Ignacio Delgado Enguita
Unidad de Producción y Sanidad Animal.
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

En la Convención de Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (Madrid, 2007) se describió la desertificación como la pérdida de productividad y complejidad biológica y económica de las tierras agrícolas, los pastizales y los bosques, localizados en tierras seganaderiacas, debido principalmente a la variabilidad climática y a las prácticas agrícolas deficientes llevadas a cabo por el hombre, como la roturación y el pastoreo excesivo.

El riesgo de desertificación se agrava en la Cuenca Media del Ebro, con la crisis social y económica de la agricultura tradicional que está dando lugar al abandono de las tierras marginales y fácilmente erosionables. En los últimos 25 años, la reducción de la superficie de tierras de cultivo en secano fue del 36% (MAPAMA, 1991-2016).

El sistema cereal-ovino, basado fundamentalmente en el aprovechamiento de rastrojos y barbechos, y en la complementariedad del pastoreo de los montes, ha sido el modelo tradicional de la alimentación de la ganadería ovina extensiva. El abandono de las tierras cerealistas o el cambio de las técnicas de cultivo (siembra directa, laboreo de conservación) está afectando a la ganadería ovina asociada a dicho sistema, con un descenso del  48% en dicho periodo.

La búsqueda de soluciones para evitar el abandono de tierras es variada. Unas tienden a mejorar la rentabilidad de los cereales mediante la siembra directa o la concentración de explotaciones para reducir los costes de las labores agrícolas, y otras buscan nuevos cultivos (energéticos, aromáticos, etc.). También, pueden proponerse medidas medioambientales, como promover el establecimiento de cubiertas vegetales que mantengan la fertilidad de los suelos.

El establecimiento de cubiertas vegetales mediante la siembra de pastos está en sintonía, según la FAO, con las tres normas que caracterizan a la agricultura de conservación: perturbación mínima del suelo de forma continuada, cobertura permanente de la superficie del suelo con materiales orgánicos y rotación diversificada de cultivos en el caso de cultivos anuales o una asociación de plantas en cultivos perennes.

Asimismo, el incremento en la producción de pastos puede contribuir a mejorar la rentabilidad de las explotaciones ovinas, dado que la alimentación constituye el 56,4% los costes de dichas explotaciones en el valle de Ebro, según el trabajo llevado a cabo por OVIARAGÓN, durante 2010- 2014.

PRODUCCIÓN DE PASTOS

Praderas

En los ensayos llevados a cabo en el CITA para la implantación de praderas de secano, dos leguminosas plurianuales, alfalfa y esparceta, destacaron por sus cualidades de adaptación al medio, productividad y valor forrajero. Ambas son restauradoras de la fertilidad del suelo mediante la fijación de nitrógeno atmosférico y el desarrollo de raíces pivotantes que facilitan la recuperación de nutrientes lixiviados por las lluvias y el depósito en profundidad de materia orgánica. Su alto contenido en proteína bruta, minerales y vitaminas las convierten en un excelente pasto para los rumiantes.

La alfalfa es la más recomendable por su mayor productividad y homogeneidad en el reparto de la producción a lo largo del periodo de crecimiento, lo que facilita su aprovechamiento directo por el ganado. La esparceta tiene la ventaja con respecto a la alfalfa, que no timpaniza, pero concentra su producción en el primer corte de primavera, por lo que se recomienda su aprovechamiento para heno, y presenta escasa producción y persistencia en las zonas de altitud inferior a 600 m, donde los veranos son más cálidos y prolongados. Como gramíneas acompañantes, pueden utilizarse el agropiro en secanos áridos, y dactilo y raigrás italiano en secanos semiáridos.

Cereales de invierno

Aunque el uso principal de los cereales de invierno es la producción de grano para pienso o consumo humano, los cereales pueden utilizarse como cultivo forrajero debido a que presentan determinadas cualidades, tales como, crecimiento invernal, tolerancia a condiciones adversas, posibilidad de concentrar volúmenes elevados de forraje en un solo aprovechamiento y alto valor nutritivo.

La elección de la especie: avena, cebada, centeno, trigo y triticale, se hará en función de su capacidad productiva y adaptación al medio. En el caso de aprovechamiento de las plantas en pie, en verano, con la espiga ya granada, se recomiendan aquellas que tengan tendencia a no desgranar, como la cebada y el triticale.

Cuando los cereales se aprovechan a diente, la siembra se efectúa tan pronto como lo permitan las primeras lluvias otoñales o, incluso, en seco a la espera de las mismas, con el fin de alcanzar las máximas producciones. La siembra en estas condiciones suele ser más económica, ya que puede eludirse la utilización de semillas de primera calidad y de herbicidas, así como recurrir al mínimo laboreo y a la siembra a voleo.

Arbustos forrajeros

Los arbustos forrajeros son especies perennes que permanecen verdes todo el año, por lo que pueden ramonearse por el ganado en periodos de escasez como el invierno. Se regeneran fácilmente, ya que el animal come sólo las hojas y tallos finos, dejando las partes leñosas del mismo, lo que les protege frente al sobrepastoreo y les permite recuperarse después de su aprovechamiento.

De ellas se ha seleccionado Atriplex halimus L. por su capacidad productiva y adaptación a la sequía y a la salinidad. En cuanto al frío, tolera heladas de hasta -12ºC, recomendándose su plantación en altitudes inferiores a 700 m. Esta especie, en su forma silvestre, es endémica en los saladares de la cuenca media y baja del Ebro, donde se la conoce como “sosa” o “sosera”, pero se recomienda utilizar las variedades mejoradas.

Florece en verano y la semilla madura en otoño. Para el establecimiento de una plantación de Atriplex se requiere previamente la obtención de los plantones, que se lleva a cabo en un vivero. El aprovechamiento se iniciará a partir del tercer año del establecimiento.

 Juan Cruzán Morano
Agroseguro
jcruzan@agroseguro.es

El Sistema de Seguros Agrarios en España, tiene un importante carácter económico y social. Se trata de una herramienta que permite al agricultor y al ganadero afrontar riesgos imprevisibles a los que diariamente están expuestas sus explotaciones, como son los riesgos meteorológicos, los accidentes, las enfermedades o las epizootias y que les generan una gran incertidumbre.

De ahí la importancia de contar con un instrumento que disminuya esta incertidumbre y posibilite la continuidad de sus explotaciones.

El agricultor puede asegurar prácticamente todos los riesgos que afectan a su explotación, pudiendo suscribir un seguro a su medida, al poder elegir entre las numerosas modalidades de aseguramiento existente, la que más se adapta a sus intereses

 

Pedrisco nectarina. Aragón

El seguro agrario permite que agricultores y ganaderos se asienten en el territorio rural, al tener garantizadas unas producciones frente a riesgos climáticos, accidentes, etc. que de otra forma harían peligrar la continuidad de sus explotaciones y de su actividad, permitiendo además que puedan seguir desarrollándose el resto de actividades que conviven con la agricultura y ganadería, y que también vertebra la vida rural

El Sistema de Seguros es fruto de la colaboración entre entidades públicas y entidades privadas, en la que cada uno asume diferentes competencias

Todo este conjunto de intervinientes, así como las actividades que llevan a cabo, se basan, desde su origen por los siguientes principios básicos: 

  • Universalidad en cuanto a producciones y riesgos asegurables.
  • Adhesión voluntaria al seguro por parte de agricultores y ganaderos
  • Los daños producidos por riesgos asegurables no pueden ser objeto de ayudas extraordinarias.
  • Solidaridad del conjunto de los intervinientes en el sistema y de la propia sociedad.
  • Aplicación de la técnica aseguradora.
  • Solvencia económica del Sistema gracias a la creación de un pool de entidades aseguradoras que asumen el riesgo en régimen de coaseguro y que gestiona Agroseguro y al reaseguro del Consorcio de Compensación de Seguros (CCS).
  • Revisión y perfección permanente del sistema.

La participación en este sistema ofrece diversas ventajas tanto para intervinientes del sector público, como para el sector privado.

  Para el sector agrario:

  • Elimina la incertidumbre del agricultor y del ganadero que al contratar un seguro, en una situación de siniestro, cobraría una indemnización adecuada al daño sufrido. Además, no depende de las ayudas y subsidios que pudiera conceder el Estado en años catastróficos.
  • Mantiene un nivel de rentas que permite la continuidad de las explotaciones y estimula la producción de los cultivos más convenientes de acuerdo con los criterios de la política económica de la Administración y del mercado.
  • Fomenta el asociacionismo entre agricultores, e introduce criterios empresariales en sus explotaciones.

  Para las Administraciones:

  • Permite establecer, a priori, las partidas presupuestarias necesarias destinadas a cubrir parte de las primas a pagar por el sector agrario y de otra a cubrir el exceso de siniestralidad.
  • Al estar basado en criterios estrictamente técnicos y objetivos de tasación y valoración de siniestros, posibilita el ajuste de las indemnizaciones percibidas a los daños sufridos, evitando situaciones de injusticia que de otro modo podrían producirse, y reducir el coste económico y político dado que los criterios de distribución del pago de indemnizaciones es asumido por todas las partes.
  •  Finalmente, refuerza la solvencia económica de los propios asegurados, facilitando al poder utilizarse el seguro como garantía, la política crediticia del propio Estado.

 

Pedrisco viña. Aragón

En definitiva, ante los riesgos que afectan al sector agropecuario, el instrumento asegurador es la clave y es la mejor alternativa a una política de ayudas catastróficas. Además, los agricultores y ganaderos son tremendamente conscientes de lo necesario que es el Seguro Agrario, y cada vez más se entiende como un gasto fijo de la explotación, como lo demuestran los importantes niveles de implantación en los principales sectores productivos, y que conllevaron unas indemnizaciones en el Estado en 2.017 de 690 millones de euros (177.000 has. de cultivo reclamadas por siniestros causados por diferentes riesgos en Aragón en ese año)

 

José Manuel Alonso
Unidad de Hortofruticultura.
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)

El cultivo del almendro viene experimentando en los últimos años una verdadera revolución. Sólo hace falta mirar a través de la ventanilla del coche durante el transcurso de cualquier viaje que realicemos, para detectar numerosas plantaciones nuevas, algunas de ellas en marcos de plantación sorprendentes, antes inimaginables. Una de las cuestiones que surgen es el por qué el cultivo del almendro está siendo tan atractivo al sector. A continuación se indican algunas de las circunstancias por la que está creciendo este cultivo.

Promoción, consumo y precio

Estados Unidos fija el precio de la almendra a nivel mundial, ya que California produce el 80%  de la almendra mundial. Los productores de este país, a través del “Almond Board of California”, promocionan globalmente el consumo de la almendra, con campañas en países con millones de consumidores potenciales, como por ejemplo, China, India y Corea del Sur. Como consecuencia de ésta promoción el consumo global de almendra está aumentando sustancialmente, e incluso en 2012 se barajó la posibilidad de en años sucesivos, la demanda  superaría a la oferta, produciéndose una escalada en los precios, desde  2011 (2,8€/kg) hasta 2015 (7,8 €/kg). En este período, grandes empresas y grupos de capital invirtieron en grandes plantaciones de almendro altamente tecnificadas. Los elevados precios de 2015 frenaron el consumo y actualmente, con unos precios “estabilizados” en unos 4,5 €/kg, se mantiene una buena dinámica del consumo internacional. A este precio, el cultivo continúa siendo atractivo para los agricultores, siendo una buena alternativa no solo en regadío, sino también en secanos frescos. Por otra parte, se estima que los costes de producción de la almendra en Estados Unidos se encuentran alrededor de los 3,5 €/kg. A éste precio mínimo teórico de mercado con la coyuntura actual, el almendro seguiría siendo una alternativa viable de cultivo.

Alimento de gran calidad nutricional

Numerosos estudios científicos coinciden en que la almendra se encuentra en la cúspide de los alimentos más saludables. Entre sus bondades destacan el elevado contenido en grasas monoinsaturadas, antioxidantes (Vitamina E), son ricas en fibra, calcio, magnesio, proteína, así como su composición está libre de colesterol y gluten.

Sector robusto

España es el tercer productor, con solo un 4% de la producción mundial, con una producción de 57.750 t en 2017. Actualmente sólo un 10% son de las plantaciones son  en regadío, lo que hace que la productividad por hectárea sea muy inferior respecto a Estados Unidos o Australia, que tienen un modelo de producción basado en plantaciones totalmente en regadío. Con las nuevas plantaciones de estos años, la previsión de producción de almendra en España es de 150.000 t para el año 2025, es decir, se prevé que en siete, ocho años la producción prácticamente se va a triplicar. En principio, este aumento de la producción no va a ser un problema para la industria española,  ya que en 2017 ha necesitado para abastecerse con 96.000 t de almendra californiana. Presumiblemente la industria española va a tener la posibilidad de abastecerse en su totalidad con almendra nacional. Para ello, resulta totalmente necesario que la producción española tenga unos estándares de calidad similares a la californiana y que se erradiquen  incidencias de calidad importantes, como la presencia de almendras amargas. .    

Nuevos sistemas productivos

El almendro ha pasado de considerarse un cultivo marginal de secano y en terrenos pobres a convertirse en muchos casos en un cultivo en regadío, altamente tecnificado. Con la fertirrigación por goteo se han ido reduciendo las distancias de los marcos de plantación y se han desarrollado o adaptado diferentes sistemas recolección mecánica. Como caso extremo, las plantaciones de alta densidad 3x1, de 3.300 árboles por hectárea, cosechadas con máquinas cabalgantes similares a las utilizadas en las plantaciones de alta densidad de olivo. También el ideotipo de poda es diferente en estos sistemas de producción más intensivos, mecanizándose lo más posible con el uso de pre-podadoras y formando de la copa en vasos libres con mínima poda manual. El objetivo de esta intensificación del cultivo, son la reducción de los costes de producción y búsqueda de la rápida entrada en plena producción de las plantaciones, que de momento están alcanzando los 2.600 kg de pepita por hectárea, para un rápido retorno de la elevada inversión inicial y aumentar la rentabilidad de las plantaciones.

