Rosa Oria Almudí 1
Departamento de Tecnología de los Alimentos
Universidad de Zaragoza
La mejor manera de prolongar la vida útil de un melocotón fresco es la conservación en frío y se requiere un manejo rápido tras la cosecha para evitar su deterioro. Esta temperatura de conservación debe estar próxima a 0 ºC. Esto reduce la tasa de respiración y la emisión de etileno y además permite que el fruto no muestre síntomas de degradación fisiológica, llegando incluso a poder mantenerse en cámara de refrigeración en torno a 30-45 días. Sin embargo, la conservación a baja temperatura puede presentar problemas si no se alcanza este valor ya que el melocotón presenta una alteración fisiológica, durante la frigoconservación, denominada daños por frío. En el melocotón, estos daños aparecen en el rango de temperaturas de 2 a 7 ºC aproximadamente.
Los daños por frío causan alteraciones que son reversibles durante un tiempo corto, pero que pronto se convierten en irreversibles.

Un manejo adecuado de los frutos de melocotón (desde una prerefrigeración rápida, una disminución de los impactos en los frutos y una conservación en frío a la temperatura recomendada), es necesario para obtener un producto final de calidad y conseguir así la satisfacción del cliente.
En la aplicación de las diferentes tecnologías post-cosecha actualmente utilizadas, el desarrollo de nuevos sistemas de envasado y modificación de la atmósfera de conservación cobra cada vez más importancia a la hora de introducir cambios en las nuevas líneas de desarrollo del sector.
A pesar de que existen referencias sobre el envasado en atmósfera modificada del melocotón así como sobre su tolerancia al dióxido de carbono y a los bajos niveles de oxígeno, actualmente la mayoría de las variedades se comercializan en barquillas con tapas semirrígidas o flow pack con plásticos macroperforados (conservación en aire). En estas condiciones, la atmósfera que rodea el producto dista de ser la idónea para prolongar la vida útil del fruto, sin embargo presenta menos riesgos durante la comercialización. Por lo tanto, la actual innovación tecnológica radica en la aplicación de rangos de concentraciones de gases más cercanas a los límites de tolerancias, con el fin de incrementar la vida útil decada fruta. Estos tratamientos implican un control exhaustivo de la atmósfera para evitar daños por elevadas concentraciones de dióxido de carbono. Con este objetivo se envasa el melocotón en atmósfera modificada pasiva mediante la aplicación de una nueva tecnología de perforación láser asociada al análisis de actividad respiratoria de cada producto mediante un medidor de la respiración. Con este dato, el software incluido en el equipo es capaz de calcular la permeabilidad de la película plástica necesaria para un correcto envasado del producto en atmósfera modificada pasiva.
Entre las diferentes tecnologías de conservación en atmósfera modificada o controlada que vienen aplicándose en los últimos años a nivel de central, destaca (por su versatilidad y eficacia) el sistema de almacenamiento Palliflex. Este sistema es idóneo para la conservación a corto y a largo plazo bajo condiciones de atmósfera controlada, permitiendo configurar la atmósfera más adecuada en cada pallet de forma individual para cada variedad, siendo únicamente necesaria una cámara frigorífica en la que se instalen las diferentes unidades (el sistema no permite regular la temperatura).

En España, esta tecnología aún no es muy utilizada en la conservación de frutos de hueso, pero podría ser muy interesante. Si bien es verdad que debido a su manejo, en melocotón su uso sería más recomendable para transporte internacional, conservación en cámara de pequeños pedidos a la espera de la salida del producto o para envíos de melocotón de alta calidad y precio. Por eso, su aplicación en melocotón a nivel de central podría considerarse un importante salto tecnológico para el sector, tan estratégico en nuestro país, por lo que habrá que estar atentos a futuros resultados.
Para garantizar la cantidad, calidad y regularidad de las producciones agrícolas se hace necesario el uso de productos fitosanitarios. Este tipo de tratamientos son considerados necesarios para alcanzar niveles de producción agrícola que sean económicamente viables. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los productos fitosanitarios tienen en su composición materias activas o principios activos que comportan un cierto grado de peligrosidad.
El agua electrolizada es una tecnología limpia y altamente eficaz para la desinfección, de fácil utilización, relativamente económica y sostenible. Ya ha sido utilizada como método alternativo al uso de hipoclorito en la higienización de frutas y hortalizas y que además posee la ventaja frente a éste de que es una técnica no corrosiva ni peligrosa en su manipulación. Los resultados de la degradación de sustancias activas de fungicidas mediante el empleo de agua electrolizada podrían ser muy interesantes para intentar reducir su contenido en el caso de frutos de hueso.
Otra especie oxidante que también se puede aplicar para la reducción del contenido de pesticidas en las frutas es el dióxido cloro. Esta sustancia es un poderoso oxidante que se ha aplicado hasta hace poco por su poder antimicrobiano y como alternativa al uso de hipoclorito. Es mucho más estable, menos peligroso y más selectivo que el ozono y el hipoclorito sódico, permitiendo que su dosificación sea menor. Además, no afecta al sabor o el aroma del producto, por lo que su versatilidad es muy alta.
Los productores de melocotón sufren importantes pérdidas económicas porque la fruta afectada por podredumbres debe desecharse y porque además la aparición de estas patologías lleva a la pérdida de confianza de distribuidores y clientes. De entre todas estas podredumbres sobresale por las pérdidas económicas que causa tanto en precosecha como en post-cosecha, la podredumbre marrón causada por Monilinia. Cada vez es más necesario su control y buscar nuevas metodologías para detectarla y controlarla.
Resulta especialmente interesante el empleo de tecnologías que puedan ser fácilmente incorporadas al proceso productivo y que permitan reducir los residuos de pesticidas, asegurando la ausencia o mínima presencia de determinadas materias activas. Entre ellos se encuentran métodos físicos como el agua caliente, radiofrecuencia, microondas, ozono o altas presiones y métodos químicos como el empleo de aceites esenciales, extractos vegetales ricos en compuestos fenólicos, etanol, etc. Pero en los últimos años, ha vuelto a tomar fuerza el empleo de agentes de biocontrol, también llamado control biológico.
En la actualidad el desarrollo de recubrimientos comestibles y su uso en frutas y hortalizas está cobrando mucho interés debido a que es una tecnología segura y de bajo impacto ambiental. Este hecho está relacionado con el creciente interés de los consumidores por productos naturales, sanos, seguros y respetuosos con el medio ambiente.
1 Los comentarios aquí recogidos tratan de reflejar un trabajo de mayor extensión que tiene el título de “Aplicación de los avances en tecnología post-cosecha en melocotón” que tiene por autores a D. Redondo, E. Arias, R. Oria y M.E. Venturini. Agrosta. (www.bibliotecahorticultura.com)
Ana Wünsch Blanco
Unidad de Hortofruticultura
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón – (IA2)
Se cree que el cerezo es originario de la región que se encuentra entre el Mar Caspio y el Mar Negro. A partir de esta zona la especie se extendió hacia Europa y actualmente se encuentra de forma silvestre en bosques que van desde el Norte de Europa hasta las zonas Mediterráneas del Sur de Europa. Durante esta dispersión el cerezo se ha adaptado a gran variedad de climas y territorios, donde se han desarrollado ecotipos adaptados a las diferentes regiones. La selección local de este material para su cultivo, ha conservado esta diversidad dando lugar a variedades locales en muchas de estas regiones.
A pesar de la gran variabilidad existente la diversidad genética del cerezo cultivado es muy reducida. Existen restos prehistóricos del consumo de cerezas y se cree que el cerezo empieza a ser cultivado aproximadamente hace 2000 años, sin embargo, la mejora del cultivo es relativamente reciente. Debido a la mala conservación del fruto y las dificultades para el transporte, la cereza solo se cultivaba para uso local y su mejora no empieza hasta finales del siglo XIX. El cerezo fue llevado desde Europa a América, donde se extendió por el continente, y su mejora se inicia por con mejoradores del sector privado de EEUU que realizan los primeros cruzamientos. Posteriormente instituciones públicas en Norteamérica y Europa inician los principales programas de mejora genética del cultivo durante la primera mitad del siglo XX. Debido al largo periodo de juvenilidad de la especie, la introducción de caracteres de interés a partir de germoplasma en cerezo es un proceso muy largo, por lo que en mejora, se ha utilizado un número muy reducido de parentales. Como ejemplo la variedad ‘Bing’, que sigue siendo una variedad muy cultivada en EEUU, fue obtenida en el año 1875. Como consecuencia, el uso reiterado de los mismos parentales en la mejora, ha resultado en una base genética muy reducida.

