Teruel y su posición competitiva.

El sector apícola aragonés tiene la necesidad de incrementar su grado de profesionalización, para que pueda explotar su potencial como actividad generadora de empleo y, por tanto, servir como un instrumento de fijación de la población rural y de preservación de la biodiversidad.

El primer paso fue elaborar un análisis DAFO del sector apícola ya que, hasta el momento en que presenté la memoria del proyecto, no se había elaborado ningún análisis del diagnóstico. El diagnóstico del sector evidenció que la apicultura turolense tiene un gran atractivo, no solo para el desarrollo económico, sino también para el desarrollo social de la región y la preservación de sus recursos forestales. En concreto, la miel de Teruel presenta una calidad excepcional debido a la presencia, sobre todo, de vegetación de romero y de tomillo, muy apreciada tanto por los intermediarios como, especialmente, por el consumidor final. 

Sin embargo, una serie de características estructurales han actuado como barreras para el crecimiento del sector y, por tanto, influido en su bajo grado de profesionalización. Por un lado, se trata de un sector muy atomizado, que se caracteriza por la existencia de un gran número de pequeños apicultores, dispersos geográficamente, que no realizan acciones conjuntas. Además, la mayor parte de los apicultores llevan a cabo su actividad de manera artesanal o semi-artesanal, con un bajo grado de profesionalización.

Puesto que el volumen de producción del sector es limitado, pero de gran calidad, hasta el momento generan poco valor agregado, ya que la mayor parte de la miel se comercializa a granel a través de intermediarios o de la venta detallista desde casa, y solo un número muy marginal de apicultores cuentan con un registro sanitario que les permite transformar y envasar la miel con una marca propia.

Otra barrera de crecimiento es el modelo de negocio que los intermediarios mayoristas han desarrollado en la zona. Este modelo se centra en la compra de mieles de muy buena calidad a precios bajos, para su exportación a precios altos, y la importación de mieles más baratas y de baja calidad para su comercialización en los mercados nacionales. Esta situación favorece que la poca producción destinada al consumo local no pueda competir con los precios de las mieles importadas. Esto resulta especialmente grave porque el 70% de la miel comercializada en el mercado nacional se compra en supermercados y grandes superficies por consumidores con un nivel de conocimiento bajo sobre el producto, que pagan el precio más bajo en comparación a otros canales de comercialización. Esta situación establece las condiciones para que, tanto intermediarios, como consumidores finales, sean quienes tengan el mayor poder para negociar precios de venta y, por tanto, sean ellos quienes modulen la rentabilidad de las explotaciones apícolas.

 Asimismo, hay que agregar que, hoy en día, el sector apícola turolense cuenta con una normativa sobre el etiquetado de la miel que, indirectamente, favorece la compra por parte de un consumidor de miel mezclada con mieles más baratas y de peor calidad, procedentes de los países asiáticos. En el momento de la compra de la miel en el supermercado, el consumidor desconoce la calidad de la misma. Lamentablemente, parte del desconocimiento del consumidor se debe también a un etiquetado poco claro sobre la procedencia de la miel que consume. En virtud de la normativa vigente, se obliga a que en la etiqueta se mencionen el país o los países de origen en que la miel haya sido recolectada. En el caso de las mezclas, si las mieles proceden de más de un Estado miembro o de un tercer país, la mención relativa al origen podrá sustituirse, según proceda, por las menciones «mezcla de mieles de la UE», «mezcla de mieles no procedentes de la UE» o «mezcla de mieles procedentes de la UE y no procedentes de la UE».

En este contexto normativo, en el caso de mezcla de miel, el consumidor desconoce el país de procedencia de las mieles porque, hasta el momento, la normativa no obliga a proporcionar información detallada acerca de los países de procedencia de la miel y, en concreto, sobre los porcentajes utilizados de cada país. Además, en la etiqueta no se especifica tampoco si la miel ha sido pasteurizada o microfiltrada.

A todo esto, se tiene también que añadir que, aunque exista el marco regulatorio para la comercialización de miel con calidad diferenciada mediante la etiqueta “C’alial”, no hay ningún apicultor que utilice esta etiqueta, entre otras razones, porque la mayor parte de la miel se vende a intermediarios y no a consumidores finales.

Frente a esta situación, los apicultores de Teruel tendrían que diseñar estrategias de comercialización eficaces para posicionar de manera competitiva sus mieles en el mercado. Por lo tanto, con el fin de poner en valor la miel de Aragón y, en particular, la de Teruel, se ha procedido con la segunda etapa del proyecto, analizando el comportamiento del consumidor hacia mieles con distintas etiquetas de origen, floral y geográficos. Los resultados de este estudio serán el contenido del siguiente artículo.