Nuevo material vegetal

En los últimos años han ido apareciendo en el mercado nuevas variedades autocompatibles de floración tardía y portainjertos de mejora. Actualmente no hay claramente una variedad predominante como lo fue ‘Guara’, si bien, destacan las variedades de floración tardía, ‘Isabelona’(Belona), ‘Soleta’, ‘Vayro’, ‘Marinada’, ‘Marta’ y ‘Antoñeta’ y de floración ultratardía,  ‘Diamar’ (Mardía), ‘Vialfas’, ‘Penta-Cebas’ y ‘Makako’.  Todas ellas son auto-compatibles (no necesitan otra variedad polinizadora) y en el caso de las variedades de floración ultra-tardía están permitiendo el cultivo en zonas frías del interior donde era impensable producir almendra. En las zonas donde el cultivo es muy tradicional, las variedades ‘Desmayo Largueta’, ‘Marcona’, ‘Ferragnès’ y ‘Ferraduel’ siguen teniendo importancia. En cuanto a patrones, en los sistemas de plantación amplios, destacan los híbridos ‘Garnem’, ‘GF-677’ y ‘Rootpac R’, así como en plantaciones de alta densidad la utilización del patrón enanizante ‘Rootpac 20’.  

Amparo López Olmeda
Servicio Provincial de Teruel - Gobierno de Aragón
Colaborador: Agustín Perdiguer
Centro de Sanidad y Certificación Vegetal - Gobierno de Aragón

En la última década se viene observando un incremento creciente de las poblaciones de algunas plagas en los cereales de invierno, en Aragón. Analizando los factores que pueden estar interviniendo, nos encontramos dos grandes grupos: los relacionados con la climatología y aquellos que dependen de los cambios introducidos en las técnicas de cultivo. A continuación, se relacionan las principales plagas en las que se está observando un incremento significativo de las poblaciones:

Dada las características de esta plaga, y de los cultivos a los que afecta, la mejor solución es retrasar las siembras, una medida preventiva que rompe su ciclo evolutivo al impedir que los adultos de otoño, realicen sus puestas sobre el cereal recién sembrado.

El aumento está relacionado con la proliferación de cultivos de maíz de segunda cosecha, que permanecen en las parcelas hasta entrado el invierno y las altas temperaturas de algunos años en los meses de diciembre y enero.

Las larvas se alimentan de las primeras hojas de cereales, los primeros daños se detectan sobre las ricios y posteriormente en cultivos establecidos. La larva devora las hojas apareciendo como deshilachadas, respetando los nervios.

Los sintomas típicos de ataques son espigas caídas en el suelo que han sido cortadas por su base . Los muestreos que se realicen son validos para la parcela muestreada.

Coloniza preferentemente el trigo, aunque se encuentran altas poblaciones en centeno y triticale. El principal ataque se produce en la espiga desde el estado de  zurrón hasta la maduración.  Es muy importante determinar el umbral económico de daño pues en ocasiones el tratamiento no es rentable.

Las variedades de cereales modernas son más productivas y menos rústicas, enfermedades hasta hace pocos años anecdóticas en Aragón, han pasado a ser habituales.

Las agallas se forman en las yemas indiferenciadas de las flores. Solo tienen una generación al año. Emergen cuando se dan las condiciones de humedad, 4 días al menos, para emerger. Se alimenta ectoparasitamente de plantas huésped, cebada. En condiciones de sequía entra en criptobiosis, durante los años necesarios hasta que se den las condiciones de humedad adecuadas. Plaga no descrita en Europa hasta hace pocos años.

Ocurre con relativa frecuencia, que la introducción de nuevas técnicas agrícolas, de mínimo laboreo o no laboreo pueden ser favorables agronómicamente para determinados suelos, pero a medio-largo plazo pueden surgir otros inconvenientes con los que no se había contado. Este es el momento para realizar un balance de la situación y encontrar un equilibrio en la implantación de éstas nuevas técnicas.

Buscando una armonía y consenso entre las distintas técnicas agrícolas sujetas todas ellas a una dualidad beneficio-perjuicio, se sugieren las siguientes propuestas, bien entendido que no nos podemos olvidar de que, desde el punto de vista económico, la protección fitosanitaria de los cultivos sigue siendo imprescindible:

Realizar las siembras de otoño a partir de la primera quincena del mes de noviembre.

Limitar el número de años de las técnicas de siembra directa o laboreo reducido.

Realizar una labor profunda, preferiblemente con vertedera cuando la incidencia de plagas los justifique.

Mantener o generar márgenes al menos cada 50 metros. Son imprescindibles como refugio de los insectos auxiliares, sin los cuales es imposible realizar un buen control de las plagas,  y para evitar la resistencia de las malas hierbas.

Realizar rotaciones adecuadas de cultivo, incluido el barbecho.

Desde el 1 de enero de 2013, cada explotación agraria debe mantener actualizado el registro de tratamientos denominado “cuaderno de explotación”. En La verificación de estos registros hemos observado en los tratamientos de los cereales de invierno:

El mayor volumen de productos utilizados es para tratamientos herbicidas. Con el fin de evitar resistencias es necesario que los agricultores mantengan margenes vestidas sin tratar con herbicidas.

El hecho de emplear variedades menos rústicas y los cambios en el clima, ha provocado incidencias fitosanitarias que el agricultor de forma habitual no encontraba en sus explotaciones.

Los cereales de invierno están exentos de la obligación de asesoramiento que marca el artículo 11 del Real Decreto 1311/2012 de 14 de septiembre, por el que se establece el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios. Se ha comprobado que, de forma generalizada, los cuadernos de aquellos titulares de explotación que pertenecen a una ATRIA (Agrupación de Tratamientos Integrados), reflejan la realización de   los tratamientos de una forma más en consonancia con la gestión integrada de plagas.

Gerardo Torralba

Servicios Técnicos ASAJA Huesca

gtorralba@asajahuesca.es

 

La agricultura, como cualquier otro sector económico, está sujeta a constantes desafíos y retos variables. En el caso del sector cerealista estos pasan por la necesidad de mantener la rentabilidad de las explotaciones en un mundo globalizado, con un comercio a escala mundial en el que no todos juegan con las mismas reglas del juego.

 

Si a esto le sumamos las limitaciones en el desarrollo de nuevos productos fitosanitarios, la aparición de nuevas plagas, enfermedades y malas hierbas, las restricciones en el uso de fertilizantes orgánicos y minerales en determinadas zonas, los bandazos en la aplicación de la Política Agrícola Común, y la cada vez más complicada oportunidad de ampliar la base territorial de las explotaciones.

A todas estas condiciones de partida se enfrenta cada campaña de siembra el agricultor cerealista. Para superarlas con éxito cuenta con dos herramientas fundamentales: la formación y la información.

Nuestra comunidad autónoma es privilegiada para adquirir formación agraria, bien a través de estudios universitarios, de formación profesional, o través de la formación continua que realizan, entre otros, las Organizaciones Profesionales Agrarias.

Respecto a la información son numerosas las fuentes donde se puede acceder a ella, sin bien no en todas ellas se da la información útil, la veraz.

La información es clave para asumir los retos anteriormente mencionados, y al constante cambio al que nos enfrentamos.

Si echamos la vista atrás podemos ver los cambios tan importantes que se han producido en la agricultura cerealista, a pesar de que en su día parecieran quimeras o destinados a grandes explotaciones, en lugar de a la mayoría de los agricultores.

La necesidad de ahorrar costes, de adaptarse al cambio climático, de reducir el tiempo en las labores agrícolas, trajeron las técnicos de mínimo laboreo y de siembra directa. Tras unos inicios titubeantes y no exentos de dificultades, podemos afirmar que son unas técnicas mayoritarias en la zonas áridas de Aragón, con excelentes resultados, y ampliamente extendidas en los secanos subhúmedos de las Hoyas y Somontanos.

La rotación de cultivos, olvidada años atrás, volvió con fuerza al redescubrir la necesidad de romper ciclos de plagas, enfermedades y malas hierbas, así como de recuperar la fertilidad del suelo con la introducción de especies mejorantes.

El creciente uso de la fertilización orgánica, unido al crecimiento de la cabaña ganadera intensiva, con una mejor dosificación de las cantidades aportadas, y en la mejor época para el aprovechamiento por parte del cultivo.

La realización de dobles cosechas en los regadíos modernizados por aspersión, con el aumento exponencial de producto puesto en el mercado, para que se el inicio de un ciclo económico que cada vez es más apreciado.

La reducción en las materias activas para combatir plagas y enfermedades, así como el menor desarrollo de otras nuevas, obliga a evitar la aparición de resistencias a las materias ya existentes, con un cambio en los productos empleados de una campaña a otra, observación continua de los problemas existentes en parcela y planificación de siembras a corto y medio plazo.

Detrás de estos ejemplos anteriormente citados, y a los que podríamos sumar muchos más, hay un agricultor que observó, preguntó, se informó y adaptó la información obtenida la realidad de su explotación.

 

Es un compromiso y una obligación de todos aquellos que formamos parte del sector primario que se disponga de esta información veraz, eliminando el “ruido de fondo” y los rumores a los que estamos tan acostumbrados hoy en día. Con el concurso de todos los agentes intervinientes, organizaciones profesionales agrarias, cooperativas, administraciones autonómicas y estatal, es un reto fácilmente superable, y que nos dará la posibilidad de seguir hablando muchos años más de nuestro sector cerealista.

Ángel Jiménez
Laboratorio de Maquinaria Agrícola
Escuela Politécnica Superior de Huesca- Universidad de Zaragoza

Las actuales exigencias de los mercados de la fruta, destinada al consumo en fresco o para su transformación, junto con los requisitos de sostenibilidad ambiental, han hecho que la protección vegetal se convierta en una de las operaciones con más relevancia económica del proceso productivo de las explotaciones frutales, e incluso para su posterior acondicionamiento, conservación y procesamiento.

Si atendemos a la máxima que dice “una cadena es tan fuerte como lo es su eslabón más débil”, deberemos analizar todos los componentes que intervienen hasta que el consumidor accede a una fruta o un derivado de la misma, pues el descuido de uno de los eslabones puede hacer inútiles los esfuerzos que podamos hacer en los restantes.

Si nos centramos en el sub-proceso de producción de la fruta, es de todos conocido que el valor económico de una determinada explotación frutal, entendiéndola como el producto de las cantidades por las calidades de las cosechas obtenidas, tiene una gran dependencia de la sanidad vegetal de sus plantaciones, para lo que es obligatorio aplicar las técnicas de Gestión Integrada de plagas (GIP) (R.D. 1201/2002), pero sobre todo hay que manejar los Productos Fitosanitarios con total responsabilidad.

En los últimos treinta años se han producido importantes mejoras respecto al diagnóstico y prescripción, gracias a la profesionalización de estas funciones (técnicos al servicio de las ATRIAs y asesores de otras organizaciones públicas y privadas) .Por consiguiente podemos considerar que las explotaciones van a tener resuelto el problema de saber cuál de las opciones que ofrece la GIP es la más adecuada para prevenir o curar una determinada plaga o enfermedad.

En este contexto, cuando la solución técnica sea la aplicación de un Tratamiento Fitosanitario, deberemos tener en cuenta que la “calidad” de dicha operación engloba cuatro aspectos:

Aquí es donde esta cadena tiene su “eslabón más débil”, puesto que, hablando en términos generales, la elección, la correcta regulación y el mantenimiento de la maquinaria utilizada para la aplicación de productos fitosanitarios, son manifiestamente mejorables.


Es evidente que no se pueden aplicar a todas parcelas la misma dosis/Ha  del producto fitosanitario elegido, sin tener en cuenta los valores que toman los parámetros que caracterizan cada una de las plantaciones, el estado fenológico, las condiciones climáticas, etc. Una vez determinada la dosis a aplicar, hay que hacerla llegar al objetivo, minimizando las derivas de producto, ya que, además de constituir una pérdida económica, generará contaminación. Así mismo la tecnología disponible nos permite hacer “aplicaciones de precisión”, que pretenden distribuir dicha dosis efectiva de forma uniforme por toda la superficie foliar a tratar, en lugar de utilizar criterios genéricos que conducen a una pérdida de la eficacia del tratamiento.

Para poder realizar la descrita “aplicación de calidad” es imprescindible la pericia del aplicador, pero, disponer de un equipo adecuado y bien mantenido, es la condición “sine qua non”. La escasa atención que la mayoría de los fruticultores han venido prestando al equipo de aplicación ha quedado patente a la vista de los resultados obtenidos en las Inspecciones Obligatorias de Equipos de Aplicación de Productos Fitosanitarios (EAPF), que se han realizado en estos tres últimos años.

La inscripción e inspección de los EAPF , consecuencia de la aplicación del RD 1702/2011 , son una obligación a nivel de toda la Unión Europea (Directiva 128/2009), que se debería interpretar como una garantía de calidad, asegurando el correcto funcionamiento de los equipos. Por tanto,  esto permite que el aplicador pueda realizar una distribución eficiente del producto fitosanitario sobre el objetivo a proteger.