Actualmente la introducción de nuevas variedades de cerezo provenientes de programas de mejora es constante y los objetivos de la mejora genética son muy amplios. La mejora genética de cerezo busca variedades con buen rendimiento, que este sea regular, y al mismo tiempo reduciendo en lo posible los costes de producción. Para ello son prioritarios caracteres como la autocompatibilidad, que evita la necesidad de usar arboles polinizadores. También se buscan variedades que puedan adaptarse a un cultivo intensivo y a un proceso de recolección mecánica. Otro objetivo es la búsqueda de variedades que puedan adaptarse a nuevas zonas de cultivo, a regiones más cálidas, y a las consecuencias del cambio climático. Con respecto a la cosecha se busca ampliar la época de maduración, tanto con variedades tempranas como con variedades tardías. En cuanto al fruto, es esencial el tamaño y color, y caracteres organolépticos como la firmeza, el contenido en azúcar, o la acidez. El rajado de fruto durante la maduración, causado por la lluvia y por la humedad es un problema grave para la producción, por lo que se necesitan variedades poco sensibles al rajado. La postcosecha de cereza requiere de variedades que resistan la conservación y transporte y que no pierdan calidad durante la conservación, como firmeza y color.

A partir del desarrollo de tecnologías moleculares y genómicas, en los últimos 20 años, el avance en el conocimiento de la especie ha sido muy rápido y actualmente existen herramientas que permiten una selección precoz de algunos caracteres muy importantes para el cultivo. Los genes que conocemos relacionados con caracteres de interés para la mejora se han identificado en estos años y la gran mayoría a partir del 2010, es decir, en los últimos 7 años. Hoy se puede realizar una selección precoz de variedades autocompatibles y de variedades compatibles entre sí, ya que se conocen los genes más importantes que regulan este sistema. En lo que respecta al fruto se conocen los genes que se cree determinan el color y tamaño de fruto, y regiones del genoma que son responsables de la firmeza del fruto. En lo que se refiere a la fenología también se conocen regiones del genoma relacionadas con los requerimientos de horas frío, la fecha de floración, y la fecha de maduración. En cuanto a enfermedades, se puede identificar e introducir resistencia a la antracnosis o cilindrosporiosis del cerezo (enfermedad causada por el hongo Blumeriellajaapii). Además de todos estos avances, en este año 2017, se ha publicado la primera secuencia del genoma de cerezo, lo que representa un hito en el conocimiento de este frutal. Las tecnologías genómicas y moleculares desarrolladas en las últimas décadas, unidas a la cada vez mayor capacidad de generación de secuencias genéticas, hacen prever que la mejora genética de este cultivo experimentará un avance aún más rápido en los próximos años.
Luis Javier Andreu Lahoz
Unidad de Cultivos leñosos
Centro Transferencia Agroalimentaria
Gobierno de Aragón
Decisiones que afectarán durante toda la vida del cultivo.
Algunas veces, la toma de decisiones a la hora de realizar las nuevas plantaciones se hace en base a lo que ha hecho el vecino, o a lo comentado en tertulias de bar, pero no se debe olvidar que la mayoría de decisiones que se adopten al hacer una plantación van a afectar durante toda la vida útil de la misma y, en algunos casos, pueden condicionar su viabilidad económica.
Lo primero que hay que plantearse es ¿qué se quiere producir? y ¿para quien? En función de la respuesta sabremos que tipo de fruta queremos/podemos producir, y dentro de ese tipo, se elegirá una variedad que se adapte a las condiciones edafoclimáticas de la parcela.
El material vegetal utilizado en la plantación es el mejor aliado del agricultor para conseguir los objetivos productivos y puede ayudarle a reducir el consumo de algunos inputs como abonos, labores de poda, etc . Su elección entraña el riesgo de no optar por la combinación más adecuada, lo que en un futuro se traducirá en mayores costes de producción y, por lo tanto, en una menor rentabilidad de la plantación.

La elección de la variedad es una de las decisiones más importantes que hay que tomar, ya que no solo es conocer las características morfológicas de la fruta/fruto que a priori puede dar una variedad, sino que existen otra serie de características de la misma que se deben considerar, como son las necesidades de frío y de calor que requieren antes de brotar, su floribundidad, su nivel medio de cuajado, su sensibilidad/tolerancia a enfermedades etc. Así mismo hay que asegurarse de que la variedad elegida es autofértil o, en su defecto, hay que elegir otra variedad que sea capaz de polinizarla y que sus características también se adapten a nuestros objetivos productivos. Al final forman un conjunto de características que condicionaran el potencial productivo de la parcela.
A priori, el uso de variedades autofértiles da generalmente una serie de ventajas productivas sobre las variedades autoincompatibles, ya que estas suelen ser polinizadas por vía entomófila y, por tanto, dependen de que las condiciones climáticas permitan que los insectos polinizadores “trabajen” adecuadamente. Además el inicio de la floración depende de dos factores, haber cubierto unas determinadas necesidades de horas/frío y tener unas condiciones de calor determinadas, por lo tanto, en variedades autoincompatibles el depender de dos factores térmicos hace que dos variedades que habitualmente florecen a la vez, en algunos años no alcanzan los niveles requeridos de ambos factores al mismo tiempo y, por tanto, no coinciden plenamente sus floraciones. Esto sumado a la necesidad de insectos polinizadores hace que el uso de variedades autoincompatibles siempre entrañe un riesgo de que se produzcan malos cuajados.
En una gran parte de los cultivos leñosos la unidad productiva está formada por la combinación de un patrón o portainjertos y una variedad productiva, lo que implica que la parte aérea del árbol, que es la que va a determinar el tipo de fruta que se va a producir, es distinta a la parte subterránea, pudiendo ser, incluso, de una especie distinta o un híbridos de distintas especies.

El patrón es por tanto la parte del árbol que está en contacto con el suelo y, por ello, hay que elegirlo en función de las características físico-químicas de éste. La buena elección del patrón es fundamental porque influirá en el vigor del árbol, en su entrada en producción, en la calidad de las frutas, en su calibre, en la precocidad tanto de la floración como de la recolección y en la sensibilidad a plagas y enfermedades de la variedad injertada sobre él, entre otros factores.
En la elección del material vegetal hay que buscar un patrón bien adaptado a nuestro suelo, que lo explore bien si es un suelo pobre, o que no transmita exceso de vigor si es un suelo muy fértil; que sea tolerante si el suelo plantea problemas como salinidad, exceso de caliza, presencia de patógenos, problemas de encharcamiento, etc. Además tiene que tener otras aptitudes como tener buena compatibilidad con la variedad elegida, que no tenga problemas como emisión de sierpes y, por supuesto, que sus características inductivas en cuanto a vigor, precocidad, calibre etc., sean las adecuadas al objetivo productivo de la finca. Todo ello ayudará a mejorar la calidad de las frutas obtenidas, pero también contribuirá a una mayor eficiencia en el uso de los nutrientes y del agua y, por supuesto, a la mejora del estado sanitario general de la plantación.
Una vez que se ha decidido que combinación patrón/variedad se va a plantar hay que elegir el tipo de planta que se va a poner, ya que en el mercado se puede encontrar distintos tipos, preformada, a raíz desnuda, en cepellón, en maceta contenedor, etc. Cada tipo presenta unas ventajas y se adecua más a una determinada época y condición del trasplante. En cualquier caso conviene asegurarse de que la planta tiene un vigor adecuado, está sana y no presenta indicios de tener o haber tenido plagas o enfermedades y, por supuesto, las plantas deben provenir de viveros autorizados, los cuales están sujetos a controles por parte de la autoridad en sanidad vegetal correspondiente de cada Comunidad Autónoma y, por lo tanto, garantizan el suministro de una planta de calidad, bien como planta certificada, bien como planta CAC/standard. La planta certificada garantiza un origen clonal , estar libre de los virus y organismos descritos en los reglamentos técnicos y que sus características coinciden con las de la variedad, yendo todo ello avalado por una etiqueta oficial en la que figura obligatoriamente el nombre del portainjertos y de la variedad, el productor viverista y su registro fitosanitario.
Otras cuestiones importantes a decidir son el marco de plantación, la orientación y el sistema de formación porque van a influir tanto en el potencial productivo como en la calidad de la producción. El marco irá condicionado por el vigor esperado en función de la combinación variedad/patrón y por el tipo de formación que se prevé hacer, así como por los equipos mecánicos con los que se va a trabajar. En cuanto a la orientación de las líneas se deben tener en cuenta tres factores principales; el viento dominante, siendo la disposición mas favorable la perpendicular a la dirección del mismo; la posición respecto al sol, siendo la más favorable la orientación norte-sur; y la forma de la parcela, siendo la más favorable la dirección de la longitud máxima. El sistema de formación depende de diversos factores como el comportamiento agronómico de las variedades, su utilización del espacio, la maquinaria a utilizar, etc

