Gabriel Sevillano Jiménez
SUEZ Agriculture S. L.
gabriel.sevillano@suez.com

Desde Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) en su conocida frase “la agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”, hasta el Papa Francisco quien aseguró que “de verdad no hay humanidad sin cultivo de la tierra; no hay vida buena sin el alimento que esta produce para los hombres y mujeres de cada continente”, ambas figuras destacan la capital importancia de la agricultura.

Sin embargo, en la actualidad los agricultores se enfrentan a una serie de retos que condicionan el desempeño de sus labores.

¿A qué retos se enfrentan los agricultores?
Desde la elección del tipo de cultivo hasta su recolección, en el ciclo de producción agrícola existen muchas fases que requieren de la atención y el cuidado de un profesional entregado, capaz de resolver imprevistos de cualquier tipo, y que disponga de las herramientas tecnológicas e infraestructuras óptimas.

Los principales retos en estas fases son: mejorar la calidad de vida del agricultor, la gestión de los recursos, conseguir mayor eficiencia, obtener mayor rentabilidad a los cultivos y el cambio climático, entre otros.

La modernización de regadíos: la respuesta a los retos del agricultor
Durante las Jornadas Profesionales San Isidro 2018 celebradas por el Ayuntamiento de Épila (Zaragoza) tuve la oportunidad, en calidad de gerente de Agricultura en SUEZ Agriculture, de realizar una ponencia dirigida a Comunidades de Regantes con el título «Etapas de la modernización del regadío». Tanto los ponentes como los asistentes a la Jornada convenimos que “la modernización de regadíos es importante y merece la pena invertir en ella”.

Aumento de la calidad de vida del agricultor
Una modernización de regadíos exige que previamente se haya realizado una correcta concentración parcelaria. Mediante la concentración parcelaria se elimina la dispersión de pequeñas parcelas, repercutiendo directamente en un beneficio para el agricultor ya que puede agrupar y organizar de manera más eficiente las labores a realizar en sus cultivos, ahorrando en costes económicos.

La modernización de regadíos por lo tanto mejora la calidad de vida de los agricultores porque elimina la necesidad de trasladarse entre parcelas distantes. Además, al permitir automatizarse los procesos de riego el agricultor puede disponer de un valioso tiempo que antes hubiese necesitado para atender los sistemas de riego tradicionales.

Gestión de los recursos
El trabajo agrario requiere una gran cantidad de suministros para su correcto funcionamiento. No podemos pensar únicamente en la compra de materiales, también es necesario tener en cuenta todos los insumos que hay que aportar para obtener el resultado de una buena cosecha; agua, energía, fertilizantes, fitosanitatios, etc.

En situaciones de escasez de agua, como a la que nos tocó enfrentarnos la campaña de riego del año pasado, se hace mayor hincapié en la necesidad de optimización de los recursos y el uso más eficiente del binomio agua – energía.

A la vista del imparable crecimiento demográfico de la población mundial y considerando la realidad de que la superficie de tierra productiva es finita, estamos obligados como sociedad a producir más con menos recursos. Esto se evidencia cuando se emplean sistemas de riegos eficientes, como el goteo o la aspersión, mediante los cuales se consiguen obtener más kilos de alimentos utilizando los mismos recursos.

La modernización de regadíos permite una gestión mejorada del consumo de agua. A través de un uso mucho más localizado y mejor medido, el agricultor puede conocer al detalle cuánta agua necesita utilizar y distribuirla con mayor precisión.

Conseguir mayor eficiencia
Esta es una de las principales razones por las que la modernización de regadíos se plantea como una solución para los campos de cultivo.

Estudios internacionales (FAO) revelan que la pérdida de agua desde que sale del embalse hasta que llega a la finca es de entorno un 50 - 60 %, por lo que se hace fundamental una correcta gestión de riego, optimizar las infraestructuras y canalizaciones, tanto desde el embalse a la finca, como en la propia explotación para lograr una mayor eficiencia en el uso del agua.