Queda sobradamente justificado que, para la correcta aplicación de los tratamientos fitosanitarios, es necesario ampliar el actual asesoramiento técnico, con el fin de que esa asistencia se extienda hasta el final de la cadena de la Gestión Integrada de las Plagas y enfermedades.

Todo ello también podría aprovecharse como argumento del mensaje que pretende hacer visible a la sociedad los esfuerzos que el Sector Agrario está realizando para conseguir la producción, respetuosa con el medio ambiente, de alimentos saludables, de calidad.

Evidentemente esta propuesta tiene unos costes, pero en este caso no es necesario hacer muchos números para demostrar que las contrapartidas, consistentes en un ahorro de producto y en unos mayores ingresos (mayor cantidad/calidad de producción) los compensan sobradamente, consiguiendo una mejora en la competitividad de las explotaciones.

Debemos considerar también que la mejora en la calidad de los tratamientos fitosanitarios, permitirá controlar los niveles de residuos en fruta, cumpliendo con uno de los requisitos comunes en todos los “protocolos de calidad” aplicados a los productos agrarios, independientemente de que la fruta se destine al consumo en fresco o que se envíe a la industria agroalimentaria para su transformación o procesado.

Jesús P. Gerique
aGROSLab – Ecosistema Digital Agrario
jesusgerique@7edata.com

El Real Decreto 1311/2012 tiene por objeto “establecer el marco de acción para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios mediante la reducción de los riesgos y los efectos del uso de los productos fitosanitarios en la salud humana y el medio ambiente, y el fomento de la gestión integrada de plagas y de planteamientos o técnicas alternativos, tales como los métodos no químicos”, tal como queda recogido en la letra a) de su artículo 1.

La herramienta establecida por el RD para conseguir el uso sostenible de los productos fitosanitarios es la gestión integrada de plagas, y el elemento clave de la misma es la figura del Asesor, que además propiciará el uso seguro de los productos fitosanitarios.

Las funciones del asesor deberían quedar nítidamente recogidas en el artículo 11, referente al asesoramiento en gestión integrada de plagas. Sin embargo, entendemos que su figura queda algo desdibujada. Por un lado, el punto 1 de este artículo nos remite al anexo I para conocer los principios generales de la gestión integrada de plagas, anexo en el que reiteradamente se hace referencia a los usuarios profesionales, incluyendo, en el punto dedicado al seguimiento de los organismos nocivos mediante métodos e instrumentos adecuados, una escueta mención a las recomendaciones de asesores profesionalmente cualificados.

Por otro lado, de acuerdo a lo establecido en el punto 2 del mencionado artículo 11, el Ministerio publicó en su web los requisitos que debe cumplir la documentación de asesoramiento en el ámbito de la producción agraria, incluyendo su contenido mínimo. Este documento establece que “como consecuencia de los controles que el asesor lleve a cabo, basándose en las informaciones de las redes de vigilancia sanitaria que puedan establecerse, en la fenología del cultivo, en las condiciones climáticas, etc., el asesor comunicará al responsable de la explotación la medida de control sanitario que deba llevarse a cabo”, sin especificar nítidamente el modo en que esto debe materializarse, tal y como si ocurre en el anexo IX dedicado a los usos no agrarios. En concreto, el punto c) del anexo IX, titulado “contenido mínimo del documento de asesoramiento para usos no agrarios” incluye “en su caso, la prescripción del tratamiento o tratamientos que se deben realizar, especificando el producto o productos fitosanitarios más adecuados y sus posibles alternativas, con sus respectivas consideraciones sobre las dosis y las técnicas o tipos de equipos a considerar”.

La no concreción clara y rigurosa del papel del asesor en las prescripciones de las medidas de control sanitario, junto con la situación económica y laboral de la coyuntura actual, está generando en la práctica un efecto indeseado y pernicioso. La figura del asesor queda adulterada, convirtiéndose en un experto asistente en la cumplimentación del Cuaderno de Explotación. A partir de los hechos consumados (los tratamientos realizados previamente sin ningún tipo de asesoramiento), el asesor debe realizar un “ejercicio de malabarismo” para reflejar en el apartado correspondiente a los tratamientos del Cuaderno y/o el Documento de Asesoramiento los productos adquiridos por la explotación, de forma concordante a los usos autorizados para cada uno de ellos en el registro oficial del Ministerio, desvirtuando en la práctica el objeto que establece el RD.

Evitar esta situación solo será posible poniendo en valor la figura del Asesor. La concienciación de los responsables de las explotaciones de la relevancia del papel del asesor y los beneficios económicos, medioambientales y para la salud de los consumidores, derivados de su actuación, es un elemento fundamental para alcanzar un uso sostenible de los productos fitosanitarios en un plazo razonable.

Sin embargo, esta labor debe de ir acompañada de una modificación normativa que determine con mayor exactitud las funciones del asesor y, en concreto, la documentación y comunicación de las medidas fitosanitarias a aplicar, tanto de carácter químico como no químico, en este último caso mediante el documento de recomendaciones de alternativas no químicas.

En cuanto a las medidas químicas, deberán documentarse mediante la prescripción fitosanitaria, que debe convertirse en el único documento válido para la adquisición de productos fitosanitarios para aquellas explotaciones no exentas del Asesoramiento GIP, tal y como ocurre desde hace años con la receta veterinaria.

La implantación de esta medida tiene cierta complejidad y probablemente debe contemplarse un periodo transitorio. Sin embargo, es perfectamente factible el establecimiento de forma inmediata de la prescripción como elemento obligatorio de comunicación de las recomendaciones de tratamientos por parte del asesor al responsable de la explotación. Estas recomendaciones o prescripciones fitosanitarias deberán ser conservadas por el agricultor junto con su Cuaderno de Explotación, tal y como ya sucede con otros documentos, como las facturas de adquisición de productos fitosanitarios o los justificantes de entrega de los envases vacíos en los puntos de recogida.

Alternativamente, al efecto de reducir el volumen de documentos a conservar, y en consonancia con la implantación de las nuevas tecnologías en el sector, consideramos necesario incorporar en el Cuaderno de Explotación y/o en el Documento de Asesoramiento un registro de las prescripciones fitosanitarias, que deberá ser validado mediante firma por el Asesor. Este registro podría sustituir la obligatoriedad de la validación de los tratamientos por parte del asesor, tratamientos que quedan fuera de su ámbito de actuación y control y que, en algunos casos, puede generar conflictos profesionales con los responsables de las explotaciones.

Carlos Campillo
Conservas Calanda, S.L.
carloscampillo@conservascalanda.com

Un año más las escenas  se repiten. Un año más, como si de una  obra de teatro se tratase, asistimos a esta representación con tres enervados actores principales, un aparentemente dócil actor secundario y un extra que no deja de deparar sorpresas. Todos ellos con el guión bien aprendido, excepto el extra que, dado su incontrolable carácter, adquiere un protagonismo que, indefectiblemente, obliga a realizar modificaciones en el susodicho guión.

Desde hace algunas semanas, y  con la "grata" compañía de esta vorágine de calor, tormentas y granizo,   vemos como el sector de la fruta fresca, y especialmente la de hueso, se ve sometido a los vaivenes de un mercado que, algunos, no llegamos a comprender. 

Se supone que las reglas del juego que regulan el libre mercado  se basan en  la oferta y la demanda. A mayor oferta, si la demanda es baja o estable, los precios de compra bajan y, a menor oferta, con una demanda alta o estable, los precios suben.  En la introducción les hablaba de tres actores principales, el Productor, el Intermediario (a veces prescindible) y el Prescriptor (Tiendas, Distribución, etc). También les hablaba de un actor secundario cuyo  protagonismo,  parece diluirse a veces, aunque en realidad es quien mueve todo este entramado. Me refiero al Consumidor Final. Y por último la Climatología, un extra que, sin estar invitado a la representación, va a condicionar el resultado de todo el trabajo anterior  en función de que la  Oferta sea escasa, normal o excesiva.  Conviene incluir un cuarto actor, ligado normalmente al sector productor, cuya importancia económica no es pequeña precisamente, es el Sector Transformador o Industrial. 

Uno, en su infinita ignorancia, no entiende como en años (que son habituales) de exceso de oferta de fruta, se pone en marcha el mecanismo de bajar los precios de compra al Productor hasta el extremo de que esos precios no cubren ni los costes de producción (no digamos ya los de recolección y comercialización) y esa fruta acaba el los lineales de los establecimientos con incrementos de un 200 o un 300 % sobre el precio de compra y, en paralelo, leemos o vemos  en los medios que se ha denunciado a alguna cadena de distribución por supuesta venta a pérdidas de algún artículo "gancho". 

Está claro que el sector necesita un replanteamiento sobre la idoneidad de esta forma de trabajar, que cada año suele traer los mismos desajustes de exceso de oferta y defecto de demanda. La globalización ha traído a nuestros mercados aspectos positivos y negativos. El miedo a las fronteras y a las barreras comerciales es, en general, solo un recuerdo. La nueva demanda externa ha hecho que se  aumente la superficie de cultivo y, en consecuencia la oferta. Pero factores externos a la propia dinámica del sector, como el veto del "gigante" ruso, nos ha demostrado la fragilidad en la que nos movemos y, de la noche a la mañana, nos encontramos buscando otros mercados que, en el mejor de los casos,  pueda absorber  una parte de ese exceso de oferta inesperado, algo que todavía no se ha conseguido.

Un interesante informe, sobre las importaciones y exportaciones de frutas de hueso en Europa, publicado por el "Centro para la promoción de los países en desarrollo"   www.cbi.eu/node/2101/pdf/  indica que la mayoría de la fruta de hueso que se comercializa en Europa, procede de los propios estados miembros, siendo Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Polonia los principales importadores.

En paralelo, países como Turquía (Cereza), Sudáfrica (Ciruela) y Chile (Ciruela y Cereza),   son los principales proveedores para Europa en los meses que no son época de cultivo.  

Al parecer todavía queda recorrido para crecer en este mercado europeo, pero la competencia es importante y, la dimensión del exportador es y será un factor decisivo para hacerse con  las operaciones y ofrecer confianza a los importadores.

Todo lo dicho anteriormente sirve de poco si no conseguimos que el consumidor acabe incorporando de manera habitual fruta (en cualquiera de las formas posibles) a su cesta de la compra. Y para conseguir eso tenemos que conocer sus gustos, sus preferencias, sus necesidades y, en la medida de lo posible, ponerle las cosas fáciles. Cada año se realizan encuestas  para intentar adivinar lo que un consumidor medido valora y/o rechaza en un alimento. Los resultados van marcando año tras año, no verdades absolutas, pero si tendencias hacia sus preferencias y, aquí empieza la cuadratura del círculo. Cito algunas de las mas comunes referidas a los alimentos

  • Busca comodidad y valora ahorrar tiempo y dinero
  • Es omnicanal, utiliza el e-commerce y todo gira en torno a él
  • Busca alimentos más "sanos" (Ecológicos, Naturales, etc.)
  • Busca etiquetas "limpias" por convicción y salud (Alérgenos)
  • Quiere alimentos "seguros, naturales y sostenibles"
  • Tiene alta conciencia medioambiental
  • Dice aumentar el consumo de frutas y verduras en su dieta
  • Da mucha importancia al aspecto y las texturas
  • Evita y ve mal tirar  comida
  • Exige "democratización" en los precios de los alimentos

Esta lista de deseos e intenciones se puede interpretar de distintas formas. Podría ser una carta a los Magos de Oriente como las que escriben los niños. Podría ser una hoja de ruta sobre el camino a seguir por parte de los que participamos en la cadena alimentaria, incluidos los investigadores.  No lo se a ciencia cierta, pero lo que es un hecho (no porque lo diga yo) es que los consumidores somos gente extraña que decimos lo que nos gustaría hacer para terminar haciendo lo contrario, en muchos casos. 

Queremos que, por ejemplo, unos melocotones o unos tomates que metemos hoy al frigorífico, estén perfectos para su ingesta dentro de 10 o 15 días, pero, obviamente, que no sean OGM, aunque la inmensa mayoría no sepa realmente que es un alimento OGM, ni la ausencia de demostración científica de que sean perjudiciales para la salud. Nos empapamos del contenido legal de las etiquetas de los envases para terminar no comprendiendo nada, salvo que seas un experto en nutrición con doctorado en Química. Y no digamos si en el apartado de ingredientes aparecen las temidas "E", esas por definición no son buenas, aunque sea totalmente legal su uso.  Alardeamos de conciencia medioambiental pero no nos tiembla el pulso para contaminar de mil y una formas. Adoramos los alimentos ecológicos pero compramos los convencionales porque pocos bolsillos pueden pagarlos salvo para darse un homenaje.  

En fin, todo esto resulta bastante kafkiano, al menos para el que les escribe. 

Antonio J. Felipe
Dr. Ingeniero Agrónomo
afelipe@iies.es

Los frutales, incluido el almendro, están compuestos por dos componentes de la misma o de distintas especies. La parte aérea o variedad y las raíces o patrón.

El patrón tiene una marcada influencia sobre el conjunto del árbol: el tamaño, la productividad y calidad de los frutos, la adaptación a las condiciones ambientales del lugar, la eficiencia en el uso del agua y los nutrientes, etc. A la hora de proyectar una plantación es necesario conocer el comportamiento de cada patrón, o grupo de patrones, para disponer de posibilidades de elección, en lo que se refiere a esta parte de la planta.