En resumen un buen diseño de plantación y una buena elección de variedad y portainjerto va ser determinante en la productividad de una plantación, tanto en calidad como en cantidad, ayudará a mejorar el proceso de nutrición y, por lo tanto disminuirá las necesidades de agua y abono y mejorará el estado sanitario por lo que rebajará la necesidad de tratamientos fitosanitarios. Por lo tanto van a tener una gran repercusión en la rentabilidad de la explotación, pero además al mejorar la eficiencia productiva y requerir menos imputs se tendrá una plantación más sostenible y más respetuosa con el medo ambiente.
Carlos Caamaño Cavero
Timac Agro España
carlos.caamano@timacagro.es
La agricultura, como el conjunto conocimientos relativos al cultivo de la tierra, ha evolucionado en paralelo al ser humano. Se empezó con una agricultura de subsistencia que, poco a poco, fue tecnificándose, industrializándose e innovando muy de la mano de la mecanización del sector.
Actualmente vivimos dicha evolución en base a la información y la precisión en diferentes segmentos, lo que nos ha llevado a catalogar a la agricultura actual como agricultura 4.0. Dentro de esta catalogación existen muchos parámetros participantes, pero solo uno es el que apoya a todos los demás: la nutrición vegetal.
Para poder abordar nuestra estrategia de producción en cada campaña, tenemos que trabajar el concepto de ´nutrición excelente´. Cualquier factor nutricional que no atendamos, hará disminuir nuestro potencial máximo de producción. Por ello no solo tenemos que abordar la nutrición desde el punto de vista de aportar fertilizantes y que la tierra y los cultivos los gestionen como puedan, ya que esto sería propio un concepto de nutrición convencional.
En Timac AGRO consideramos imprescindible trabajar desde el punto de vista de la especialización nutricional para reducir o anular los excesos que el suelo y planta no pueden gestionar contribuyendo a una nutrición sostenible.
Desde nuestros orígenes en 1908 apostamos por el I+D+I como la clave para desarrollar productos de alto valor añadido que den soluciones a las necesidades específicas de la agricultura actual.
Esto nos ha llevado a establecer estrechos acuerdos de colaboración con diferentes centros de investigación y universidades de todo el mundo, entre los que cabe destacar la Cátedra Timac AGRO - Universidad de Navarra. Además, Timac AGRO cuenta con un importante motor de innovación en Saint-Malo, Francia. El denominado Centro Mundial de la Investigación Grupo Roullier, cuenta con 400 investigadores cuyo objetivo es la generación y desarrollo de nuevos productos para el mercado agrícola y ganadero.
La base de ese trabajo se encuentra en el desarrollo de tecnología nutricional, denominada especificidad, y que se sostiene mediante patentes internacionales. Este tipo de tecnología aporta al cultivo mecanismos de gestión de los nutrientes basados en los momentos de demanda, dependiendo del estado fenológico en el que se encuentran.
Nuestra tecnología es muy diversa y a la hora de trabajar con cultivos extensivos o frutales de hueso intervienen de una forma u otra. Para los cultivos extensivos es de suma importancia poder aportar productos que aguanten en nuestro suelo con la mayor eficiencia posible. De esta forma potenciaremos la estructura del cultivo, el ahijado, los procesos de producción y llenado de grano. Respecto a los frutales hay que trabajar muy bien la parte nutricional pero también la motivación hormonal y de sistemas defensivos que nos ayuden a mantener los órganos productivos en las mejores condiciones y que, además, se potencie la maduración de los frutos con las mejores condiciones de calidad física y organoléptica. Algunos de los desarrollos tecnológicos que tenemos, trabajan de la siguiente forma:
- En los momentos de abonado de fondo y cobertera, trabajamos el concepto de nutrición a demanda y mejora de la asimilación de los nutrientes. En este sentido tenemos tecnologías que protegen los nutrientes contenidos en el abono para que solo se disponga de ellos en los momentos de necesidad de cultivos como el cereal. Las raíces segregan una serie de sustancias en los momentos de necesidad que este tipo de tecnología reacciona químicamente para aportar los nutrientes necesarios. Con esto se consigue que los elementos químicos no reaccionen con el suelo y sí con la planta y, por lo tanto, reducir las pérdidas de elementos como el nitrógeno que pueden contaminar la atmosfera o las aguas subterráneas.

En momentos de estrés o de alta necesidad de aporte en estados fenológicos más sensibles, trabajamos el concepto de bioestimulación. Nuestra tecnología trabaja a muchos niveles de reacción del cultivo. Potenciando el volumen de raíz y pelos absorbentes, procesos enzimáticos para hacer más eficiente la transformación y envío de los nutrientes a los órganos más jóvenes; aumentar y mejorar el sistema defensivo, potenciar la vida microbiana del suelo para mejorar la mineralización de los nutrientes del suelo, anular el efecto negativo de la salinidad del suelo, motivar la síntesis hormonal para mejorar la eficiencia hídrica y nutricional, etc.

- También estamos trabajando la utilización de microrganismos como las bacterias PGPRs y los hongos micorrízicos. Hemos creado una molécula promotora de la quimiotaxis (QAP) que nos ayuda a la potenciación de la simbiosis entre el hongo-raíz. Así, conseguimos que tanto cultivos extensivos como frutales de hueso estén potenciados a lo largo del ciclo productivo. Aprovechando el conocimiento que tenemos de los microrganismos y el suelo combinamos la tecnología QAP con la tecnología RHIZORG para poder combinar la potenciación de la población microbiana del suelo, con el aprovechamiento de sus reacciones. Así conseguimos un uso sostenible del suelo, pero a la vez potenciado.
Todo esto y mucho más es la base de innovación que desde Timac AGRO proponemos para conseguir una agricultura más sostenible a través de mecanismos nutricionales de alta especialización. La agricultura ecológica es una realidad, pero la agricultura sostenible es el camino, nuestra tecnología apoya la evolución de estos dos conceptos.
Cristina Nerín
Departamento de Química Analítica, Universidad de Zaragoza
Instituto Universitario de Investigación en Ingeniería de Aragón(I3A)
La fruta de hueso y en especial el melocotón de Calanda tiene un tiempo de vida relativamente corto, por lo que las mermas de la cosecha pueden ser importantes. Para facilitar la comercialización, la fruta se recoge del árbol antes de alcanzar su punto óptimo de maduración, lo que redunda en pérdida de calidad, dulzor y en general diminución de las características organolépticas. Una forma de alargar la vida útil sin alterar el fruto ni sus buenas propiedades es emplear materiales de envase que protejan al producto del deterioro, ya sea combatiendo e inhibiendo el proceso de oxidación natural y/o el crecimiento microbiano, principalmente los mohos.
Nuestro grupo de Investigación ha desarrollado durante los últimos 16 años varios materiales de envase que contienen productos naturales antioxidantes y antimicrobianos. Estos nuevos materiales de envase están comercializados por varias empresas y son una buena solución para extender la vida útil de la fruta.
Envases activos
Se denominan genéricamente “envases activos” aquellos en los que se han incorporado sustancias que ejercen un efecto positivo directo sobre el producto envasado. Así, pueden inhibir o retrasar procesos de oxidación en el alimento o fruta envasada o bien procesos de crecimiento microbiano, impidiendo la aparición de mohos y/o bacterias. La oxidación y el crecimiento microbiano son las principales causas de deterioro natural del fruto, por lo que el empleo de estos nuevos materiales de envase prolonga la vida útil del fruto, sin necesidad de añadir nada sobre el mismo ni tampoco requerir refrigeración o tratamientos adicionales. Esto representa una enorme ventaja, pues en el caso del melocotón permite la recogida del fruto en punto de maduración y la distribución y comercialización con buena calidad durante más días, lo que posibilita alcanzar un mercado más amplio.
La Investigación realizada en nuestro grupo GUIA de la Universidad de Zaragoza en colaboración con las empresas Artibal y Repsol, consiguió incorporar con éxito extractos naturales en barquetas de PET, macroperforadas, y en cajas de cartón. El estudio demostró que en efecto el tiempo de vida del melocotón de Calanda aumentaba considerablemente. Un ejemplo se muestra en la figura, en la que se compara una barqueta control, con moho muy visible, frente a una barqueta activa, todavía muy sana y apetecible.
La incorporación de sustancias en los materiales de envase no es tarea fácil ni inmediata. Requiere desarrollar la tecnología y la fórmula adecuada para conseguir que las sustancias naturales incorporadas no se pierdan durante la manufactura del envase, ni se desprendan rápidamente, perdiendo la actividad en un espacio corto de tiempo.
Envase normal sin activo Envase activo