Para producir una manzana con regadío a manta (inundación) se consumen 70 litros de agua, cantidad que baja a 17 litros por manzana cuando se apuesta por un regadío optimizado con riego por goteo y la aplicación de sensores y tecnología que, además, “aumenta las producciones y mejora su calidad”.

La modernización de regadíos permite una gestión del agua mucho más eficiente y, por tanto, unos cultivos más provechosos y productivos. Una importante ganancia para los agricultores.

Obtener mayor rentabilidad a los cultivos
Desde Fenacore (Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España) se defiende que una hectárea de regadío produce seis veces más que una de secano y genera una renta cuatro veces superior. Además los ingresos son más altos debido a la mayor diversificación de producciones, ya que evita el riesgo de monocultivo de secano.

Por otro lado, la tecnología aplicada a los regadíos modernos permite ahorros en la finca, ya que solo se aporta el agua necesaria y en el momento en el que la planta más lo necesita.

La modernización de regadíos permite que el consumo de agua y demás insumos puedan ajustarse notablemente, reduciendo el gasto asociado, por lo que el agricultor puede obtener un mayor rendimiento económico de sus producciones.
 
Cambio climático: el agricultor, principal defensor del medio ambiente
La anterior Directora General de Desarrollo Rural y Política Forestal del Ministerio, Esperanza Orellana, comentaba que el uso de la tecnología y la modernización de regadíos son “imprescindibles” en un escenario como el actual de sequía, agudizado por el cambio climático, “en el que es necesario adaptarse a una mayor irregularidad en las precipitaciones”.

Desde el punto de vista más pragmático, el agricultor es el principal interesado en la defensa del medio ambiente; su sustento está ligado a la tierra que cultiva.

La figura del agricultor representa en la actualidad al mayor combatiente contra la despoblación del medio rural, ya que desempeñando sus labores genera actividad en los pueblos y garantiza su supervivencia. Al evitar el abandono de las tierras se realiza un mantenimiento preventivo frente a los temidos incendios. Además, la creciente presión de los distintos organismos internacionales fuerza  un viraje a técnicas más sostenibles en los próximos años.

La modernización de regadíos permite  adecuarse a las legislaciones climáticas impuestas por la Unión Europea.

Conclusión
En mi opinión, la situación actual del agricultor requiere de la tecnificación y profesionalización del sector, empleando sistemas de regadío más eficientes que permitan las sostenibilidad económica, social y medioambiental de la agricultura.

En este sentido, se organizan jornadas, congresos y demás encuentros entre las distintas comunidades de regantes, donde el tema principal de debate lo ocupa la modernización de regadíos, como ocurrió en la XX Jornada Informativa de Riegos del Alto Aragón.

Dicho esto, en SUEZ Agriculture acompañamos y asesoramos a los empresarios agrícolas en todo el proceso de modernización de regadíos, por lo que pueden contar con nosotros como aliados en la actualización de sus campos.

Mª Auxiliadora Casterad Seral
Unidad de Suelos y Riegos (asociada a EEAD-CSIC)
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)

Hoy día las tecnologías de información geográfica, concretamente la teledetección y los Sistema de Información Geográfica ya están presentes en la agricultura ¿Quién no ha visto una imagen de satélite? ¿Quién no ha oído hablar de las aplicaciones de los drones? ¿Quién no consulta cotidianamente las predicciones meteorológicas y está familiarizado con las imágenes del Meteosat? ¿Quién no ha visualizado su parcela o explotación en el SIGPAC, en Google Maps o Google Earth...? Lo que hace unos años parecía inalcanzable, cosa de expertos o de científicos, es cada vez más una realidad en el mundo agrario.