Los patrones francos de almendro, proceden de la siembra de semillas (almendras) obtenidas por polinización cruzada de dos variedades. La necesidad de polinización cruzada de las variedades tradicionales, hace que las semillas utilizadas para producir patrones francos, variables desde el punto de vista genético por su origen, produzcan plantas poco homogéneas en su desarrollo y comportamiento.

El almendro es resistente a la sequía, razón por la que los patrones empleados para almendro en secano han sido hasta épocas recientes los francos de la especie.

Las semillas deberían ser producidas en campos dedicados a ese fin. La polinización controlada permite obtener semillas que darán francos más homogéneos y, posiblemente, con características especiales si los padres las poseen y son transmisibles por herencia. Últimamente se recomienda en España este proceso de producción de semillas y que los padres no lleven el carácter amargo para evitar la difusión y producción de almendras amargas.

Este grupo de patrones puede ser utilizado también en regadío pero con el uso del agua muy controlado, tanto en cantidad como en distribución.

Los patrones clonales, procedentes de propagación vegetativa, muestran un comportamiento homogéneo  en cada medio ambiente. Para lograr una perfecta  adaptación al medio, sería necesario disponer de estos patrones adaptados al medio ambiente de cada plantación, como eso no siempre es posible, hay que elegir el que más se aproxime de entre los existentes.

Otro grupo de patrones para almendro son los francos de melocotonero. Existen variedades que se cultivan para la producción de semillas debido a las características positivas que transmiten a los francos que de ellas proceden. Hay una amplia gama de elección en este grupo.

Con melocotonero no hay problemas de incompatibilidad de injerto. Son patrones para regadío, siendo menos sensibles a la asfixia radicular que los almendros. El tamaño de los árboles es similar al de los francos de almendro pero acorta sensiblemente la vida de los árboles.

Debido a algunos aspectos negativos que se observan en los francos de las dos especies anteriores resulta conveniente utilizar otros patrones de propagación vegetativa. Debe elegirse, entre los existentes, el más adaptado al lugar en que se va a plantar. Actualmente ya se dispone, a nivel comercial, de varios grupos de patrones clonales que pueden adaptarse a diferentes ambientes y a los modernos sistemas de cultivo.

Las plantaciones de almendro realizadas en la segunda mitad del siglo XX con patrón híbrido ‘GF – 677’, permitieron observar que este grupo de patrones era una vía digna de exploración.

 

En la Unidad de Fruticultura del CITA, nos pareció oportuno ampliar las posibilidades de elección buscando nuevos híbridos entre almendro y melocotonero de obtención propia. Iniciamos un programa de cruzamientos buscando obtener nuevos híbridos con características deseables. Deberían ser fáciles de propagar, además de otras buenas características.

Indagamos los problemas existentes en nuestro país y buscamos plantas de ambas especies, portadoras en conjunto de las cualidades necesarias para resolverlos. Debíamos cruzar esas plantas y estudiar sus descendencias para seleccionar aquellas que aportasen en mayor grado los objetivos buscados.

De los cruzamientos realizados a principios del decenio de 1980 entre el almendro ‘Garfi’ (obtenido y seleccionado en el CITA) y el melocotonero ‘Nemared’ (procedente del Repositorio de la Universidad de California) se obtuvieron y seleccionaron los híbridos ‘Garnem’, ‘Felinem’ y ‘Monegro’, que fueron concebidos para ser utilizados con las dos especies y para determinados tipos de ciruelos. Transmiten un buen vigor y tienen una buena resistencia a clorosis y a los ataques debidos a los nematodos del grupo Meloidogyne. Se propagan bien a nivel comercial y se comportan bien en vivero. Tener hojas rojas es su carácter diferencial.

 

Este proceso había sido muy poco explorado hasta entonces en otros programas de obtención y selección de este tipo patrones.

Son aptos para secano y regadío.

Existen otros híbridos entre diferentes especies de Prunus tales como almendro x mirobolán, almendro x otras especies diploides, etc. que han tenido hasta ahora poca difusión. Con este grupo de patrones es necesario conocer previamente la compatibilidad de injerto.

Otros patrones de posible uso con almendro son algunos clones de “ciruelos de crecimiento lento” (exaploides) que muestran buena compatibilidad con variedades de almendro. Hay que prestar atención a dos aspectos importantes: la frecuente incompatibilidad con algunas variedades de almendro y la importante emisión de sierpes que suele producirse a una cierta edad del árbol. Entre estos patrones se encuentran algunos clones de “pollizo de Murcia”, como es ‘Montizo’, también seleccinado en el CITA. Es un patrón de propagación vegetativa y reduce el tamaño de los árboles en comparación con los francos. Se adapta mejor que los anteriores a suelos húmedos y pesados.

Estos patrones deben ser usados exclusivamente con riego.

F. Javier García Ramos
Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural
Escuela Politécnica Superior de Huesca - Universidad de Zaragoza

Durante los últimos años, las explotaciones agrícolas han evolucionado hacia una gestión cada vez más profesional, sobre todo en el caso de cultivos con mayor rentabilidad económica, que se ha basado, en gran parte, en la disponibilidad de información fiable sobre los principales aspectos que condicionan el cultivo: climatología, características físicas y químicas de los suelos, necesidades hídricas de los cultivos, estado vegetativo del cultivo, presencia de plagas, rendimientos, etc.

Para ello, ha sido fundamental la utilización de tecnologías capaces de registrar dicha información, mediante la implementación de sensores embarcados en máquinas que se desplazan sobre la parcela, ubicados en el cultivo, en el suelo o en vehículos aéreos y satélites. Todo ello con el apoyo de sistemas de geolocalización (GPS) para poder asociar la información de los sensores a una zona determinada de la parcela.

A nivel tecnológico, la disponibilidad de información puntual sobre los parámetros del cultivo ha permitido el desarrollo de la agricultura de precisión que consiste en poder manejar de forma diferenciada zonas o áreas de una parcela agrícola aplicando insumos (riego, fertilizantes, fitosanitarios, etc.) con dosis variables en función de las necesidades del cultivo.

La implementación de dicha técnica se apoya en dos pilares: a) prescripciones georreferenciadas de dosis a aplicar basadas en la información aportada por los sensores; b) máquinas agrícolas capaces de aplicar dosis variables de insumos.

Sensor óptico CropSpec de Topcon ubicado en cabina de tractor, para la medida de índice de vigor y aplicación de fertilizante con dosis variable en tiempo real.

Así, la agricultura de precisión se ha ido abriendo camino durante los últimos años. La determinación de parámetros del cultivo y del suelo se realiza principalmente utilizando sensores ópticos, células de carga, sensores acústicos, sensores electromagnéticos, etc. Actualmente existen sensores para la medida de parámetros del suelo (humedad, propiedades físicas, materia orgánica, …), del cultivo (vigor, cantidad de biomasa, rendimiento, presencia de plagas y malas hierbas, distribución superficial, …) y de la parcela (geometría).

Como ejemplo, están muy extendidos los sensores ópticos para la medida de la radiación reflejada en el espectro visible, infrarrojo, radiación multiespectral, hiperespectral, térmica, etc. Una de las mayores líneas de trabajo es la utilización de estos sensores ubicados en satélites, vehículos tripulados y drones, principalmente destinados a la obtención de imágenes térmicas para medir estrés hídrico y a la obtención de parámetros de vigor del cultivo basados en la mayoría de los casos en la obtención de índices como el NDVI (normalized difference vegetation index) que relaciona las reflectancias en las bandas del infrarrojo cercano y del rojo. En base a este índice, por ejemplo, se pueden tomar decisiones sobre dosis de fertilización a aplicar al cultivo. También pueden ir equipados a bordo de tractores u otros vehículos que se desplazan por la parcela.

Adicionalmente, los fabricantes de maquinaria agrícola, han implementado en sus equipos (sembradoras, abonadoras, pulverizadores, etc.) sistemas de aplicación variable de insumos basados en la introducción de motores eléctricos, electroválvulas, sistemas de conteo de semillas, etc. Esta dosificación variable también engloba a los sistemas de riego que, en función de su nivel de sectorización, permiten aplicar dosis de riego diferenciadas así como fertilización líquida.

Por lo tanto, la situación actual es que disponemos de la tecnología para realizar agricultura de precisión y que algunas explotaciones ya la están realizando con éxito, aunque no de forma generalizada. Y para que se realice con éxito es necesario disponer de tecnología pero también es imprescindible “conocimiento agronómico”. En este sentido, la información obtenida con un sensor a bordo de un dron o de un tractor debe ser analizada por técnicos con la capacidad de transformar esa información en prescripciones, para lo que es necesario capacitación e información adicional sobre otros parámetros de la explotación agrícola en cuestión. Por ejemplo, ¿debo aplicar mayor dosis de fertilizante a las zonas que presentan mayor o menor NDVI?. Para responder a esta pregunta es necesario conocer, además del índice NDVI, la tipología del suelo en las diferentes zonas de la parcela, los rendimientos asociados a dichas zonas, etc., y, en base a toda esa información, tomar una decisión fundamentada que puede ser diferente a la de la parcela de al lado.

Y cuando la agricultura de precisión todavía no está generalizada ya estamos inmersos en el concepto Agricultura 4.0. Y, lógicamente, el sector se pierde con tanta terminología. ¿Qué es Agricultura 4.0?, ¿es lo mismo que Agricultura de Precisión?, ¿está relacionada con el concepto de Industria 4.0?,….

Hay muchas definiciones de Agricultura 4.0. Citaré algunas proporcionadas por expertos del sector de la tecnología agrícola. En palabras de Alfonso Lorenzi, gerente de marketing táctico de John Deere, “La agricultura 4.0 es la digitalización del campo. La base del autoguiado de las máquinas y de su geolocalización es el GPS, pero si a la máquina le ponemos sensores somos capaces de hacer mapas de información muy precisos. Si toda esa información la ponemos en la nube y al analizamos, hemos llegado a la digitalización del campo”. Otra posible definición es la aportada por José Arroyo, director de recambios y homologaciones del grupo SDF, “Es hacer uso de las herramientas que ya teníamos hasta ahora para la agricultura de precisión, como el guiado automático, el control de los aperos, la comunicación entre estos y el tractor, agrupar todos estos datos y gracias a internet subirlos a la nube para que el agricultor o el agrónomo puedan ajustar mejor sus trabajos”.

La agricultura 4.0 se basa, por lo tanto, en disponer de toda la información suministrada por la gran cantidad de sensores que “coexisten” en una explotación agrícola, poder centralizarla a través de internet y permitir la toma de decisiones inteligentes basadas en dicha información, bien en tiempo real, bien en diferido. Podríamos decir que es la aplicación del bigdata al sector agrícola con el apoyo de sistemas de captación y transmisión de datos en tiempo real.

Robots MARS (Mobile Agricultural Robot Swarms) desarrollados por Fendt, con navegación por satélite y gestión de datos en la nube, para la siembra autónoma de precisión en maíz.

¿Está el sector preparado para este salto? Mi opinión es que, no de forma generalizada pero sí para algunos casos y sectores, y que contamos con un número significativo de explotaciones en los que dicho salto ya se ha dado. Lógicamente este tipo de tecnología va ligada a explotaciones muy profesionales, a empresas de servicios, a dimensiones adecuadas de parcelas, a la existencia de variabilidad dentro de la explotación, etc. Y, sobre todo, a la formación, a disponer de personal cualificado en las explotaciones, y a la interpretación y gestión de la información de manera adecuada.

Pero para conseguir que estas tecnologías se generalicen y afiancen es imprescindible evitar dar pasos en falso. Es muy sencillo implementar sensores y obtener datos, pero al agricultor no hay que aportarle solo datos, hay que aportarle soluciones, si no, se producirá un rechazo a esta tecnología que retrasará la, por otro lado inevitable, introducción de la misma en el sector agro.

 

Cristina Mallor
Unidad de Hortofruticultura
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

Aragón cuenta con un banco de semillas de hortalizas, legumbres y especies relacionadas de referencia nacional, que mantiene más de 17.000 muestras, principalmente de variedades locales o tradicionales de origen español. Pero, ¿Por qué un banco de semillas?

En la antigüedad y en la agricultura de subsistencia, no había necesidad de conservar la diversidad: las semillas se trasmitían de padres a hijos y había abundancia de variedades en un mismo lugar. De este modo, los agricultores sembrando, cosechando y guardando parte de las semillas para la siguiente siembra durante milenios han enriquecido la diversidad de los cultivos, adaptando las variedades a las condiciones agro-climáticas y a los gustos locales (Figura 1).

FIGURA 1. Diversidad de cultivos y variedades locales conservadas en el
Banco de Germoplasma Hortícola (BGHZ – CITA).

Sin embargo, cuando la pérdida de biodiversidad, conocida como erosión genética, empezó a ser un problema se buscaron soluciones para conservar toda la variabilidad que se estaba dejando de cultivar. El botánico y genetista Nikolái Ivánovich Vavilov (1887-1943) estableció las bases de la moderna conservación de los recursos fitogenéticos. Vavilov, director del Instituto de Fitocultura en Leningrado entre 1921 y 1940, estaba convencido de que la única manera de evitar las hambrunas era preservar la diversidad genética de las especies con las que nos alimentamos. Con este razonamiento su instituto realizó un programa de recolección de semillas por todo el mundo en el que se obtuvieron 160.000 muestras de más de 50 países y fue en los años siguientes cuando numerosos países realizaron recolecciones de material vegetal. Paradójicamente, Vavilov, cuyo objetivo fue erradicar el hambre, murió de inanición en 1943 en una cárcel rusa.