Melocotón de Calanda. Resultados después de 10 días: Comparación del envase normal (control) con el nuevo envase activo
Para conseguir que un material sea antimicrobiano las sustancias incorporadas que ejercen dicha función deben desprenderse del material de envase y alcanzar las células de los microorganismos, mohos en el caso del melocotón, para aniquilarlas. Interesa por tanto que este desprendimiento ocurra de forma y velocidad controlada (cinética), y eso es lo más difícil de conseguir. Además, el nuevo material no debe afectar las propiedades del fruto, como color, aspecto, aroma y sabor, lo que hace más difícil triunfar con estos materiales activos. Todas estas características se consiguieron con éxito para el melocotón de Calanda. Los materiales se desarrollaron en dos formatos: caja de cartón para distribución y barqueta de PET macroperforada tamaño de 1 Kg, como la que se muestra en la figura.
Si lo que se pretende es obtener un efecto antioxidante, no es necesario que las sustancias se desprendan del material, ni tampoco que haya contacto directo con el fruto. Es suficiente que las sustancias sean capaces de absorber y eliminar los radicales libres que se generen de forma espontánea y que son los radicales libres. Puesto que en el caso del melocotón es más importante el deterioro por moho que por oxidación, dejaremos el envase antioxidante para otra ocasión.
Eficiencia del material activo
Para demostrar su eficiencia, se controló la aparición de mohos, mediante ensayos de microbiología. El panel de expertos evaluó el aroma y sabor durante todo el proceso, realizando seguimiento y catas durante más de 15 días en cada grupo de ensayos. Se realizaron las pruebas en un total de 200 Kg de melocotón de Calanda de las variedades Jesca y Calante. Se evaluaron los compuestos volátiles en función del tiempo, mediante GC-MS y se establecieron además los compuestos indicadores más característicos de la maduración del melocotón de Calanda.
Como resultado de la investigación se propusieron los dos formatos de envase antes mencionados.
La investigación de los envases activos no empieza y termina con el melocotón de Calanda. Los estudios previos realizados en nuestro Grupo GUIA permitieron alcanzar el éxito con el melocotón de Calanda. Posteriormente, se han desarrollado otros formatos y envases para naranjas, cerezas y otras frutas, además de para otros alimentos, empleando diferentes tecnologías. En todos los casos se han patentado y los nuevos materiales se ofertan en el mercado por las empresas colaboradoras del Grupo GUIA.
Ana Pina Sobrino
Unidad de Hortofruticultura.
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón – (IA2)
En los procesos de selección de material vegetal, la elección de un buen patrón, adaptado a las condiciones locales determinará el potencial de cultivo de aquellas variedades que resultan interesantes para el mercado. En la elección de estos patrones, muchos son los factores que deben tenerse en cuenta para su valoración, y entre ellos destaca, la adaptación del patrón a las características edafológicas y condiciones limitantes del suelo donde se establece la plantación y su compatibilidad con las variedades más interesantes. La buena compatibilidad de injerto en combinaciones de albaricoquero sobre distintos patrones es un criterio de selección indispensable, ya que se producen problemas de incompatibilidad localizada sin que se observen síntomas externos que manifiestan problemas en la unión. En albaricoquero, este problema tarda años en manifestarse, lo cual genera un importante retraso en el proceso de evaluación y transferencia de los nuevos materiales frutales. Otros factores a tener en cuenta para tomar la decisión más acertada, son la incidencia del patrón sobre la expresión de caracteres importantes de la variedad: vigor, productividad, maduración, precocidad, etc., o bien la aparición de rebrotes que dificultan el cultivo o son hospedantes de plagas y enfermedades que pueden afectar seriamente a la producción. La selección del patrón frutal por su tolerancia a estreses abióticos o bióticos también representa una de las estrategias más convenientes en fruticultura, dada la larga permanencia del árbol frutal en el mismo suelo. En las condiciones de cultivo del área mediterránea, la presencia de suelos pesados y calizos origina los estreses abióticos más comunes (clorosis férrica, asfixia radicular, salinidad) que limitan el cultivo de la mayoría de las especies frutales de hueso. Dada la importancia económica de estos estreses, la búsqueda de tolerancia ha sido un objetivo prioritario en los programas de mejora de patrones en los distintos países europeos. Además, también hay que considerar la importancia de los problemas de replantación o fatiga de suelos en el caso del albaricoquero y su notable incidencia económica dada la limitada eficacia de los procesos de desinfección.
Tradicionalmente, los patrones francos, obtenidos por la germinación de semillas de albaricoquero, representaba la estrategia más utilizada, sobre todo por las dificultades de reproducción asexual o vegetativa de la especie. Los avances en los métodos de propagación clonal mediante estaquillado, técnicas de injerto o de micropropagación han facilitado el uso de patrones clonales e híbridos interespecíficos pertenecientes a distintas especies.

Entre los patrones que actualmente se usan para el cultivo del albaricoquero, es difícil encontrar alguno que cumpla con todas las condiciones ideales para ser un buen patrón. Los francos de la especie presentan buena compatibilidad con las variedades más interesantes, pero su adaptación a determinados suelos es muy restringida por los problemas de asfixia, y los ciruelos, que presentan una buena adaptación a diferentes suelos y buena propagación, presentan el inconveniente de su mala compatibilidad con gran número de variedades.
Aunque la gama de patrones disponibles actualmente en albaricoquero es muy limitada, ha habido una notable diversificación en cuanto a los patrones utilizados en España. Tradicionalmente, se han usado de forma mayoritaria los francos de albaricoquero, que representan una garantía notable de sanidad precisamente por su procedencia de semilla y son patrones libres no sujetos a royalties. Recientemente, se han introducido en España como patrones del albaricoquero los francos de albaricoquero ‘Manicot’ y de melocotonero, especialmente la selección del INRA denominada ‘Montclar’. Tienen las ventajas señaladas para los patrones de semilla y presentan además buena homogeneidad y vigor a las variedades injertadas. Otro grupo de patrones frecuentemente utilizados en albaricoquero son los ciruelos de crecimiento rápido (‘Marianas’) y lento (‘Mirobolanes’). Aportan vigor, resistencia a la asfixia radicular y escasa o nula presencia de rebrotes, pero presentan el inconveniente de su mala compatibilidad con gran número de variedades. entre ellas las de mayor interés agronómico y comercial. En situaciones con problemas de asfixia radicular, se aconsejan los ciruelos tipo Prunus domestica que frecuentemente se caracterizan por una elevada presencia de rebrotes. No suelen mostrar buena afinidad con las variedades de albaricoquero. Entre ellos cabe citar ‘Torinel’, ‘Tetra’, ‘Penta’ y algunos del tipo Prunusinsititia como ‘Adesoto’ o ‘Monpol’. En la línea de híbridos más o menos complejos cabe citar ‘Isthara’, con interesantes cualidades tales como afinidad aceptable con las variedades de albaricoquero, escasa presencia de rebrotes, avance de maduración y buena productividad. Finalmente, hay que citar híbridos como ‘GF-677’ y ‘Cadaman’ de muy escasa afinidad con el albaricoquero y por ello complicado uso. La obtención alemana denominada ‘Weiwa’ tiene, sin embargo, una buena afinidad y una ausencia notable de rebrotes. Por último, y en la línea de mitigar los problemas de replantación, podemos mencionar ‘Rootpac’, un híbrido de P. cerasifera x P. dulcis que presenta afinidad con algunas variedades de albaricoquero, aunque se necesita avanzar en el estudio de la compatibilidad para poder confiar en esta nueva obtención.