Los gestores del agua son conscientes de ello y saben el gran potencial de estas tecnologías. Por eso demandan herramientas basadas en ellas que permitan mejorar el uso de este recurso tan estratégico para el desarrollo económico y social. En los regadíos aragoneses, las aportaciones de agua son irregulares con periodos de escasez en los que deben adoptarse limitaciones a su consumo para intentar asegurar el suministro de agua hasta final de la campaña riegos. Además, existe un previsible aumento de las demandas de agua ante la implantación de nuevas zonas regables e intensificación de los cultivos con las dobles cosechas cada vez más habituales. Los gestores de las comunidades generales de regantes, por tanto, se ven obligados a tomar constantemente decisiones, en ocasiones críticas y difíciles, sobre la concesión y distribución del agua. Ante esta situación las comunidades de regantes han apostado por la innovación tecnológica e institucional con nuevos instrumentos que permitan mejorar la gestión del agua, favorezcan su uso y un reparto más eficiente, y ayuden a aportar soluciones a problemas concretos.

 

Un ejemplo de la integración de nuevas tecnologías en la toma de decisiones relacionadas con la planificación y manejo del agua en grandes zonas regables es el Modelo de identificación de cultivos y su desarrollo aplicado a la gestión del agua en Alta en comunidades de regantes mediante teledetección (Modelo IC+AG) desarrollado dentro del Programa de Desarrollo Rural de Aragón 2014-2020 por el Grupo de Cooperación compuesto por La Comunidad General de Regantes del Canal de Aragón y Cataluña (CAYC) que es la coordinadora, La Lonja Agropecuaria de Binéfar, el CITA y SARGA (2016-2018). Las experiencias previas en la monitorización y seguimiento del desarrollo de cultivos con teledetección en la Zona Regable del Canal de Aragón y Cataluña (https://citarea.cita-aragon.es/citarea/handle/10532/3980) desarrolladas en Convenios de colaboración del CITA con CAYC animaron a incorporar la teledetección en la modelo a desarrollar.

El proyecto surge ante la necesidad de tener un modelo de previsión de desarrollo de la campaña de riego. El objetivo es conocer los cultivos existentes y tener una previsión para cada cultivo de sus demandas de agua que permita establecer una curva previsible de demandas a medio plazo en la Zona Regable. El Modelo IC+AG implantado consta de tres secciones, Identificación de cultivos (IC), Gestión del agua (GA) y Difusión de resultados (Geoportal Web), e integra información derivada de los satélites Sentinel 2 y/o Landsat 8 ─ mapas de cultivos y las series temporales del índice de vegetación─ combinada con información geoespacial (información de campo y territorial) y datos meteorológicos de las redes de estaciones agrometeorológicas SiAR y RuralCat (http://rica.chil.org/post/modelo-teledeteccion-ic2bga-247844).

 

La Unidad de Suelos y Riegos del CITA desarrolló la aplicación del modelo de previsión de demandas de agua a varias semanas vista. Para ello, preparó el programa RIDECO-Zonas de riego. La herramienta, basada en el programa RIDECO (http://digital.csic.es/handle/10261/45608), realiza estimaciones a partir de diferentes escenarios de cultivo y sistemas de riego para diferentes estaciones meteorológicas en la zona de estudio. RIDECO-Zonas de riego consta de tres módulos: Módulo 1- Adquisición automática de información de las estaciones meteorológicas, Módulo 2- Incorporación de información de cultivos y riego tipo; y Modulo 3- Superficies de cultivo, Cálculo de necesidades y volúmenes de riego. Estos tres módulos se adaptaron para su aplicación en la previsión de demandas en la CAYC, integrándose como principal novedad la información de cultivos obtenida con teledetección y la determinación de volúmenes de riego.

Actualmente también está en marcha el proyecto PDR-Grupos de Cooperación Implantación de un modelo de gestión integral de recursos hídricos en comunidades de regantes el Modelo (Integra2) liderado por La Comunidad General de Riegos del Alto (2018-2020). Las dos iniciativas indicadas, Modelo IC+GA e Integra2, son un buen ejemplo de incorporación de herramientas innovadoras en la planificación y gestión del uso del agua en las comunidades de regantes.