Vavilov no se equivocaba, la diversidad biológica es clave para la seguridad alimentaria y la uniformidad genética genera vulnerabilidad. La dependencia alimentaria de unos pocos cultivos, y de unas pocas variedades de cada uno de ellos, puede crear graves problemas alimentarios. Un ejemplo clásico es la hambruna irlandesa de la patata que se produjo entre 1845 y 1849. En este periodo Irlanda perdió una cuarta parte de la población entre muertos y desplazados como consecuencia de la plaga del hongo Phytophtora infestans en el cultivo de patata. La causa fue que este cultivo constituía la base de la alimentación y las variedades que se utilizaban eran uniformes y muy sensibles a este hongo. Por lo que la enfermedad arrasó completamente los cultivos de patata y produjo la hambruna. La solución al problema pasó por introducir genes de resistencia en las variedades comerciales identificados en cultivares primitivos y poblaciones silvestres del área andina, donde están los centros de diversidad del cultivo. Este, y otros muchos ejemplos, ponen de manifiesto la importancia de mantener la diversidad genética, constituyendo una fuente esencial de caracteres de interés tales como resistencia a plagas y enfermedades, calidad nutritiva o adaptabilidad a condiciones ambientales adversas.

La pérdida de diversidad que se inició hace 200 años como consecuencia del desarrollo agrícola e industrial, se acentuó especialmente entre los años 1940-1950, cuando el desarrollo de la mejora genética dio lugar a la introducción de variedades comerciales, uniformes y mucho más adaptadas a las técnicas modernas de cultivo y a los nuevos sistemas de comercialización. Estas variedades permitieron alimentar a una población mundial en aquellos momentos creciente y subalimentada. Pero como contrapartida, estas variedades han ido desplazando a innumerables variedades tradicionales, heterogéneas y menos productivas, pero altamente adaptadas a su ambiente local y poseedoras de una gran diversidad genética. La FAO estima que en los últimos cien años se han perdido tres cuartas partes de la diversidad genética generada durante 10.000 años de agricultura.

España, en el año 1977 realizó las primeras actividades sistemáticas de recolección para la conservación de la diversidad genética, centrándose en un primer momento en cereales y leguminosas. En los años 80 los mejoradores de plantas comenzaron a recolectar especies hortícolas para su conservación en bancos de semillas. Y fue en el año 1993 cuando se inició el Programa Nacional de Conservación y Utilización de Recursos Fitogenéticos, creándose a la vez el Centro Nacional de Recursos Fitogenéticos (CRF-INIA) y la Red Nacional de Colecciones.

El banco aragonés de semillas, conocido como Banco de Germoplasma Hortícola de Zaragoza y sus siglas BGHZ, se ubica en el CITA e inició sus actividades en 1981. Uno de los objetivos del banco es garantizar la conservación ex situ a largo plazo, evitando la pérdida de biodiversidad o erosión genética. De hecho, algunas muestras han dejado de cultivarse y la única muestra que pervive es la conservada en el BGHZ. Otro objetivo es promover la utilización del material conservado con fines de investigación, mejora genética o utilización directa. Los datos de las muestras que se conservan se pueden consultar en la página web https://sites.cita-aragon.es/BGHZ/ que tiene implementada la opción para solicitar electrónicamente las semillas.

 

FIGURA 2. Conservación de las semillas en las cámaras de congelación del
Banco de Germoplasma Hortícola (BGHZ –CITA).

En el BGHZ, y en los bancos de semillas en general, la metodología de conservación se basa en el almacenamiento en frío de las semillas desecadas para prolongar su periodo de viabilidad (Figura 2). El BGHZ es un banco activo, que mantiene un duplicado de seguridad en el banco base del CRF, que es el centro nacional de referencia. A nivel mundial, la conocida como “Bóveda Global de Semillas” tiene una misión similar, se trata de una colección base para albergar duplicados de bancos de germoplasma de todo el mundo (https://www.croptrust.org/our-work/svalbard-global-seed-vault/) . Es el almacén de semillas mas grande del mundo y tiene como objetivo salvaguardar la biodiversidad del planeta frente a cualquier catástrofe de origen natural o humano. Está ubicada en el archipiélago noruego de Svalbard y las semillas se conservan en cajas negras. Las muestras sólo se pondrán en circulación en caso de que todas las fuentes de semillas originales hayan sido destruidas o agotadas. La única vez que una institución reclamó las semillas guardadas con anterioridad en Svalbard fue en 2015, con motivo de la guerra de Siria. El banco que se encontraba en Alepo (ICARDA) albergaba variedades de las zonas más áridas del mundo, pero el conflicto hizo que ya no pudiese ejercer sus funciones como banco de germoplasma.

José Casanova Gascón
Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural
Escuela Politécnica Superior de Huesca - Universidad de Zaragoza

En el último siglo, el número de especies y variedades cultivadas se ha reducido dramáticamente. La despoblación rural y la homogeneización de los mercados han llevado a que, en el momento actual, sólo unas pocas variedades cubren un alto porcentaje de la producción mundial de cualquier especie.

En el cultivo de vid y olivo se observa tal estandarización y homogeneidad, que ha llevado a la pérdida de originalidad de productos locales. A veces, es difícil encontrar las diferencias en el vino o el aceite de una variedad internacional producida aquí o en las antípodas.

Por ello, con una mezcla de curiosidad y aburrimiento por lo estándar, los consumidores expresan un interés creciente en probar productos diferentes. ¿Debería este renovado interés guiarnos para recuperar variedades tradicionales que hasta ahora han permanecido olvidadas?

Ciertamente sí, además de los diferentes sabores y aromas, las variedades tradicionales forman parte de la cultura de un territorio. Conocer la historia de la variedad o del árbol centenario constituye un valor añadido. Por ello el enoturismo y el oleoturismo, acercan conjuntamente el cultivo y el territorio al consumidor.

Además, el interés por esas variedades permite recuperar parcelas o terrazas que fueron abandonadas durante los años del éxodo rural. Aunque esto no siempre suceda, esta tendencia ha aumentado en los últimos años y su integración en el paisaje permite una mayor puesta en valor del territorio.

Cultivar variedades antiguas permite ampliar la biodiversidad. Tradicionalmente, el agricultor nunca cultivaba toda la parcela de la misma variedad. Ese es un concepto moderno. La diversidad de viñas u olivos dentro de la parcela permitían cosechar para diferentes usos en el contexto del autoconsumo (racimos para secar, vino, olivas de verdeo, aceite…). Indirectamente, esa mezcla varietal tenía un efecto importante, ya que dificultaba la propagación de algunas enfermedades.

Por otro lado, dado que la mayor parte de estas variedades no han sido estudiadas, es desconocida su relación y comportamiento con las enfermedades, el cambio climático, la sequía o regadío. Pueden ser un reservorio futuro que nuestros agricultores seleccionaron y que no podemos dejar perder.

En la recuperación de variedades podemos ver un acto de resistencia contra el fenómeno de la erosión genética.  Es decir, la pérdida no sólo de variedades, sino de la diversidad intravarietal. Al realizar trabajos de selección clonal se ha reducido también la variabilidad dentro de cada variedad, por lo que, de las alternativas que pudiéramos seleccionar, únicamente recuperamos una, perdiendo el resto. Antiguamente, las variedades cultivadas eran variedades-población, es decir una variedad era un conjunto de individuos muy similares, pero no idénticos.  

El protocolo para recuperar ese material vegetal es simple. Consiste en entrar en contacto con agricultores, ya sea en charlas, ferias, asociaciones, entrevistas, etc… También se realiza prospección en zonas abandonadas o se buscan referencias bibliográficas.

Y una vez recuperadas esas variedades, ¿qué hacemos? No podemos cultivarlas todas, ni a la vez, pero debemos evitar su pérdida. Por ello los organismos oficiales de las comunidades autónomas recuperan ese material vegetal en centros de conservación, donde se mantienen en cultivo, y algunas de ellas se seleccionan para volver a ser ofertadas a los agricultores. Por ejemplo, el Banco de Germoplasma de Vid del Gobierno de Aragón conserva en la actualidad 661 accesiones procedentes de este territorio.

Desde la Escuela Politécnica de Huesca hemos desarrollado durante años diversos proyectos de recuperación de variedades tradicionales de vid y olivo, colaborando con agricultores, técnicos y otros centros de investigación. Nuestro compromiso con la recuperación nos ha llevado a mantener un pequeño Banco de germoplasma de variedades de vid y de olivo que, como una cápsula del tiempo, contiene nuestro pasado y quizá nuestro futuro.

Por todo lo anterior, concluyo que la recuperación y estudio de las variedades minoritarias, además de las ventajas expuestas, constituye un acto de reconocimiento hacia los agricultores que han seleccionado y protegido el patrimonio genético de todos.

Jesús Val Falcón
Departamento de Nutrición Vegetal 
   Estación Experimental de Aula Dei 
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

Las manzanas Golden del valle del Jalón tienen una calidad organoléptica contrastada en los mercados nacionales e internacionales. Las preferencias de los consumidores más apreciadas según los datos del proyecto ISAFRUT, se decantan por el gusto muy dulce, que es justamente el atributo más destacado de nuestras manzanas. Sin embargo, las actuales tendencias de producción industrial de Golden se encaminan a obtener valores muy altos de firmeza para prolongar al máximo su vida útil, lo que impide consumir el producto en un estado óptimo de madurez tanto en aspecto (color) como en sabor, que en nada se diferencia de las producciones de otros países con costes de producción muchos más bajos y con técnicas de cultivo y conservación mucho menos respetuosas con el medioambiente.

La comarca de Valdejalón produce más de 50.000 t de esta variedad, que tiene buenas cualidades organolépticas como textura suave y sabor predominantemente dulce, cuando se recolectan en un estado de madurez algo más avanzado de lo habitual en función del mercado objetivo del producto y de la duración prevista de conservación. Sin embargo, y a pesar de esta característica envidiable, tras la larga crisis iniciada en el año 1992, la manzana de Valdejalón, y per se, la de todo el Valle del Ebro, lleva perdiendo superficie y cuota de mercado. De forma lenta e inexorable, muchas familias de agricultores han tenido que abandonar su cultivo, en muchos casos soportando gravosas pérdidas, siendo hoy en día la superficie de cultivo actual, 25 años después, menos del 50 % de la de aquel momento.

Para preservar la calidad, reducir pérdidas y prolongar el periodo de distribución y consumo, el almacenamiento frigorífico es la herramienta adecuada. Esta conservación tiene como finalidad frenar el metabolismo de los frutos y prolongar su vida tras la recolección. Sin embargo, durante la frigoconservación, disminuye gradualmente la firmeza de la pulpa, se produce cierta pérdida de aromas, se reduce el contenido de ácidos y sacarosa, hay pérdidas de peso por transpiración y, bajo ciertas condiciones, aparecen fisiopatías y podredumbres, lo que hace que se produzcan importantes pérdidas de calidad y, por tanto, económicas. Por ello, hasta ahora, el uso de instalaciones con atmósfera dinámica controlada (ADC) se ha demostrado muy eficaz para prolongados periodos de conservación puesto que provoca la inhibición de cambios fisiológicos en el fruto y reducción de la tasa respiratoria lo que produce un acusado retardo del proceso de maduración al suspender prácticamente la evolución de etileno y de CO.

Manzanas Golden de Valdejalón sometidas a los tratamientos de bajo impacto porpuestos en el proyecto (arriba) y testigos en frío convencional (abajo), tras 4 meses de conservación.

Mejora de la Calidad de la manzana Golden de Valdejalón es un proyecto de transferencia del Grupo Operativo GoldJalon del Gobierno de Aragón. El objetivo de este Grupo Operativo es optimizar la aplicación de diversas técnicas culturales y de poscosecha que han demostrado mejorar la calidad del fruto como el color y/o la textura, incluyendo su vida útil post-cosecha.

El proyecto tiene una duración estimada de 32 meses (mayo 2018- diciembre 2020) y en él se pretende demostrar al subsector de la producción y distribución de fruta, que mediante una mejora en el color y la firmeza de las manzanas y la prolongación de su vida útil se puede incrementar la rentabilidad económica. Con la producción de una manzana con características singulares de la zona se ampliarán los horizontes de su mercado actual.

Reunión de trabajo de los miembros del Grupo en las instalaciones de Fruitalmunia, una de las empresas del consorcio.

El consorcio del Grupo Operativo GoldJalón está formado por 4 entidades, de las cuales dos son empresas, SAT EIBI y FRUTALMUNIA y dos entidades de investigación Estación Experimental de Aula Dei-CSIC y Fundación Parque Científico Tecnológico Aula Dei.

La potencia tecnológica de este proyecto es la suma del esfuerzo coordinado de los miembros del consorcio lo que otorga al proyecto un valor diferencial del que se beneficiará tanto el sector agrícola como la sociedad y el medio ambiente:

Fundación Parque Científico Tecnológico Aula Dei (PCTAD) (socio)

Agradecimientos: Proyecto financiado por el programa de desarrollo rural de Aragón 2014 – 2020, cofinanciado con fondos FEADER, a través de su programa Grupos Operativos de la

Asociación Europea de Innovación (AEI). REF: GGO2017E00800

Miguel Lanau Martínez
Protección Técnica Natura S L
lanau.miguel@gmail.com

Hoy en día disponemos de avanzadas tecnologías en materia de visualización y control de cultivos, me refiero a los aparatos aéreos teledirigidos más conocidos como drones y las imágenes de satélite.