La situación actual del cultivo de albaricoquero hace necesaria la introducción de otros patrones que salven los defectos de los actualmente vigentes, falta de compatibilidad, excesivo vigor, deficiente propagación vegetativa. Asimismo, el comportamiento de las distintas variedades de albaricoquero que se están empleando en el proceso de renovación varietal no es homogéneo para el carácter de compatibilidad sobre distintos patrones, y este conocimiento resulta fundamental para garantizar la renovación en el sector. Con frecuencia se está a merced de los propios viveristas, y para reducir la complejidad del problema es fundamental conocer la experiencia y conocimiento acumulado en el tiempo para un área determinada con tradición en el cultivo del albaricoquero. Finalmente, hay que remarcar la importancia de la certificación del material vegetal por parte de los viveros para el establecimiento de las plantaciones que garantice que el patrón posee un origen clonal y que está libre de los virus conocidos.
Erica Fadon Adrian
Unidad de Hortofruticultura.
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
Los frutales de la zona templada, como el cerezo, están adaptados a los cambios meteorológicos que se producen a lo largo de las estaciones. Así, podemos observar la espectacular floración del cerezo durante los meses de marzo-abril, para aprovechar las buenas condiciones de la primavera, y el verano para desarrollar el fruto y todo el desarrollo foliar aprovechando los días largos de estas estaciones, para fotosintetizar y almacenar reservas. A finales del verano, el árbol comienza a desarrollar las yemas que darán lugar a las flores el año siguiente, y en otoño las hojas van adquiriendo el característico color marrón de esta estación para acabar desprendiéndose del árbol. Todo esto ocurre para poder estar preparados para cuando llegue el frío, cuando los árboles entran en un estado de reposo que les permite sobrevivir a las condiciones adversas del invierno. Sin embargo, aunque parezca contradictorio, los cerezos necesitan el frío durante el invierno para poder volver a florecer la primavera siguiente.
Las necesidades de frío, que son diferentes para cada variedad, presentan importantes implicaciones para el manejo del cultivo del cerezo. Por un lado, determinan las áreas geográficas y las latitudes a las que se puede adaptar el cultivo; también delimitan las épocasde floración y de maduración del fruto y con ello su periodo de consumo. Además, en el actual contexto de cambio climático, los inviernos cada vez son más suaves, lo que hace que se esté comenzando a ver comprometida la producción en zonas tradicionales de cultivo de cerezo.

Pese a que la necesidad de acumular de frío se conoce desde hace más de dos siglos, todavía existen numerosas preguntas sin responder sobre cuál es el mecanismo biológico que las regula y cómo podríamos cuantificarlas necesidades particulares de cada variedad de forma fiable. En los últimos años ha resurgido el interés para llegar al fondo de la cuestión y se han realizado numerosas investigaciones que han buscado respuestas en la regulación hormonal del desarrollo fenológico, en la regulación genética, en la gestión de las reservas de la planta… Sin embargo, este proceso aún presenta muchas incógnitas sin resolver y se debe continuar aunando esfuerzos para poder llegar a conocer bien el reposo.

Durante el invierno, parece que nada ocurre en el árbol, pero una mirada más cercana al interior de las yemas florales ha revelado interesantes cambios asociados con la acumulación de frío. Las yemas comienzan a diferenciarse durante el otoño y los meristemos en su interior ya quedan definidos; los vegetativos darán hojas durante la próxima primavera y los reproductivos darán lugar a las yemas florales, y posteriormente a las flores y frutos. En el interior de las yemas florales, ya se pueden observar durante el invierno los primordios florales, que son las futuras flores en un estado inicial de desarrollo. Cada yema de cerezo esconde en su interior entre 1 – 4 primordios florales en los que ya se distinguen las partes de la flor (sépalos, pétalos, estambres y pistilo) desde el otoño. En invierno, el desarrollo se detiene y no se observan cambios morfológicos, ya que las partes de la flor permanecen en el mismo estado de desarrollo hasta el desborre en las semanas previas a la floración. Sin embargo, una mirada a través del microscopio ha revelado interesantes cambios a nivel celular durante los meses de reposo. El almidón, la principal reserva de carbohidratos del mundo vegetal, se va acumulando de forma progresiva en las células que forman parte del ovario de la futura flor. Así, en septiembre, únicamente se observan trazas de almidón en el ovario, mientras que hacia finales de enero o principios de febrero, las células se encuentran repletas de almidón. Después de alcanzar un valor máximo, el contenido de almidón va disminuyendo poco a poco hasta el desborre, cuando la flor reanuda el crecimiento de una forma exponencial. Mediante análisis de imagen hemos podido cuantificar los niveles de almidón del primordio del ovario, lo que ha permitido relacionarlo con el proceso de acumulación del frío. Comparando distintas variedades y años de distintas condiciones meteorológicas, hemos encontrado que la acumulación de almidón se produce de forma paralela a la acumulación de frío, y la máxima acumulación de almidón tiene lugar cuando se cubren las necesidades de frío de la variedad. Esta explicación de lo que ocurre en el interior de la yema mientras acumula frío permite profundizar en el conocimiento del proceso de reposo, en el que las yemas no están tan inactivas como se consideraba hasta hace poco. Pero también puede implicaciones agronómicas, por un lado, para permitir calcular las necesidades de frío de cada variedad basándose en el comportamiento del árbol en las condiciones reales de cultivo, y por otro, en el estudio de la adaptación de nuevas variedades en cada zona de cultivo.
Yolanda Gogorcena
Grupo de Mejora, Selección y Caracterización de Especies Leñosas
Estación Experimental de Aula Dei
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Desde un punto de vista práctico en fruticultura, el uso de especies y variedades adaptadas a distintas condiciones climáticas y edafológicas se plantea como la mejor alternativa, para disminuir los costes de producción y favorecer un aprovechamiento más sostenible de recursos escasos como el agua y los nutrientes. Los mejoradores de plantas necesitan herramientas para poder establecer estrategias de mejora asistida que les permitan avanzar más rápidamente en la consecución de estos objetivos. Por ello, algunos científicos investigamos sobre cómo las plantas responden a diversos tipos de estrés ambiental estudiando las adaptaciones adquiridas por éstas durante su evolución, y también identificando las variedades más tolerantes, así como, los genes asociados con una mayor tolerancia al estrés. En el caso del área mediterránea, los estreses abióticos más comunes, que limitan el cultivo de la mayoría de las especies frutales, son la clorosis férrica, la sequía, la asfixia radicular y la salinidad, sin olvidar, los estreses asociados con el cambio climático.
En general, en las especies frutales, las variedades están injertadas sobre otro individuo que se denomina “patrón” o portainjerto, que a veces es la misma especie o una especie cercana, pero en otras ocasiones incluso puede ser una especie distinta. En el caso de los frutales, la variedad injertada es la que proporciona la fruta que se cosecha y el patrón aporta las raíces del árbol y, con ello, la adaptación al suelo. Esta parte oculta de las plantas, en el caso de los frutales es determinante para el crecimiento de la variedad, porque es la responsable de la absorción y transporte de agua del suelo y de la nutrición mineral de las mismas. En la Estación Experimental de Aula Dei, desde el año 1997 en colaboración con otros grupos de investigación, venimos trabajando en el comportamiento de patrones de frutales de hueso en general, y de melocotonero en particular, estudiando las respuestas a las distintas condiciones de estrés, a nivel fisiológico, bioquímico y molecular, así como, el efecto que ejercen los patrones sobre la variedad injertada.

Desde el punto de vista de aplicación para la mejora asistida por marcadores en especies frutales, estamos interesados en identificar aquellos genes que van a proporcionar a las plantas mecanismos de respuesta para hacerlas más tolerantes a los estreses a las que pueden estar sometidas. Unos genes pueden reducir la pérdida de agua por transpiración, otros pueden afectar al crecimiento y arquitectura de las raíces y, por tanto, controlar la adquisición de agua. Mientras que otros genes van a facilitar respuestas moleculares en la raíz o en las hojas que van a ayudar a mitigar estreses nutricionales, tan extendidos en los cultivos de la cuenca mediterránea, como la deficiencia de hierro. Dentro de este ámbito, nuestro grupo de investigación durante los últimos 16 años ha creado un bio-banco de ADN y ARN de especies y variedades, fundamentalmente, de melocotonero, especies hermanas del género Prunus, manzano y vid. Este reservorio de material genético de las principales especies de cultivo del área mediterránea, algunas de ellas en peligro de extinción, está disponible para llevar a cabo estudios de los genes en su conjunto (genómica) o de sus funciones (transcriptómica y proteómica). Para consulta de publicaciones visitar https://digital.csic.es/cris/rp/rp02903.
Finalmente, haciendo mención expresa al título de este artículo, para “seleccionar plantas que se adapten mejor para el futuro”, será preciso conocer qué especies o variedades son las más adecuadas para el cultivo en las nuevas condiciones climáticas: mayor temperatura y concentración de CO. En el último informe del IPCP (Intergovernmental Panel on Climatic Change, 2014), se indica que el calentamiento climático global en el planeta es debido a la acción humana, a partir de actividades como la industria, la agricultura, el transporte o la construcción. Ha quedado bien demostrado que el cambio climático deriva en aumento en las concentraciones de CO, temperaturas más elevadas y una cada vez más limitada disponibilidad de agua, y está afectando a numerosos cultivos causando una reducción alarmante del rendimiento y poniendo en peligro la sostenibilidad de la producción de algunas especies en sus zonas tradicionales de cultivo. Con este escenario, para identificar especies y variedades que se adapten mejor para el futuro, estudiamos la respuesta de las plantas en túneles que simulan las nuevas condiciones ambientales derivadas del cambio climático. Las plantas se cultivan en invernaderos-túneles que permiten controlar y aumentar los niveles de concentración de CO ambiental y la temperatura, además de restringir la disponibilidad de agua. De esta manera, resultantes de la combinación de estos tres factores se generan distintos ambientes que van a cambiar con el cambio climático. En particular, hemos estudiado la respuesta a las condiciones derivadas del cambio climático en melocotoneros injertados sobre patrones del género Prunus con diferente origen genético.