Miguel Tejero Juste
Riegosalz
comercial@riegosalz.com

Las áreas de regadío de España están en constante mejora de sus infraestructuras y de su forma de gestionar el agua, aunque la velocidad de este cambio es muy diferente entre unas zonas y otras.

Las más activas en la actualidad son las grandes zonas regables impulsadas a lo largo del siglo XX en las que, en pocas décadas, se han desarrollado cambios muy importantes que han transformado totalmente el paisaje, el perfil del regante y la forma de utilizar el agua. El cambio más importante ha sido el llamado “Modernización de regadíos”, asociado normalmente a un cambio de sistema de riego para pasar de riego por gravedad a riego presurizado. Dentro de ese cambio, realmente, hay más cosas; no sólo se trata de cambiar el sistema de aplicación del agua en la parcela sino que también se produce un cambio en la  distribución, gestión y aprovechamiento del recurso. Y un objetivo fundamental, que la sociedad no suele valorar, que es mejorar la viabilidad de las explotaciones agrarias situadas en esas zonas regables.

Por otro lado, existen algunas zonas de regadío en las que en apariencia ese cambio no se produce y, por sus usos y costumbres, se quedan ancladas en el pasado sin evolucionar hacia otros escenarios de uso del agua. Son la Huertas Tradicionales; ubicadas desde hace siglos en las terrazas fluviales de los ríos principales, en las tierras más fértiles y con mayor disponibilidad de agua y que, sin embargo, languidecen hacia un abandono total de la actividad agraria sobre ellas.

Sin embargo, hay algunas experiencias que dan una perspectiva de optimismo para que estas zonas de regadío tradicional puedan subirse al tren de la modernización sin perder su esencia y alcanzando niveles de eficiencia envidiables.

Uno de esos ejemplos es la Comunidad de Regantes de la Huerta de Pina (Zaragoza), situada a 40 km al Sureste de la capital, en la comarca de la Ribera Baja del Ebro. Esta comunidad capta en su toma el agua concedida para el riego de 1.530 ha a las que llega mediante una red de distribución por gravedad (sin consumo energético) que se ramifica desde el canal principal hasta las parcelas.

Tradicionalmente, el reparto de esa agua se realizaba de forma manual; mediante la modificación de la apertura de las compuertas principales, y tajaderas dispuestas a lo largo de la red. Ésta era una operación que demandaba mucha mano de obra y en la que cualquier cambio o adaptación suponía un esfuerzo importantísimo de coordinación entre regantes y personal de gestión. Esta falta de elasticidad provocaba un mal uso del agua, una enorme demanda de mano de obra y, por si fuera poco, un estrés hídrico muy importante en los cultivos con turnos de riego inasumibles para los productos de mayor valor.

Sin embrago desde el año 2007, esa situación cambió,  ya que la Comunidad de Regantes de la Huerta de Pina finalizó su proceso de “Modernización de regadíos” pero con el valor excepcional de que no se cambió el sistema de riego. Su proceso incluyó una concentración parcelaria, rediseño de la red de distribución y de drenaje y una automatización de los elementos de control de la red principal pero la aplicación del agua en la parcela continuó siendo a manta.

De esta forma, los regantes pasaron a planificar sus riegos prácticamente a la demanda y el personal técnico programaba la actuación de sus compuertas de forma remota. Esto mejoró  notablemente las condiciones de trabajo y del uso del agua pero todavía quedaba un asunto pendiente. Los regantes debían acudir a la parcela antes y después de cada riego para mover sus tajaderas y dejarlas en las condiciones requeridas. Por lo tanto era un proceso que todavía involucraba mano de obra, requería que el regante estuviera en el momento preciso en el campo (a la hora que sea), y que si esa vigilancia se descuidaba, se pudieran producir pérdidas operacionales de entre un 8 y un 15%.

Para resolver esta situación se puso en marcha en el año 2016 el PROYECTO PILOTO DE AUTOMATIZACIÓN Y TELECONTROL DE RAMALES TERCIARIOS EN REDES DE DISTRIBUCIÓN DE AGUA DE RIEGO A LÁMINA LIBRE, del grupo de cooperación “Modernización del regadío tradicional”, formado por la Comunidad de Regantes de la Huerta de Pina, Riegosalz, el CITA y la Estación Experimental de Aula Dei.