Comenzando con el dron, cabe decir que tras varias mejoras sustanciales llevadas a cabo conforme se perfeccionaba dicha tecnología, en aspectos clave como son la resolución de las cámaras, autonomía de vuelo, maniobrabilidad y respuesta del dron etc tenemos ante nosotros una herramienta muy potente que sin embargo ha encontrado una claro competidor el cual es la imagen de satélite.

El uso del drón debe contemplarse como una herramienta más a disposición del técnico oportuno o agricultor para realizar diversos check points a lo largo del cultivo, y nunca como herramienta definitoria como para la toma de decisiones que implique efectos a medio o largo plazo sobre el cultivo. Las imágenes que te provee el dron en su vuelo no son sino una foto estática del cultivo, hecha en un día y hora determinado, lo cual es muy interesante desde el punto de vista de localizar problemas puntuales por ejemplo con el riego, problemas edáficos, comienzo de síntomas asociados a plagas o enfermedades.. que de otro modo serían muy difíciles de detectar a su tiempo debido o bien al tamaño de parcela o al tamaño del cultivo ( maíz, sorgo, arbolado). Aparte de que no es viable ni en tiempo ni en forma realizar diariamente un vuelo completo sobre las parcelas objeto de control. Con el dron, lo que se consigue es una rapidez mucho mayor que si tuviéramos que recorrer la parcela a pie. Por supuesto que hay diversos síntomas de problemas fitopatológicos que no son apreciables desde la imagen de un dron, y requieren la inspección visual in situ del técnico correspondiente y su desplazamiento hasta la zona afectada.

Por otra parte, la utilización de este tipo de aparatos voladores requieren de cierta inversión inicial en la adquisición del mismo y un curso de piloto, además de ciertas restricciones de su uso reguladas en normativa, lo que podría provocar cierto rechazo inicial a la hora de implementar la tecnología en la explotación.

Volviendo al satélite, el control de los cultivos es casi permanente, y digo casi porque ya existen plataformas de pago que son capaces de proveer imágenes con resoluciones muy aceptables cada 2-3 días y eso durante todo el año. El único “enemigo” del satélite son los días con nubosidad, que lógicamente anula la capacidad del mismo.

La base de la imagen de satélite son los índices vegetativos y RGB que te permiten localizar y detectar cualquier tipo de problema, en principio no determinado hasta su posterior inspección in situ de la zona afectada, lo que provocará que el índice vegetativo disminuya y de una señal de que algo está pasando (plaga, enfermedad, riego, nutrición..).

Además, con dicha tecnología, puedes adquirir y tratar datos para su posterior uso en programas de riego o fertilización variable. Es decir, existen relaciones matemáticas entre índices vegetativos y necesidades nutricionales y de riego en cultivos.

Con la imagen de satélite, la ventaja frente al dron reside en que desde una pantalla de ordenador o tablet conectada a la red, te permite visualizar una concatenación de imágenes sucesivas a lo largo de un periodo de tiempo el cual lo determinas a voluntad, digamos que es una imagen dinámica, un video de la evolución del cultivo desde la siembra o rebrote hasta su recolección o madurez. Por ello, la visión global del ciclo biológico del cultivo es mucho más amplia, con más perspectiva.

Finalizando, no estoy diciendo que la tecnología del dron se haya quedado fuera de la carrera en la nueva agricultura del futuro, sino que hay que valorar bien, con sus pros y contras, la mejor opción para la implementación de una tecnología u otra en la explotación, y saber de antemano sus condicionantes para su posterior uso, decantándose por una o por otra en función de la versatilidad y polivalencia.

Alicia Cirujeda
Unidad de Sanidad Vegetal
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

El conocido refrán “Mala hierba nunca muere” refleja muy sabiamente lo que observamos en nuestros campos. Desde que existe la agricultura y mientras siga existiendo crecerán plantas no deseadas en nuestros campos. Sólo se escapan aquellos cultivos que crecen sobre sustratos aislados (por ejemplo, los tomates hidropónicos) o aquellas hortalizas que se nutren por fertirrigación sobre arenas en los invernaderos. Pero en el resto de situaciones, las plantas arvenses germinan y crecen junto a nuestros cultivos.

Primera pregunta: ¿tenemos entonces siempre las mismas hierbas?

No. El refrán se refiere a “malas hierbas” de modo genérico, se refiere a que siempre habrá alguna especie que nos “dé la lata”. Pero pueden ir cambiando, también a lo largo del tiempo. Por ejemplo, los molestos cardos que nuestros abuelos arrancaban manualmente antes de la cosecha del cereal para evitarles pinchazos a los segadores hoy día mueren con facilidad empleando herbicidas hormonales comúnmente utilizados desde los años 50.

Segunda pregunta: ¿es malo que haya plantas arvenses en nuestros campos?

La respuesta es “depende”. Si nacen especies que compiten poco con nuestro cultivo porque acaban su ciclo pronto o porque son muy pequeñitas y apenas necesitan espacio, agua o nutrientes, no apreciamos aspectos negativos en ellas. Pero si se trata de especies bien adaptadas a las condiciones del cultivo y que crecen deprisa, entonces sí podemos decir que nos molestan porque provocan mermas en el rendimiento. En general, si hay un conjunto de especies, pocas veces solemos tener un problema grave; en cambio, si estamos ante infestaciones monoespecíficas, muy posiblemente haya que ocuparse del tema en profundidad.

Tercera pregunta: ¿en qué condiciones aparecen especies de malas hierbas muy competitivas?

Las especies más competitivas suelen ser aquellas que son capaces de crecer muy deprisa usando los recursos disponibles para el cultivo con mucha eficacia. Sorprendentemente no son muchas especies, ya que hay muchísimas otras plantas especializadas en crecer sobre suelos pobres. En esos casos los fertilizantes reducen su biomasa e incluso sus tasas de reproducción. Las malas hierbas “importantes” suelen atesorar otra característica: ser capaces de adaptarse a los métodos de control que usamos. Hoy día, para cada cultivo solo contabilizaremos unas dos o tres especies especialmente dañinas. Por ejemplo: en cereal de invierno la mayoría de esfuerzos en gran parte de España se orientan a controlar Lolium rigidum, Papaver rhoeas y/o Avena sterilis subsp. ludoviciana. En los tres casos se trata de malas hierbas que aprovechan agua, luz y fertilizantes rápidamente y que, además, presentan poblaciones resistentes a los herbicidas. Su control se hace cada vez más complicado.

Fuerte infestación de Avena sterilis en trigo.

Cuarta pregunta: ¿cómo conseguir que no se instalen aquellas especies agresivas y muy competitivas para nuestros cultivos?

Esta pregunta es difícil de contestar porque la respuesta es múltiple: debemos de hacer varias cosas para evitar tener “super malas hierbas”, que es como se están denominando actualmente ciertas poblaciones de Amaranthus palmeri en Estados Unidos. Estas plantas son resistentes al herbicida glifosato (utilizado repetidamente en cada campaña sobre maíz o soja tolerantes al mismo herbicida) y que, como hemos comentado, aprovechan muy bien los fertilizantes y son tremendamente prolíficas. Entonces, ¿qué debemos de hacer para evitar estos casos? Vamos a dar varias respuestas. Por un lado, es conveniente implantar un cultivo lo más adaptado posible a las condiciones locales. Esta aparente generalidad agronómica es ciertamente relevante. Segundo: proporcionarle al cultivo lo que necesita: densidad adecuada, profundidad de siembra adecuada, etc. para que se establezca lo antes posible. Tercero: utilizar técnicas agronómicas lo más variadas posibles. Entre estas técnicas más discretas se encuentra la rotación de cultivos. La PAC con su greening promueve que los agricultores añadan algo de diversidad en sus fincas, la cual debería de conllevar también una diversificación de las prácticas agronómicas en las parcelas. Diversificación de prácticas agronómicas significa aportar perturbaciones en el campo, y cuanto más variadas sean, menos posibilidades tendrán las malas hierbas. Yendo al grano: conviene tener cultivos con diferentes fechas de siembra, realizar el laboreo en diferentes momentos (el apropiado para cada cultivo), sembrar en diferentes marcos de siembra, etc.

Lo ideal, no siempre posible, sería integrar cultivos de siega (forrajes) para así eliminar malas hierbas antes de la producción de semillas. No es casualidad de que los alarmantes problemas de resistencia citados en Estados Unidos y Argentina pero también los de Alopecurus myosuroides resistente en Reino Unido estén produciéndose en zonas donde ya no hay ganadería y, por lo tanto, han desaparecido los cultivos de forrajes de las rotaciones. No estamos sugiriendo “volver a las cavernas” pero la realidad nos está enseñando que es en los agroecosistemas extremamente simplificados y alejados de la ganadería donde aparecen estas “superweeds”. A nuestro nivel tenemos también un ejemplo similar en Aragón: Salsola kali (la capitana) abunda demasiado en los rastrojos de cereal, sobre todo desde que la cabaña ovina ya no da abasto para pastar estos rastrojos. Cada zona deberá encontrar la solución a su mala hierba más preocupante, pero lo que está claro es que esa solución pasará por diversificar.

Quinta pregunta: ¿es entonces posible una convivencia con las malas hierbas en una agricultura de elevados rendimientos?

La respuesta es de nuevo “depende”. Las malas hierbas están actualmente poniendo en jaque los modelos de producción agraria más simplificados. Cuando una especie amenaza nuestra rentabilidad de tal manera como hemos descrito es ya necesario un cambio radical de las técnicas de cultivo utilizadas: las parcelas más afectadas pasan por barbechos, siegas y transcurrirán años hasta poder volver a sembrar el mismo cultivo y esperar tener un cierto rendimiento.

Pero muy ciertamente no se tendría que llegar a esas situaciones y en muchas zonas del planeta la situación no es tan extrema. Lo que está claro es que cuanto más insistamos en controlar una especie en concreto, más se adaptará. Ejemplos: en los años 90 preocupaban las poblaciones de Lolium rigidum de Australia resistentes a dos o tres modos de acción; tras décadas de seguir intentando controlarlas únicamente con herbicidas, sin cambios de cultivo, en la actualidad hay poblaciones resistentes a casi todos los modos de acción. Ejemplos de malas hierbas “duras” no nos faltan: Conyza spp. resistentes a glifosato en frutales; Cyperus rotundus en cultivos hortícolas que atraviesan los acolchados plásticos y, al quedarse como única especie, proliferan enormemente; plantas parásitas en girasol, tomate, leguminosas. Pero también tenemos ejemplos de agricultura intensiva menos simplificada con menos problemas: en el valle del Ebro la rotación alfalfa, maíz, trigo que, bien llevada, es estupenda desde el punto de vista malherbológico. Es cuando se abusa del cultivo que más rinde económicamente (maíz) cuando aparecen los problemas.

Infestación monoespecífica de Cyperus rotundus en tomate.

Los retos que nos presentan estas plantas en la actualidad a los agricultores, técnicos y malherbólogos, son, desde mi punto de vista, de creatividad: conocemos las características biológicas de la mayoría de especies y, por lo tanto, las técnicas de control que minimizan su abundancia. Pero lo que cuesta es conseguir aplicar los métodos en los contextos actuales en los que los agricultores tienen escasos márgenes económicos, poca mano de obra y muchas limitaciones regulatorias.

Tal vez nos falte observar un poco más la naturaleza para llegar a esa creatividad. Las plantas llevan sobreviviendo a incendios, glaciaciones, pisoteos, depredación, etc. desde hace más de 100 millones de años… Es cierto, “mala hierba nunca muere”.

Ernesto Franco Aladrén
Unidad de Enología. 
Centro de Transferencia Agroalimentaria (CTA)

En la competividad de los vinos influyen numerosos factores, unos clásicos como el precio y la calidad y otros de incorporación más reciente, como la sostenibilidad, análisis de puntos críticos trazabilidad. No obstante en la actualidad, y cada día con más peso, el consumidor demanda del sector vitivinícola otros atributos de los vinos como la salubridadsingularidad autenticidad.

Seguridad alimentaria y salubridad

La seguridad alimentaria y la oferta de vinos saludables, así como la garantía de autenticidad y de origen, valores intrínsecos de las Denominaciones de Origen, constituyen una de las preocupaciones que más acaparan la atención de los consumidores, especialmente en los países importadores de vino, quienes valoran tales demandas como atributos de calidad. Por todo ello, la trazabilidad, en su sentido más amplio, se ha convertido en una herramienta útil y necesaria para velar por el correcto funcionamiento y conocimiento del proceso de producción de la uva y de la elaboración y comercialización del vino.

Si bien el vino, no debe presentar especiales peoblemas de seguridad alimentaría, si que la salubridad es un factor que deben tener encuenta las bodegas. Los efectos beneficiosos del consumo moderado de vino, en particular tinto por su mayor contenido en polifenoles (resveratrol), son bien conocidas y entre ellas destacar la redución del riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular, reduce el colesterol, retarda el envejecimiento, previene demencias y enfermedades degenerativas del cerebro y reduce el riesgo de cáncer

Pero también el vino, además del alcohol, contiene una seríe de compuestos que pueden provocar problemas de salud en algunos consumidores, por ello es conveniente que los niveles de estas sutancias esten por debajo de los límites permitidos y además sean los más bajos posibles. Entre estos compuestos se encuentran los alérgenos como, el dióxido de azufre, clara de huevo (lisozima, ovoalbúmina) y caseína de leche, en los tres casos son productos de adición al vino y que obligatoriamente se deben reflejar en el etiquetado. Otras sustancias como la ocratoxina A (toxina de origen fúngico con propiedades carcinógenas y que también pueden provocar reacciones inmunotóxicas) y las amimás biológicas, (principamente histamina), están presentes en diversos alimentos y bebidas de forma natural, como consecuencia de un proceso normal de fermentación o de una alteración microbiana, son las causantes de síntomas como el dolor de cabeza, hipotensión arterial, problemas digestivos y picor, al consumir vino. Si bien la concentración máxima admitida de las dos sutancias están fijadas, en un vino saludable sus niveles deben ser mínimos.