El enfoque multidisciplinar, con estudios a nivel fisiológico, bioquímico o molecular, nos permite conocer de manera más precisa la respuesta de las especies frutales a las nuevas condiciones de cultivo para avanzar más rápido en el conocimiento. Los frutales mejor adaptados a condiciones ambientales adversas son la garantía de futuro para una fruticultura sostenible. La disponibilidad de plantas (patrones y variedades frutales) adaptadas a estreses acentuados por el cambio climático supondrá un beneficio ecológico y económico. Esta investigación se enmarca en la línea de actuación «protección del medio ambiente, y gestión sostenible de los recursos naturales, del agua, de la biodiversidad y de los ecosistemas», para dar respuesta a uno de los retos que afronta la sociedad española y europea (estrategia Europa2020).
Jorge Álvaro Fuentes
Departamento de Suelo y Agua
Estación Experimental de Aula Dei
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Se podría decir que, en la actualidad, el porcentaje de la población que nunca ha oído hablar del cambio climático es prácticamente nulo. De igual manera, también se podría decir que la proporción de la población española que reniega del mismo es, hoy en día, mínima. Por desgracia, en las últimas décadas, el cambio climático ha pasado a ser una de las principales amenazas mundiales con una serie de repercusiones no solo ambientales sino también sociales y económicas. Las consecuencias que el cambio climático puede tener en un futuro próximo son preocupantes, especialmente para sectores como el de la agricultura en el que la climatología es uno de los principales factores que condicionan el éxito final de nuestras cosechas.
El cambio climático se genera por el incremento de la concentración de determinados gases presentes en la atmosfera. Estos gases, denominados ‘gases de efecto invernadero’, tienen la capacidad de absorberparte de la radiación, incrementando la temperatura de la superficie terrestre. Estos gases han existido siempre de manera natural en nuestra atmósfera, permitiendo la vida en nuestro planeta. El problema sucede cuando los niveles de estos gases aumentan sustancialmente a consecuencia de la actividad del ser humano y, de manera paralela, se acelera el incremento de la temperatura en la superficie terrestre.
Los gobiernos de muchos países, así como organizaciones y foros internacionales, están aunando esfuerzos con el fin de controlar las emisiones de gases de efecto invernadero que genera la actividad humana. Uno de los focos de atención sobre el control de estas emisiones está en la agricultura. Según datos del último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, en inglés), la agricultura es la causa del 11% del total de emisiones directas de gases de efecto invernadero. A pesar de que esta cifra, a priori, pueda resultar de menor importancia (sobre todo al compararla con sectores como el energético o el industrial), hay que tener muy presente que el sector agrícola es el principal emisor de dos de los tres principales gases de efecto invernadero: el metano (CH) y el óxido nitroso (NO).

Dentro del sector agrícola son varias las actividades que generan estos gases de efecto invernadero. Así, por ejemplo, a escala global, los suelos agrícolas son los principales emisores de NO. En España, los suelos agrícolas son los responsables del 62% del total de emisiones de este gas. Esta cifra resulta más preocupante si, además, tenemos en cuenta que el NO tiene un potencial de calentamiento global 265 veces superior al del CO.La principal causa que genera los altos niveles de emisión de NO de los suelos agrícolas es la aplicación de fertilizantes nitrogenados. Los procesos de nitrificación y desnitrificación que se dan en los suelos tiene como subproducto este gas de efecto invernadero. Estos procesos, mediados por microorganismos, se generan de manera natural en todos los suelos de nuestro planeta. No obstante, cuando se fertiliza y se incrementan los niveles de nitrógeno de los suelos se estimulan los procesos de nitrificación y desnitrificación y, por tanto, la producción y emisión de NO. Por tanto, ante esta situación, una manera sencilla de mitigar o reducir los niveles de emisión de este gas en los suelos agrícolas consiste en ajustar las dosis de fertilización nitrogenada, con el fin de no aplicar más de lo que nuestro cultivo necesita. De esta manera, conseguiremos reducir las emisiones de NO y aumentaremos la eficiencia en el uso del fertilizante nitrogenado. En este sentido, realizar un análisis del suelo, con el fin de conocer los niveles de nitrógeno en los momentos de aplicación del fertilizante, y el posterior ajuste de las dosis de fertilizantepermitirán reducir las emisiones de NO. En relación con esto último, además de ajustar las dosis de fertilizante a las necesidades de los cultivos, con la aplicacióndel fertilizante en el momento adecuado (sincronizando al máximo la aplicación de fertilizantecon los momentos de mayor necesidad nutricional del cultivo) conseguiremos un consumo de nitrógeno por la planta más efectivo, reduciendola producción y emisión de NO por los suelos agrícolas.

En relación con la fertilización, otra opción tecnológica disponible, con el fin de disminuir la emisión de NO, es la utilización de fertilizantes especiales que permiten ralentizar los procesos microbianos que ocurren de manera natural en el suelo (en concreto la nitrificación) y que favorecen la emisión de este gas. Estos productos, denominados inhibidores de la nitrificación, han resultado ser efectivos a la hora de reducir la cantidad de NO emitida por el suelo y disminuir las pérdidas de nitratos del suelo por lixiviacióny posterior contaminación de las aguas subterráneas.
Otra opción interesante para reducir las emisiones de NO desde el suelo a la atmósferaes el uso de rotaciones de cultivos con leguminosas. Las leguminosas tienen la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico por lo que no necesitan de fertilizantes nitrogenados para asegurar su producción. Además, los residuos de cultivos de leguminosas tienen una mayor proporción de nitrógeno en comparación con los residuos de otros cultivos, como los cereales. Esto último asegura una mayor cantidad de nitrógeno disponible en el suelo para el cultivo posterior a la leguminosa y, por tanto, una menor necesidad de fertilizantes nitrogenados con la consiguiente disminución de las emisiones de NO.