El objetivo de este proyecto era diseñar y evaluar una tecnología que permitiera actuar sobre las tajaderas de parcela de forma automática y mediante el telecontrol. Se conseguiría así un escenario homólogo al que sucede en las zonas de riego presurizado de última generación, en las que la Comunidad de Regantes controla la apertura y consumo de los hidrantes y hasta los sectores de riego en parcela.

El resultado del proyecto han sido dos prototipos viables de motorización de tajaderas existentes con alimentación solar y sistemas de comunicación GSM/GPRS y Radio Lora. Los equipos mantienen conexión a tiempo real con el Puesto Central de Control desde el cual se producen las órdenes y se gestiona el estado de la instalación. Los elementos diseñados permiten que el usuario maneje las compuertas de forma que la labor del riego se puede realizar a distancia y encadenada, sin pérdidas operacionales. Estos prototipos se van a reproducir en el resto de la Comunidad hasta lograr la automatización completa de su red de riego en los próximos años.

Nery Zapata Ruiz 
Departamento Suelo y Agua
   Estación Experimental de Aula Dei 
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

Introducción
Los costes eléctricos del riego presurizado han experimentado un fuerte incremento en la última década, poniendo en riesgo la viabilidad de muchas explotaciones recién modernizadas. La investigación realizada en el grupo Riego Agronomía y Medio Ambiente de la Estación experimental de Aula Dei-CSIC, analiza la reducción de la presión de trabajo en el aspersor como una alternativa para reducir los costes de la factura eléctrica.

Los ensayos
Para ello se realizó un diseño experimental en el que se analizaron tres tratamientos, uno de presión estándar en boquilla, 3 kg/cm2, y dos de baja presión, 2 kg/cm2. En los tratamientos de baja presión se incrementaron los tamaños de las boquillas que equipaban los aspersores, de forma que la pluviometría de los tres tratamientos era igual, 5,2 mm/h. El ensayo se realizó sobre un cultivo de maíz a lo largo de tres campañas de cultivo, 2015, 2016 y 2017. Los tres tratamientos se regaban a la vez, asegurando una dosis y unas condiciones de riego similares. Se evaluó la calidad del riego (uniformidad y pérdidas de agua por evaporación y arrastre) instalando mallas pluviométricas en cada tratamiento en la campaña 2016 y 2017. Se analizó el crecimiento del maíz, el rendimiento en grano y sus componentes.

Foto 1. Riego del ensayo con la malla de pluviómetros para caracterizar la calidad del riego.

Los resultados
Los resultados de las tres campañas de cultivo de maíz indican que la reducción de la presión de 3 a 2 kg/cm2 en boquilla de aspersor no afecta a la producción del cultivo de maíz, ya que no se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre ambos tratamientos de presión. Además, también se concluyó que la cubierta vegetal del maíz tiene un efecto relevante en la distribución del agua de riego. La cubierta vegetal suaviza las diferencias de uniformidad del agua de riego que llega al cultivo entre los tratamientos de presión estándar y baja presión, de forma que al final, la distribución del agua que llega al suelo no es muy diferente entre tratamientos. Con todo ello se puede afirmar que la reducción de presión en boquilla de aspersor de 3 a 2 kg/cm2 ahorra energía, manteniendo los estándares de calidad en el uso del agua y en la producción del cultivo, lo que incrementa el beneficio neto de las explotaciones.

Foto 2. Cosecha del ensayo experimental del maíz con cosechadora comercial. Primero se cosechan los pasillos del experimento y se dejan las doce subparcelas experimentales que se cosechan de forma individual para determinar su peso en grano.