Trazabilidad, sigularidad, autenticidad y herramientas analíticas

La Organización Internacional de la Viña y del Vino (OIV) en la resolución CST 1/2007, define la trazabilidad en el sector vitivinícola “como la capacidad de identificar y hacer un seguimiento de un producto vitivinícola a través de todas las etapas necesarias de la producción, de la elaboración y distribución, por medio de informaciones registradas”, por tanto, la trazabilidad se entiende más como el reflejo documental de un producto, necesario e imprescindible, pero no suficiente, para garantizar la utenticidad de los vinos.

La singularidad es uno de los valores de futuro para un segmento importante del mercado de vinos y que va creciendo año a año. La singularidad se puede conseguir mediante innovaciones tecnológicas en bodega o mediante la puesta en el mercado de vinos de variedades redescubiertas, es decir variedades denostadas, que aportan singularidad como es el caso de las variedades Parraleta, Derechero y Vidadillo en las cuales el Centro de Transferencia Agroalimentaria (CTA) del Gobierno de Aragón lleva a cabo el proceso de selección clonal. Otras variedades que pueden producir vinos singulares son aquellas en peligro de extinción que están siendo recuperadas por el CTA desde hace veinticinco años, estos estudios han sido objeto de varios proyectos, en la actualidad se plasma en el INTERREG “VALOVITIS” www.valovitis.eu.

Proceso de recuperación de la variedad Parraleta, vid antigua. SELECCIÓN CLONAL DE LA VARIEDAD PARRALETA. Informaciones técnicas Núm.266 ■ Año 2018. Centro de Transferencia Agroalimentaria

La RAE define la autenticidad como la cualidad de lo auténtico, “acreditado como cierto y verdadero por los caracteres o requisitos que en ello concurren” y como “la certificación con que se testifica la identidad y verdad de algo”, es decir, la autenticidad se debe plantear, y así lo hacen los paises importadores, relacionando biunivicamente la información de la etiqueta con el contenido del envase de vino.

Para comprobar la utenticidad en los vinos se estan desarrollando una serie de herramientas analíticas que permitan comprobar la trazabilidad y autenticidad de los vinos. En este sentido las técnicas analíticas que se aplican en la actualidad, eran casi ciencia ficción hace tan solo veinte años, el avance de la química analítica y técnicas moleculares como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), están permitiendo conocer el origen y composición de los productos y consecuentemente identificar posibles adulteraciones de los mismos.

Los análisis de PCR, son muy eficaces en viticultura y permiten identificar las variedades de vid con gran precisión. Solo a veces permiten saber qué variedades están presentes en un mosto, por tanto su eficacia respecto de mostos y vinos aún es muy baja.

Las herramientas analíticas que permiten identificar y cuantificar los compuestos químicos presentes en el vino, las clasificamos en dos grupos. Las primeras incluyen los análisis clásicos que expresan los resultados en concentración del analito (mg/l o μg/l), proporcionan información de la compossión del vino y es una herramienta potente para conocer si se superan los límites legales de sustancias presentes en el vino y para detectar la presencia fraudolenta de algunos productos no autorizados. En el segundo grupo se incluyen aquellas que expresan los resultados relacionando la muestra objeto de análisis con una base de datos confeccionada previamente, entre estas se encuentra el análisis de Infrarrojo por Transformada de Fourier (FTIR) que cuantifica la concentración de las sustancias presentes en el vino; pero este tipo de análisis es potente en las técnicas que se basan en el Fraccionamiento Isotópico Natural (FIN) y en la huella dactilar mediante Resonancia Magnética Nuclear Protónica (HRMN).

El FIN se basa en la relación entre isótopos estables de los elementos biológicamente importantes Deuterio, Carbono, Oxígeno y Nitrógeno de un producto (vino) o de un componente específico de este, puede ser un ingrediente (agua) o una molécula del producto (glicerol). Se genera una relación entre isótopos que permite conocer si dicha relación encaja en la base de datos. Proporcionan información sobre el origen botánico y geográfico, y permite detectar fraudes relacionados con el aguado, chaptalización o uso de alcohol exógeno en los vinos.

Clasificación de un vino con respecto al país, la denominación de origen, la variedad y la añada. Renonancia magnética para vinos. Eva López Retuerto, Cuaderno de Campo 30-33

En el caso del HRMN, la muestra de vino se somete al campo magnético obtiendo un perfil espectral que forma la huella dactilar, ésta se compara con la base de datos determinando el origen, variedad y añada del vino.

En conclusión el sector vitivinícola, en particular el  aragonés, debe tener presente los retos que en materia de autenticidad exigen los consumidores, principalmente en los vinos destinados a la exportación y en los casos que proceda, proponer rutas técnicas para conseguir vinos de calidad sostenibles, saludables, singulares y auténticos.

Juan Barriuso Vargas
Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural.
 Escuela Politécnica Superior de Huesca - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

 

Esta es una frase que poco a poco se va repitiendo más veces cuando empieza la “temporada de caza” y de consumo. Son eventos que las REDES de información o la sociedad en general consideran interesantes o al menos curiosas. Sin embargo, siempre hay un pero si preguntamos al ciudadano diana de esa información por sus conocimientos sobre este tema sus respuestas suelen defraudarnos.

Los reportajes y los escritos sobre el tema pueden considerarse de un buen nivel, tanto científico como divulgativo. Los protagonistas son cocineros, profesionales de la truficultura, científicos y aficionados con ciertos conocimientos sobre el tema (micólogos, seteros, etc.). Las imágenes presentadas son muy curiosas e impactantes en muchas ocasiones y aun así el conocimiento de la trufa y de la truficultura no llega a cuajar del todo en el consumidor.

Si se me permite voy a dar mi opinión al respecto sin ninguna intención de sentar cátedra. Intentaré sintetizar en pocas palabras la experiencia acumulada a lo largo de más de 25 años de investigación y experimentación sobre este tema. Desde que se empezó la domesticación de la trufa en Francia a finales del siglo XIX, hasta su llegada a España a mediados de la segunda mitad del siglo pasado, no ha transcurrido suficiente tiempo transcurrido como para que este producto se haya integrado en nuestra cocina. Aquí necesitaría hacer una salvedad, en el país vecino existe tradición trufera. Tienen una larga experiencia en su uso culinario desde la edad media. No ocurre así en España, que es un país advenedizo en el uso de este hongo exquisito, aunque por su situación geográfica y ecología es el referente actual de la producción trufera, tanto silvestre como cultivada. Esta casualidad ha dado lugar como consecuencia a una actividad económica emergente muy valiosa. De paso que esa trufa se exportaba principalmente a Francia, en España se empezaba a apreciar en algunas cocinas. ¿Por qué la trufa no termina de calar en nuestro territorio?. Por falacias, errores intencionados o no y una falta de cultura gastronómica del ciudadano. La información que se recibe es que es un producto (rara vez se reconoce que es un hongo del suelo) muy caro y difícil de cocinar. Que es difícil de encontrarla fresca en el mercado (eso es bien cierto) y que dura muy poco en el frigorífico. Bueno parece que son todo desventajas para que a pocas personas se les ocurra entrar en este juego. A partir de estos antecedentes las trufas no se compran y no se utilizan más que en restaurantes de élite. Desde luego hay excepciones de establecimientos que las tienen en sus menús muy bien usadas, pero suelen ser los que ya tenían cierta tradición por localizarse ellos mismos en zonas de trufa silvestre (sobre todo en las provincias de Soria, Huesca, Castellón y por supuesto Teruel).

Desmontando estos equívocos.

, una trufa de 30g (imagínense del tamaño de una pelotita de golf) viene a costar en fresco unos 30-40€. Con esa cantidad se podrán aromatizar (la trufa es solo un aroma) los platos de una cena familiar o de amigos. Nos gastaremos posiblemente más en el vino y los licores. Si se dice que la trufa estaría a 1.300€/kg parece un producto inasequible, pero nadie, compra esa cantidad.

, eso es cierto, pero se puede conseguir, aunque sea bajo pedido en tiendas especializadas. Hay que hacer un esfuerzo por parte de todos para acercarla al consumidor puesto que nuestra cuota de mercado casi no está explotada.

, la trufa se compra y se debe consumir en un tiempo breve, pero se conserva bien en el frigorífico, en un recipiente cerrado si se airea todo los días. Hay suficiente información en internet sobre este tema.

o de usar en la preparación de platos. Nada más lejos de la realidad porque para apreciarla si no se conoce, las recetas más simples son las mejores: trufa laminada con aceite en rebanadas de pan tostado, huevos con trufa, solomillo con trufa, mayonesa, crema, arroz trufado, son algunas de las que he usado para dar a conocer este manjar a mis amigos. De nuevo la en la RED hay multitud de estas recetas y desde luego en libros de cocina especializados para los siguientes pasos.

En Aragón, por ser la única Comunidad con todas sus provincias productoras de trufa, tanto silvestre como cultivada, ha habido desde siempre, y hay en la actualidad un gran interés en la Administración y entre los productores en potenciar este producto, tanto en su vertiente investigadora como divulgativa. Es solo una cuestión de tiempo para que el consumo de la trufa se consolide.

Teruel pasa por ser la provincia de mayor producción silvestre y cultivada con casi 7.000ha en cultivo y más del 80% de la superficie total de la provincia óptima para la producción. Además se se considera coma la de mayor calidad de todo el mundo. Huesca con casi 1.000ha de cultivo y también varios cientos de miles de potencialidad trufera le sigue con una calidad comparable y Zaragoza, con menos de 400ha cultivadas en la Ibérica y con casi medio millón de hectáreas óptimas para su cultivo está despuntando con unas propiedades organolépticas inmejorables.

Así, con estos antecedentes debemos esperar que este cultivo y este producto sirva de promotor de nuestra región, es un privilegio poder contar con la trufa y debería ser un producto emblemático de nuestra tierra. Tenemos potencial para maridarla con buenos vinos y mejores viandas que harán las delicias de cualquier consumidor que se acerque a la trufa.

 

 

Mariano Vidal Cortés
Laboratorio de Maquinaria Agrícola
Escuela Politécnica Superior de Huesca - Universidad de Zaragoza

La aplicación de estiércoles en las parcelas de cultivo es una práctica que se viene utilizando desde los orígenes de la agricultura, aprovechando los nutrientes de los mismos y cerrando el ciclo, pues los animales comen el vegetal, y tras ser procesado en su organismo, es devuelto al campo como "alimento" del nuevo cultivo. Sin embargo, en la actualidad nos encontramos con casos de aplicaciones de estiércol en parcelas agrícolas que causan molestias (olores) e impactos ambientales (contaminaciones de acuíferos y cauces de agua,...). Fundamentalmente, la problemática más acusada es en la aplicación de estiércol líquido, el conocido purín, debido al  gran número de explotaciones de porcino existentes en el territorio (favoreciendo la vertebración del territorio, fijando población en el medio rural), a la no adecuación de los equipos de distribución del purín en campo para conseguir distribuciones homogéneas y al desconocimiento de la composición del purín en cada una de las explotaciones ganaderas donde se produce. Sin duda, es un problema que se debe solucionar, considerando el purín como un fertilizante de composición conocida.

Uno de los factores que influyen de forma importante en la eficiencia de la gestión, es el transporte del producto desde el lugar de producción (granja) hasta el punto de aplicación (parcela agrícola), encareciendo la distribución del purín. Sería conveniente realizar manejos de los animales en la granja reduciendo los consumos de agua excesivos, de esta forma se transportarían las  mismas unidades de nutrientes, en mayor concentración, y por lo tanto se reduciría el número de trayectos a realizar, y en paralelo su coste.

El conocimiento de la composición del purín en cuanto a nutrientes es fundamental. Se debe acabar de dar el salto en el concepto de dosificación, dejando atrás los m de purín aplicados en una hectárea (m/ha) y hablando de kg de nutrientes (el más usado es el Nitrógeno) distribuidos en la hectárea (kgN/ha). Lógicamente, esto conlleva conocer la concentración de este elemento en el purín, y por lo tanto, el primer escalón en este sentido, sería realizar la analítica del purín producido. Esta concentración dependerá de una explotación a otra, y dentro de la misma explotación de las épocas de año y de las propias variables del manejo de la misma. Es decir, en cada punto de carga, periódicamente, se debería contar con la analítica correspondiente. Existe en el mercado metodología y equipamiento lo suficientemente preciso y rápido como para que ello sea viable.

Finalmente, el último factor que interviene en la cadena de distribución del purín en el campo es el equipo de aplicación. Las conocidas cisternas o cubas de purín, bien sean arrastradas por tractor agrícola o autopropulsadas, cargan el purín en la granja, lo transportan a la parcela y lo distribuyen en la misma. La mayoría de los equipos utilizados en la actualidad son todavía de distribución mediante plato. En estos casos, existen estudios que demuestran que más del 30% del N que posee el purín en la cuba no llega al suelo, por lo tanto, se está perdiendo un nutriente en cantidades no despreciables. Además, en ensayos de uniformidad de distribución, con este sistema de plato, se obtienen perfiles de distribución transversal, a partir de los cuales es muy difícil obtener homogeneidad en la misma. Estos dos aspectos (conocimiento de la concentración de nutrientes en el purín y sistema de distribución en campo) son los causantes en gran medida de los molestos olores (evaporación) y de la contaminación de aguas (distribución muy heterogénea).