Por tanto, tal y como hemos visto, existe un amplio margen de maniobra para disminuir el impacto de la actividad agrícola en el cambio climático. La optimización de la estrategia de fertilización puede significar una importante reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero y, por ello, debe ser considerada junto a otras estrategias como el manejo del agua de riego o la reducción del laboreo.
Ernesto Igartua Arregui
Investigador Científico,
Estación Experimental de Aula Dei
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Un oxímoron es la combinación de dos términos de significado opuesto en la misma expresión, aunque pueden generar un significado nuevo. La RAE da como ejemplo “silencio atronador”. Son más conocidos los ejemplos de “guerra pacífica” o, en sentido gracioso, “música militar” (cuestión de gustos).
Para mi, “agricultura ecológica” es un oxímoron. Puede ser un problema lingüístico menor, un mal uso de una palabra que no tiene mayor importancia. Pero sirve para ilustrar un malentendido muy extendido con respecto a la naturaleza de la agricultura y su impacto.
Todos sabemos de qué se trata cuando se menciona la “agricultura ecológica”. La definición de la Wikipedia se acerca bastante a la imagen que se nos aparece en la cabeza: producción agrícola basada en una “utilización óptima de los recursos naturales, sin emplear productos químicos sintéticos, u organismos genéticamente modificados (OGMs) —ni para abono ni para combatir las plagas—ni para cultivos, logrando de esta forma obtener alimentos orgánicos a la vez que se conserva la fertilidad de la tierra y se respeta el medio ambiente. Todo ello de manera sostenible, equilibrada y mantenible”. Básicamente, la agricultura ecológica reniega de los avances producidos en muchas áreas y pretende volver a producir alimentos como en un pasado idílico que, seguramente, nunca existió.
Vamos a dejarnos de rodeos. Históricamente, la agricultura es la actividad humana que más ha contribuido a la alteración, en muchos casos degradación irreversible, de casi todos los ecosistemas de la Tierra (de hecho, indirectamente, afecta a todos los ecosistemas, incluidos los de la Antártida). Los principales culpables de los crímenes ecológicos cometidos por la humanidad no son la industria, ni el comercio, ni el transporte, aunque tampoco son inocentes. Son la agricultura, y su prima-hermana, la ganadería. Los aproximadamente 10.000 años de historia de estas actividades han cambiado radicalmente los paisajes, la fauna, la flora, los suelos, las masas de agua, la atmósfera de nuestro planeta, más que ninguna otra. Si hay alguna actividad humana poco “ecológica” (usando la acepción popular), lo siento, es la agricultura. ¡Cuidado! No quiero demonizarla. Es absolutamente necesaria e insustituible para alimentar a una población creciente y exigente, está en el origen de la civilización actual y es parte esencial de nuestra sociedad. De hecho, desde mi perspectiva de científico dedicado a la investigación en agricultura, considero que mi responsabilidad principal es generar conocimiento para incrementar la producción de los cultivos.
Lo que nos lleva a otro problema de percepción. La agricultura es, ha sido siempre, una actividad altamente tecnificada. El público general percibe la agricultura como una actividad “natural”, pues trata directamente con la tierra y las especies vegetales. Recientemente, un periodista de la sección de ciencia de uno de los periódicos más importantes de España (mantengamos el anonimato) entrevistaba a un director de un centro de investigación del valle del Ebro y le preguntaba, con un tono sinceramente sorprendido: “Pero... ¿se investiga en agricultura?” Si esa es la percepción de alguien cultivado (sin ironía), ¿qué no va a pensar el ciudadano medio? Seguramente, que la agricultura es una actividad romántica, que se lleva a cabo de sol a sol por honrados agricultores amantes de la naturaleza, de manos encallecidas y frentes sudorosas, labrando con su azada el suelo que heredaron de sus abuelos, sembrando las semillas pasadas de generación en generación. La verdad es que hay muy poco de eso; la enorme mayoría de los alimentos se producen a otra escala, de otra manera. Esa imagen romántica, cercana al “buen salvaje”, es una idealización que no representa realmente al agricultor, y me atrevo a decir que no lo ha hecho nunca. La agricultura tradicional atesora muchos más conocimientos y tecnología de la que aparenta. Hay un nivel de tecnología similar en una manzana o en un grano de trigo tradicionales que en el analgésico que compramos en la farmacia.
Desde sus inicios, la agricultura ha dependido de descubrimientos y avances debidos al ingenio humano. La selección de las mejores plantas acarreó una serie de profundos cambios genéticos que terminaron por domesticar y adaptar los cultivos. Desde muy pronto se impusieron prácticas como las talas de bosques, o la manipulación profunda de los suelos con sistemas de laboreo como el arado romano y el uso de fuerza animal de tiro. La tecnología y la transformación de los ecosistemas han estado siempre en la primera línea del frente de la agricultura. Actualmente, las innovaciones en agricultura de precisión, la producción en invernaderos más parecidos a módulos espaciales, la micropropagación, la mejora genética basada en la secuenciación de ADN y la genómica, etc., se desarrollan empleando los mismos procesos que se usan en áreas con más glamour como los coches sin conductor o la investigación contra el cáncer.
¿Quiere esto decir que cualquier avance o cualquier aplicación de un nuevo descubrimiento son positivos? No. La mala gestión de los recursos, la sobreexplotación, han causado desastres ecológicos desde antiguo (ver, por ejemplo, el libro “Colapso” de Jared Diamond). Lo que quiero decir es que pretender dar de comer a la población mundial dando la espalda a la tecnología y usando sólo medios “naturales” (¿qué es eso?) es una imposibilidad y una contradicción. Entonces, ¿qué hay que hacer? Pues, como siempre, informarse, conocer, razonar, elegir lo positivo de cada parte y construir algo mejor.
Hay una parte de la visión de la sociedad hacia la agricultura ecológica que revela preocupaciones genuinas: la parte que se preocupa de emplear bien los recursos, de adoptar una economía circular, de preocuparse por las alteraciones de los ecosistemas. Es muy positivo que la sociedad esté concienciada de estos problemas. Además, una característica distintiva de la sociedad actual es la comprensión de la globalidad del impacto de lo que hacemos. Nuestros padres no tenían esa comprensión, no tenían esa perspectiva que nos ha dado la globalización. Gracias a este conocimiento, cualquier persona mínimamente educada (ojalá esta categoría englobara a todos los gobernantes) está sensibilizada y preocupada por el mundo que dejaremos a nuestros descendientes. Está más dispuesta a adoptar prácticas sostenibles. Este es el verdadero cambio que hemos experimentado en tan sólo los últimos veinte o treinta años.


Dos sistemas de producción, uno más tradicional, en Kenia, otro más moderno en Estados Unidos, distintos en muchos detalles, pero similares en lo esencial.
Ya lo advierte el refrán. Cuidado con producir pan para hoy y hambre para mañana. La agricultura, como cualquier otra actividad, debe ser sostenible. En muchos casos no lo ha sido, ni siquiera cuando se ha basado sólo en prácticas tradicionales (recordad la historia de la Isla de Pascua, o buscadla). Me gusta mucho más este adjetivo, “sostenible”, que “ecológica”. No tiene connotaciones negativas hacia los avances científicos y técnicos, y, por el contrario, se dirige a la esencia del problema: la producción de alimentos se debe realizar de manera que no se esquilmen los recursos, que se preserven la fauna y flora silvestres, que no se degraden los ríos y los mares y los suelos, que no aumenten los gases de efecto invernadero. Además, la sostenibilidad debe extenderse a los ámbitos social y económico. Sobre eso también habría mucho que decir, pero se sale del ámbito de este comentario. La sostenibilidad debe respetarse tanto en cultivos a gran escala, imposibles de abandonar en un mundo camino de los nueve mil millones de habitantes, como en la agricultura a escala local y familiar. Para absolutamente todos los casos, habrá soluciones que llegarán en primera instancia de la mano del ingenio y de la investigación. Luego habrá que aplicarlas…
Fernando Escriu
Unidad de Sanidad Vegetal
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
Los importantes avances que durante la segunda mitad del siglo XX experimentan las tecnologías para la lucha contra las plagas y enfermedades de los cultivos, se basan desde un punto de vista práctico en el desarrollo y empleo sistemático de productos fitosanitarios. Sin embargo, ya durante las últimas décadas de dicho siglo, las propias administraciones y la sociedad en general comienzan a ser conscientes de las consecuencias negativas que el empleo indiscriminado de productos fitosanitarios tiene para el medio ambiente y para la calidad y seguridad de los alimentos. Así, en el campo de la protección vegetal comienzan a afianzarse conceptos como lucha dirigida, lucha integrada y lucha biológica, que hacen referencia a la reducción en el empleo de productos fitosanitarios, ya sea mediante su utilización más racional conforme a lo que se conoce como buenas prácticas fitosanitarias, o mediante el desarrollo de metodologías alternativas, como el control biológico. Este nuevo planteamiento por parte de las administraciones favorece la creación de las Agrupaciones para Tratamientos Integrados en Agricultura (ATRIAS), asociaciones de agricultores para fomentar el control integrado de plagas y enfermedades a través de un servicio técnico de asesoramiento a disposición del agricultor, y culmina con la Directiva 2009/128/EC de la Unión Europea para el Uso Sostenible de los Plaguicidas, que obliga a partir del 1 de enero de 2014 a la aplicación de la Gestión Integrada de Plagas (GIP), las buenas prácticas en el uso de plaguicidas y el establecimiento de planes de acción nacionales que promuevan y faciliten la implantación de estos principios mediante herramientas de información, prospección y apoyo a la toma de decisiones a través de servicios oficiales de asesoramiento.
La implantación de metodologías de GIP, tal y como recoge la citada directiva, se basa en la aplicación de ocho principios fundamentales, que básicamente pueden resumirse en: i) establecer sistema de cultivo que combinen distintas técnicas para prevenir la aparición y desarrollo de organismos nocivos (rotaciones y fechas de cultivo, uso de variedades resistentes, etc.) ; ii) basar el control directo de los organismos nocivos mediante métodos no químicos cuando sea posible (por ejemplo, la lucha biológica); iii) reducir al máximo factible el uso de plaguicidas, sus dosis de empleo y su impacto ambiental, de acuerdo con las buenas prácticas fitosanitarias y evitando al máximo la aparición de resistencias frente a los plaguicidas; y iv) adoptar sistemas de toma de decisiones en el empleo de estrategias de prevención y control basados en el diagnóstico, la prospección y la predicción de la aparición y distribución de los organismos nocivos, el establecimiento de valores umbral de actuación y la evaluación continua de la eficacia de dichas estrategias en cada situación concreta. Por tanto, para la puesta en práctica de metodologías de GIP es imprescindible entender el cultivo como parte indisociable de un ecosistema, cuyas interrelaciones biológicas y ecológicas es necesario conocer en profundidad.