Estos resultados de la investigación obligan a revisar los diseños de nuevas zonas regables en los que no es necesario que toda la superficie se riegue con presión estándar (3 kg/cm), ya que las zonas más desfavorables en cuanto a presión pueden regarse de forma satisfactoria a baja presión (2 kg/cm). Esta alternativa de riego a baja presión es especialmente atractiva si podemos ahorrarnos la instalación de la estación de bombeo.

Los resultados de los ensayos en parcelas experimentales se trasladaron a parcelas comerciales de la Comunidad de Regantes (CCRR) de Almudevar. Se seleccionaron dos parcelas con el mismo diseño de riego en parcela y se ajustaron los tamaños de boquillas para aplicar la misma dosis. En ambas parcelas que se sembró maíz de ciclo largo. Una se regó con la presión estándar (3 kg/cm) y la otra a baja presión (2 kg/cm). Los resultados de los ensayos en las parcelas comerciales fueron similares a los encontrados en las parcelas experimentales.

Actualmente se está analizando el efecto de la reducción de la presión de trabajo en boquilla en un cultivo de porte bajo, la alfalfa. El diseño experimental es el mismo que en el ensayo de maíz. Los resultados preliminares del primer año de cultivo indican que la producción de alfalfa tampoco se ha visto afectada por la reducción de la presión, siendo la producción de heno seco estadísticamente similar en los dos tratamientos de presión en boquilla.

La investigación ha sido financiada por los proyectos: Diseño, gestión y control medioambiental de regadíos modernizados por aspersión en el valle del Ebro (AGL2013-48728-C2-1-R); Optimización del uso del agua y de la energía y control del mejillón cebra en sistemas de riego presurizado por aspersión (AGL2017-80497-R) y el PDR-Aragón 2016-2017 grupo de cooperación: “Riego por aspersión a baja presión en coberturas de riego existentes”.

Jesús Ollés Grúas
    Agricultura Técnica y Desarrollo Rural S.L
jesolles@agriculturatecnica.es

Es difícil de imaginar un sector productivo donde las tecnologías no hayan hecho su aparición y hayan aportado beneficios y el agrario no está siendo una excepción y el nuestro no es una excepción. Podemos ir borrando el estereotipo de un agricultor que no sea un profesional. Ya en este momento una buena parte de los agricultores se han transformado en empresarios y están utilizando todas las oportunidades que tengan a su alcance para rentabilizar sus explotaciones, incluidas las nuevas tecnologías. Eso sí, cuando estén maduras y su precio sea competitivo y el beneficio económico compense la inversión.

En este inicio de siglo XXI los ejemplos de modernización entre los agricultores cada vez son más y una nueva generación está ya al frente de explotaciones. Esta generación ya utiliza las nuevas tecnologías. Internet y los teléfonos inteligentes les están proporcionando información muy útil para su gestión.

Por otro lado, los grupos de cooperación del PDR 2016-2020 nos están abriendo la puerta a la posibilidad de transferir tecnologías al sector que de otra manera necesitaría de más tiempo y elevados esfuerzos de comunicación. También pueden ser la punta de lanza que permita cribar las tecnologías más útiles para el sector de las que pueden necesitar de más tiempo para alcanzar su madurez.

En nuestro caso, desde agricultura técnica y desarrollo rural s.l, hemos participado en el grupo denominado “manejo eficiente del riego mediante la monitorización con sondas de humedad y teledetección” vinculado a la aplicación de las nuevas tecnologías, sensores remotos y la conectividad que permite hoy en día internet. (La información detallada sobre el proyecto se encuentra en https://www.sondashumedadregadio.es/)

La innovación potencial del Proyecto se enfoca en la monitorización del suelo y planta mediante sensores para mejorar la gestión del regadío de manera que se generen sistemas agrícolas más eficientes y medioambientalmente sostenibles. 