Foto 1

Para solventar, en la medida de lo posible estos dos problemas, se debe recurrir a aplicaciones con equipos dotados de sistemas de distribución en superficie mediante rampas de tubos (foto 1), para posteriormente enterrar el purín, o mediante inyección al terreno directamente  mediante reja (foto 2) o disco. Con ellos se pueden conseguir distribuciones lo suficientemente homogéneas para que no haya contaminación de aguas, si se aplica a las dosis correctas, ni malos olores si se procede al enterrado, en caso de que el tipo de cultivo y su estado vegetativo lo permita.

Foto 2

En el mercado se comercializan distintos sistemas de distribución con estas finalidades, instalados en equipos que pueden ir dotados de la última tecnología en aplicación de dosis variable. Para ello, incorporan sensores que proporcionan información acerca de la concentración (c) de nutrientes (N) en el purín, del caudal de purín (Q) saliente de la cuba y de la velocidad (v) real de desplazamiento. Conocida la anchura (a) de aplicación, el propio equipo, a través de un procesador que lleva incorporado, acciona de forma autónoma la valvulería necesaria para variar el caudal, con la finalidad de mantener constante la dosis (d) de N aplicada. La expresión que relaciona estos parámetros es:

 

Como se ha comentado anteriormente, la mayoría del parque de cisternas de purín en nuestro país es de distribución mediante plato. Tras la entrada en vigor del RD 980/2017 el pasado  de enero de 2018, estos sistemas de distribución no se pueden utilizar en los casos de recibir ayudas de pagos directos, determinadas primas anuales de desarrollo rural, o pagos en virtud de determinados programas de apoyo al sector vitivinícola. Las distintas Comunidades Autónomas han reglamentado la puesta en marcha de esta medida en sus respectivos territorios, y el Ministerio ha convocado en 2018 ayudas de plan renove de maquinaria orientadas exclusivamente para este tipo de equipos, ya sea renovación del equipo completo o exclusivamente de sustitución del sistema de distribución. En los casos de renovar solo el sistema de distribución, sustituyendo el plato por otro sistema de los permitidos, se debe tener en cuenta, dependiendo del sistema implementado, la reglamentación de industria y de tráfico por si fuera de aplicación. La instalación de estos sistemas de distribución puede llevar consigo, cambios en las dimensiones finales del remolque, en sus pesos, o dificultar la visión de los dispositivos de señalización (luces de frenado, de posición, intermitentes,...). Así pues, en la mayoría de los casos, la documentación requerida para la ITV será: marcado CE del sistema de distribución implementado, Proyecto técnico de la reforma, Certificación final de obra, Informe de conformidad y Certificado del taller. El visto bueno final de la Estación de Inspección Técnica de Vehículos debe ser dado por una instalación fija.

Esta renovación de los equipos de aplicación de purín (total o parcial),  es necesaria para realizar aplicaciones causantes de menos molestias que las actuales a través de platos, y más homogéneas en toda la superficie. Si además las aplicaciones se realizan conociendo la composición en nutrientes del purín, y se aplican las dosis de los mismos que necesita cada cultivo y sin sobrepasar los límites normativos, el purín se estará usando como un fertilizante, disminuyendo el impacto ambiental y la dosis de fertilizantes químicos aplicados, y por lo tanto, la inversión en inputs necesarios para el cultivo.

Miguel Lorente
mlorenteb@yahoo.es

La zonificación, en un sentido amplio, es la división racional de un área geográfica en zonas homogéneas de acuerdo a ciertos criterios. En agronomía la zonificación se puede utilizar para adecuar los cultivos al espacio territorial, especialmente si se quiere aplicar una agricultura de precisión o, como en el caso del vino amparado en Denominación de Origen, cuando se aplica una producción vinculada al territorio basada en la interacción entre la vid y el medio. Este artículo explica la zonificación llevada a cabo en la DOP Campo de Borja.

Estar en Denominación de Origen implica obtener vinos cuyas características están engendradas por las interacciones que se producen entre el medio geográfico y la vid. El clima, la naturaleza de los suelos, la orientación y pendiente de los campos con su efecto en la radiación solar, escorrentía e infiltración del agua de lluvia, por ejemplo, son factores naturales que afectan al desarrollo de las plantas, a la composición de las uvas y, en definitiva, a las características de los vinos. Este fenómeno es conocido desde la antigüedad por procedimientos empíricos, haciendo que los vinos se designaran con el nombre de sus zonas de origen.

Producir vino con este criterio ha llevado a desarrollar un comercio basado en la originalidad del producto causada por el territorio donde se crían las uvas y, en la medida en que la demanda estimula la producción, el vino identificado con el nombre de su lugar de origen se convierte en motor de desarrollo territorial blindado contra la deslocalización productiva. La necesidad de regular el uso de las indicaciones geográficas en el comercio, llevó a establecer a principios del siglo XX la Denominación de Origen como fórmula jurídica de protección, arraigada en la idea de hacer inseparables la producción y el territorio de origen.

Los franceses tienen la palabra terroir para expresar el sentido de lo que en el contexto de la DO se define como “medio geográfico”. En los últimos años este término enológico se ha hecho universal asociado a vinos de alta calidad, pero lleva implícito conocer el medio y su potencial enológico mediante estudios de zonificación, con el fin de utilizarlo en la producción y comercialización del vino, porque en caso contrario estaríamos hablando de terroir o de DO “virtuales”. De aquí se deduce que Denominación de Origen, terroir y zonificación, forman una trilogía inseparable en la que cualquiera de estos términos depende de los otros.

Los terroir de Campo de Borja

La DOP Campo de Borja a través del Consejo Regulador promovió un trabajo de investigación destinado a obtener recursos técnicos y justificación ideológica, con el objetivo de mejorar el valor del vino. Esto se hizo a partir del conocimiento del medio geográfico y su efecto en la calidad de los vinos, con el fin de delimitar el espacio en unidades homogéneas, denominadas Unidades de Terroir (UT), fundamental en la aplicación de un modelo productivo razonado siguiendo el concepto terroir. Por tanto, la aplicación coherente y razonada de la DO implica la zonificación territorial, con el fin de determinar los terrenos de especial aptitud para el cultivo de la vid que deben constituir los límites de todos los niveles de las DOP.

Hasta la era digital estudiar el medio resultaba complejo, sin embargo con las nuevas tecnologías dela información geográfica mediante programas como ArcGis, GV.Sig, Q-Gis, etc. obtener la información, analizarla, gestionarla y hacer propuestas, resulta mucho más asequible y fácil de aplicar. En Campo de Borja fue necesario elaborar un mapa de suelos porque se carecía de él, pero el resto de información geográfica se obtuvo de diversas fuentes a través de la red, como la geología, litología, altimetría, pendiente, orientación, clima, etc. El resultado fue un mapa de unidades cartográficas de suelo definidas en función de las posibilidades de afectar a las características del vino. Todas las capas obtenidas se cruzaron con la de recintos del Sigpac y el Registro Vitícola para trasladar la información a las parcelas de vid.

Mapa de Unidades de Terroir dela DOP Campo de Borja

El siguiente paso fue conocer la respuesta enológica de las unidades cartográficas, para lo cual durante tres años se vinificaron uvas de 60 parcelas  mediante un método pionero basado en la elaboración de mistelas. Este método fue propuesto y llevado a cabo por Ernesto Franco, jefe de la unidad de enología de la DGA. Las mistelas se analizaron y cataron, y los resultados fueron sometidos a análisis estadístico, comprobándose que se formaban cuatro grupos de productos con sus características específicas. Esta información llevó a conocer la tendencia enológica de cada unidad cartográfica de la que se obtuvo la zonificación de la Denominación de Origen en unidades de terroir. Es decir, se conoce el tipo de vino que es capaz de producir cada una de las zonas y, por consiguiente, cada una de las viñas.

Cursos sobre Sistemas de Información geográfica impartidos en la sede del Consejo Regulador

Como es sabido que los nuevos conocimientos, por buenos que sean, no tienen ningún valor si no son asimilados por la cultura de quienes lo van a aplicar, el Consejo Regulador ha organizado numerosas reuniones con los agentes de la producción para darles a conocer los trabajos, así como cursos para los técnicos de las bodegas sobre la gestión de la información geográfica. En definitiva, con la zonificación la DOP Campo de Borja dispone de una herramienta propia de la gestión territorial necesaria en la producción de vino de calidad.

 

Pilar Errea
Unidad de Hortofruticultura
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

La conservación, caracterización y evaluación de los recursos genéticos constituye la base de la seguridad alimentaria y del desarrollo sostenible, garantizando el mantenimiento de la biodiversidad. La pérdida de variabilidad genética supone una limitación importante de la capacidad de responder a nuevas necesidades y un incremento de la vulnerabilidad de nuestros cultivos frente a cambios ambientales o aparición de nuevas plagas o enfermedades. Recuperar la diversidad genética y cultural de los sistemas alimentarios y mantener la biodiversidad de los bienes comunes son estrategias esenciales para responder a los retos del cambio climático.

Si nos centramos en los frutales de la zona de montaña, y más concretamente de los núcleos rurales de Aragón, y retrocedemos un poco en el tiempo, comprenderemos mejor qué material frutal nos encontramos  y que variabilidad recoge. Tradicionalmente en estas zonas rurales el hombre tenía que aprovechar íntegramente todos los recursos disponibles para satisfacer sus propias necesidades, con el desarrollo de una agricultura completa. Así crecieron especies y variedades autóctonas durante décadas, en sistemas primitivos de agricultura, bien adaptados a su medio ambiente y a las condiciones culturales y económicas, y en equilibrio con su medio. El objetivo era  intentar conseguir el autoabastecimiento y reducir al máximo la importación de productos. Esta selección efectuada por los agricultores en sus huertos familiares durante generaciones, generó una gran diversidad de material vegetal frutal de calidad, que son los que constituyen hoy en día un gran patrimonio genético. La buena adaptabilidad al medio,  al cambio climático, mayor resistencia a plagas y enfermedades, los bajos aportes de insumos que necesitan por su adaptación a su propio ecosistema, así como la buena calidad organoléptica, son algunas de las características que definen a estas variedades locales. 

En el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón se lleva a cabo un proyecto de recuperación de especies frutales antiguas en el que se pretende garantizar la supervivencia de estos recursos fitogenéticos en toda su riqueza y diversidad, y especialmente en aquellos en peligro de desaparición. La estrategia de esta recuperación incluye la prospección y propagación del material frutal interesante, su caracterización tanto pomológica como molecular y la posterior evaluación de todo su potencial agronómico. El trabajo se inicia con el inventario de estos frutales a lo largo de la geografía aragonesa, especialmente en núcleos abandonados de zonas de montaña. Para evitar duplicidades de material y profundizar en la diversidad encontrada, se analiza con marcadores moleculares todo el material localizado, y de esta forma se identifican y se evalúa la singularidad del material localizado. Posteriormente, y para asegurar la conservación del mismo individuo localizado, se recurre a la propagación vegetativa y su establecimiento en parcelas experimentales. El proceso de identificación y valoración del material termina con la evaluación agronómica del material seleccionado y propagado en el que se describen los principales caracteres agronómicos (floración, vigor, adaptación al suelo, producción frutal, épocas de maduración, resistencias…) así como las características del fruto mediante un análisis de caracteres fisicoquímicos. El objetivo fundamental de este trabajo es conocer este material frutal, su variabilidad, calidad organoléptica y caracteres de interés para, por un lado para ofrecer productos diferenciados que puedan tener una parcela en el mercado específico promoviendo el valor intrínseco de los productos alimentarios locales y la elaboración de productos con ingredientes tradicionales. Por otro lado, el conocimiento de esta biodiversidad y las condiciones y procesos que la han generado, puede poner a disposición de los mejoradores el material más adecuado para responder a nuevas necesidades y abordar posibles continencias en el futuro. El incremento de la vulnerabilidad de nuestros cultivos frente a cambios sustanciales o la aparición de nuevas plagas o enfermedades hacen necesarios estudios que permitan avanzar y responder a las nuevas exigencias, y estos cultivos que aún sobreviven, seleccionados durante generaciones y que se han mantenido muchos años en cultivo por alguna característica determinada, representa un fondo genético de gran valor al que los actuales programas de mejora , a pesar de tratarse de variedades tradicionales, deben acudir para cubrir necesidades puntuales.

La caracterización y conservación de estos recursos, el estudio de su diversidad y de caracteres de interés son el punto de partida para desarrollar, mediante la mejora genética, nuevos materiales que mejoren los existentes y que den respuesta a las demandas del sector. Para el desarrollo de estos programas de mejora, se requiere el conocimiento de la base genética de los caracteres de interés agronómico que permita la selección precoz de individuos élite para la mejora. Estos recursos frutales locales que todavía sobreviven,  son la base para la caracterización y evaluación de nuevas variedades comerciales y para el desarrollo de diferentes proyectos y líneas de investigación, ofreciendo material de partida para planes de mejora, permitiendo el estudio de la regulación genética y los mecanismos fisiológicos de caracteres de interés productivo.

En definitiva, se trata de recuperar un material vegetal potencialmente interesante para incorporar en  unos sistemas agrícolas cada vez más encaminados a la utilización de sistemas sostenibles de cultivo, y que se encuentra en grave peligro de extinción y ofrece la oportunidad de buscar soluciones a problemas locales como la diversificación de las producciones agrarias o el desarrollo de nuevas variedades.