De todos los parámetros monitorizables mediante sensores, uno de los que proporcionan más información y que al mismo tiempo cuenta con tecnología asequible y fiable para la obtención de datos, es la humedad del suelo. El objetivo es monitorizar las reservas de agua que hay en cada momento dentro de la zona radicular y el ritmo de absorción de agua por parte del cultivo.  La utilización de sensores de humedad para controlar la cantidad de agua (contenido volumétrico: m de agua/m de suelo) resulta interesante para mejorar la gestión del riego, ahorrar energía y también para evitar pérdidas por percolación de fertilizantes puesto que nos permiten conocer la siguiente información.

Así pues, mediante la instalación de 15 sensores de humedad en la Comunidad General de Regantes de Bardenas y 11 sensores en la Comunidad de Regantes de Mequinenza (los dos socios beneficiarios del proyecto) se han monitorizado, entre otros, los siguientes eventos:

  • Ritmo y profundidad de absorción de agua por la planta.
  • Situaciones de estrés hídrico.
  • Balance de agua en el suelo.
  • Movimiento del agua en el perfil.
  • Problemas de infiltración, capa freática y escorrentía.

Y todo lo anterior aparece como de vital importancia en un momento en el que nos encontramos con alarmantes variaciones en el régimen de lluvias (el inicio seco de esta primavera 2.019 ha mantenido a los agricultores del regadío en vilo) y los golpes de calor pueden afectar a la producción, como hemos comprobado en los veranos de 2.016 y 2.017.

 

Imagen del equipo transmisor de la información de los sensores de humedad instalado en campo sembrado con maíz. Sos del Rey Católico (Zaragoza).

Y como muestra un botón, tal y como detallamos en el artículo “Sensores de humedad para el riego eficiente. Resultados en maíz y alfalfa.” publicado en el blog del proyecto nos encontramos con las siguientes lecturas de los sensores de humedad:

Lecturas de los equipos de humedad. La recta de color verde se corresponde con Capacidad de Campo y la recta de color marrón con el Punto de Recarga.

La variabilidad en el régimen de precipitaciones (se partía de una alta humedad del suelo como consecuencia de tormentas a inicios del mes de junio) con un golpe de calor a mediados de mes trajo consigo una disminución de la humedad del suelo a pesar de las dosis de riego aportadas. Afortunadamente, las tormentas de finales de mes junto con el riego aportado llevaron la humedad del suelo por encima de PR (punto de recarga).

Es importante tener en cuenta que los períodos sensibles de desarrollo de cultivo del maíz, como la floración y el llenado de granos temprano, tienen lugar cuando las plantas están más susceptibles a las situaciones estresantes, por ejemplo, luz, agua o nutrientes insuficientes. Por tanto, en este tipo de suelos es muy importante controlar que la humedad no descienda del punto de recarga.

Farida Dechmi
Unidad de Suelos y Riegos (asociada a EEAD-CSIC)
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
fdechmi@aragon.es

Cada día resulta más crucial la necesidad de la información en la toma de decisiones sobre la gestión de los recursos naturales. Sin embargo, existe un vacío importante entre la información que se necesita y la que se genera tradicionalmente mediante la investigación experimental. Para este propósito una herramienta como los modelos de simulación es de gran utilidad. Sin embargo, para que las predicciones de los modelos resulten fiables, y tengan una utilidad práctica éstos han de ser adecuadamente calibrados y validados para las condiciones en que se pretenden utilizar.

Los modelos de simulación están considerados como herramientas que facilitan la toma de decisiones para seleccionar la mejor alternativa que se puede lograr con una combinación de recursos y manejos. También son muy útiles para describir, explicar o comprender mejor la realidad, cuando es imposible trabajar directamente a tiempo real ya que permiten simular procesos difíciles de medir o prever determinadas situaciones sin necesidad de esperar a que éstas se produzcan. Y, sobre todo, son herramientas que permiten evaluar una situación de una forma rápida y poco costosa, lo que permite reducir mucho los trabajos experimentales y ahorrar tiempo y dinero.

En el ámbito agrícola, la tendencia actual es desarrollar o utilizar modelos que permiten optimizar la producción, planificar las actividades agrícolas y la gestión de los insumos de producción considerando sus impactos medioambientales. Esto debido a la presión actual derivada del marco legal europeo que regula la contaminación de las aguas de origen agrícola como las Directivas 91/676/CE, 2000/60/CE y 2006/118/CE. En ellas se aboga por la obtención y mantenimiento del buen estado ecológico de las masas de agua en los países pertenecientes a la UE. Esta legislación está orientada más bien hacia la contaminación por nitratos. Sin embargo, se ha visto que, de los nutrientes utilizados en la agricultura, el fósforo (P) es el elemento que, con mayor frecuencia, limita el desarrollo de la vegetación acuática. Por otra parte, en cantidades superiores a determinados umbrales puede causar la eutrofización de las masas de agua (Figura 1). El proceso de la eutrofización puede comenzar a partir de contenidos de P tan bajos como 0,02 mg L. De hecho, el transporte del fósforo desde el suelo a los sistemas acuáticos superficiales implica, a menudo, serias consecuencias sobre los parámetros de los que depende la calidad medioambiental.

Figura 1. Desagüe cubierto de algas y plantas acuáticas (aguas eutróficas).

En este sentido, estamos utilizando en la Unidad de Suelos y Riego (CITA) modelos hidrológicos que permiten simular los flujos de transporte de los solutos como los nutrientes (N y P) con el objetivo de contribuir a reducir el impacto de la agricultura sobre la calidad del agua de los flujos de retorno de riego. Uno de nuestros trabajos que están relacionados con la modelización del transporte de P desde los campos agrícolas hacia las aguas superficiales se hicieron con el modelo SWAT (siglas de Herramienta para la Evaluación del Suelo y Agua en inglés). Es uno de los modelos de simulación de hidrología y transporte de solutos más conocidos en el mundo de la investigación. SWAT ha demostrado ser una herramienta eficaz para la evaluación de los recursos hídricos y la cuantificación de la contaminación difusa a través el mundo. Una de las características más relevantes de este modelo es su alta sensibilidad a pequeños cambios en los parámetros de entrada. Esta característica es muy útil a la hora de simular escenarios de buenas prácticas agrícolas.

Sin embargo, el uso de este modelo en una cuenca ubicada dentro del sistema de Riego de Alto Aragón (Huesca) mostró que el modelo no es capaz de reproducir correctamente los flujos de retorno de riego de esta cuenca. Por lo tanto, se modificó el código fuente de este modelo para adaptarlo a las condiciones del regadío del Valle Medio del Ebro. La comparación entre los resultados del modelo original (SWAT) y el modelo modificado (SWAT-IRRIG) muestra claramente la mejora de la predicción de los flujos de retorno de riego a la salida de la cuenca considerada (Figura 2).    

Figura 2. Volumen de los flujos de retorno de riego mensuales (FRR) medidos y simulados mediante los modelos SWAT original y modificado SWAT-IRRIG.

En este trabajo, se han simulado un total de 20 escenarios de buenas prácticas agrícolas (BPA) mediante el modelo SWAT-IRRIG previamente calibrado y validado.  La combinación de diferentes BPA relacionadas con el manejo de la fertilización (aplicación de las dosis recomendadas), el manejo del riego (dosis acordes a las necesidades hídricas de los cultivos) y el sistema de laboreo (mínimo laboreo) redujo la carga de fósforo total en la salida de la cuenca de la zona de estudio en un 22,3% respecto a las prácticas agrícolas actuales. Este resultado pone de manifiesto la importancia de un manejo integrado de las diferentes prácticas agrícolas para reducir el impacto de la contaminación difusa por fósforo inducida por la agricultura de regadío.

Por otra parte, la reducción de las labores del suelo, junto con un buen manejo del riego y la fertilización fosfatada podrían incrementar el margen bruto de los cultivos, alcanzando 297 € ha para maíz, 112 € ha para alfalfa, 171 € ha para girasol y 307 € ha para cebada. Este incremento del margen bruto de los diferentes cultivos corressponde al porcentaje de reducción más alto de fósforo total en la salida de la cuenca de estudio.