Los investigadores de la Unidad de Sanidad Vegetal del CITA (USV) trabajan en la identificación y caracterización de los organismos nocivos para los cultivos y de sus potenciales competidores, el estudio de su biología, ecología y dinámica de sus poblaciones en los ecosistemas agrícolas aragoneses, y la optimización de técnicas de control de plagas, enfermedades y malas hierbas alternativas al uso de plaguicidas y aplicables en sistemas de GIP. En el marco del grupo de investigación consolidado en Producción Vegetal Sostenible (PROVESOS), también colabora en investigaciones de mejora genética para la obtención y evaluación de variedades resistentes a enfermedades.
Las actividades de la USV de transferencia de conocimiento y asesoramiento al sector agrícola aragonés en materia de GIP se canalizan a través de una estrecha colaboración con el Centro de Sanidad y Certificación Vegetal del Gobierno de Aragón (CSCV). Actualmente, el Programa de Desarrollo Rural para Aragón 2014-2020 (PDR) ofrece una excelente oportunidad para intensificar esta labor de trasferencia, creando un adecuado entorno de colaboración entre investigación, administración y los propios productores para contribuir a una implantación más generalizada de la GIP en Aragón. Como ejemplo se citan a continuación dos proyectos financiados con fondos FEADER y del Gobierno de Aragón a través del PDR, en los que participa la USV del CITA:
Redes de Vigilancia Fitosanitaria de cultivos extensivos y de frutales de Aragón. Las Redes de Vigilancia Fitosanitaria, que abarcan hasta cinco grupo de cultivos de Aragón, están organizadas por distintos Grupos de Cooperación del PDR coordinados por Cooperativas Agroalimentarias de Aragón y en los que también participa la Asociación para la Promoción de la Gestión Integrada de Plagas (APROGIP). Su objetivo principal es la colaboración de distintas ATRIAS en la prospección y seguimiento de plagas y enfermedades que facilite la toma de decisiones en la prevención y control fitosanitario, preferentemente mediante estrategias de GIP. Las prospecciones se realizan en distintos puntos de seguimiento según un programa fitosanitario previamente establecido por el CSCV y los datos se recopilan a través de la aplicación web RedFara-Aragón para su posterior análisis. Entre otros proyectos, la USV colabora además en la realización de ensayos de eficacia en la aplicación de diferentes metodologías de control en cereales.

Puesta en marcha de fincas demostrativas piloto para la Gestión Integrada de Plagas en frutales de pepita y hueso. Entre las entidades que participan en este proyecto, Grupo operativo del PDR coordinado por APROGIP, recientemente aprobado, están el CITA, el Parque Científico-tecnológico de Aula Dei y Universidad de Zaragoza. Su objetivo principal es difundir el conocimiento sobre la aplicabilidad y viabilidad técnico-económica de la GIP, facilitando y fomentando su implantación por los productores mediante actividades de demostración en fincas piloto de frutales de pepita y hueso, y haciendo partícipe a la sociedad en general de sus ventajas medioambientales.
Juan A. Marín
Pomología
Estación Experimental de Aula Dei
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Las especies frutales se enfrentan a nuevas circunstancias que condicionan su cultivo y propagación. El cambio climático puede suponer cambios en el medio plazo de los cultivos desarrollados en nuestras zonas templadas, ya que será necesario el cultivo de variedades adaptadas a los nuevos escenarios. Estas variedades deberán estar disponibles para el sector agrario en un relativamente corto espacio de tiempo, por lo que las técnicas de propagación vegetativa deberán responder a este reto. Por otra parte, con el intercambio de material vegetal, llegan nuevas enfermedades que suponen nuevos retos a los que hay que responder, sobre todo, durante la propagación vegetal para evitar su diseminación.
Los arboles frutales están formados por dos individuos perfectamente acoplados, de manera que la variedad frutal ocupa la parte aérea del árbol con su tronco, ramas y hojas y frutos, mientras el patrón o portainjerto ocupa la parte radical y subterránea. Las variedades se propagan por injerto sobre patrones adecuados y así mantienen todas sus características y la calidad de sus frutos. Sin embargo, los patrones se propagan mediante diversas técnicas, como el estaquillado, pero en todas ellas deben ser capaces de formar nuevas raíces a partir de los tejidos diferenciados de la planta madre. Antiguamente era frecuente el uso de patrones que provenían de semillas de árboles seleccionados, y aún hoy se utiliza esta técnica en algún caso, pero presenta grandes desventajas frente a la propagación vegetativa, como la falta de uniformidad de las descendencias de una reproducción sexual en la que se combinan los genes de los parentales dando innumerables combinaciones genéticas.
Pero la capacidad de enraizamiento natural de los patrones es una característica poco frecuente y eso limitaba la difusión de buenos patrones, seleccionados por su rusticidad y adaptación a estreses tanto bióticos, como las enfermedades del suelo, como abióticos, como la sequía o la salinidad. La disponibilidad de los reguladores de crecimiento ha posibilitado el enraizamiento de muchos patrones de gran interés y la propagación vegetativa ha avanzado hasta disponer de técnicas muy eficaces utilizando estaquillas cada vez menores, lo que permite aumentar la tasa de multiplicación, acelerar la propagación y disminuir la superficie empleada.

El esquillado semileñoso de patrones frutales ha mejorado la rapidez y multiplicación de muchos patrones frutales en relación al estaquillado leñoso convencional.
Pero es con la aplicación de las técnicas de cultivo in vitro cuando la propagación vegetativa ha aumentado su potencial, gracias a las numerosas ventajas que proporciona el método.

Fases de la micropropagación de especies frutales: establecimiento de nuevos cultivos in vitro, multiplicación de brotes, enraizamiento y aclimatación a cultivo en contenedor
Como toda técnica, también tiene aspectos adversos, como la aparición de mutaciones y cambios debidos al cultivo, aunque en estas especies leñosas es muy improbable por su estabilidad genética; la necesidad de instalaciones especializadas y de personal cualificado y formado; la necesidad de un periodo de aclimatación de las plantas producidas in vitro o la lenta fase inicial de los nuevos cultivos. Pero los aspectos positivos superan con holgura estos aspectos negativos: la micropropagación produce planta uniforme y clonal, genéticamente idéntica y su aplicación puede extenderse a prácticamente todos los clones ya que, gracias a las condiciones de cultivo in vitro, la totipotencia que mantienen algunas células, aun en tejidos diferenciados, puede ser estimulada formando nuevos órganos, como brotes y raíces que darán lugar a nuevas plantas. Aunque hay que adaptar las condiciones de cultivo a cada clon, es posible propagar los clones élite y acelerar su difusión. Además, en las condiciones de cultivo in vitro se produce una miniaturización del tamaño de las plantas, lo que contribuye a una mayor rapidez de propagación y a altas tasas de multiplicación y, como resultado final, a una reducción de costes. Al independizarse de la estacionalidad, la propagación puede ser realizada durante todo el año y permite una planificación de la producción más flexible. Como las condiciones de cultivo in vitro son asépticas, se mantiene el estado sanitario de las plantas introducidas en cultivo y la producción queda exenta de las cuarentenas debidas a la aparición de focos de enfermedades bacterianas, cada vez más frecuentes, como la producida por Xilella fastidiosa. Estas condiciones asépticas también favorecen el transporte transfronterizo, que ofrece la posibilidad de ampliar mercados. La ausencia de patógenos en las plantas propagadas asépticamente debe mantenerse durante su crecimiento mediante los correspondientes controles de calidad, no solo morfológica, sino también bacteriana. En nuestro laboratorio de la Estación Experimental de Aula Dei (CSIC) realizamos frecuentes tests de crecimiento de bacterias en placa con medios enriquecidos que permiten revelar su presencia, a veces latente, en los cultivos.

Test de presencia bacteriana en cultivos in vitro: positivo en 1 y 3 y negativo en 2
La unión de los avances técnicos en la micropropagación de especies frutales, junto a cuidadosos controles de calidad y estado sanitario aseguran afrontar los retos de la propagación satisfactoriamente.
Javier Raso Pueyo
Departamento de Producción Animal y Ciencia de los Alimentos
Facultad de Veterinaria - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
A principios de abril de 2018 finalizó el proyecto FieldFOOD (www.fieldfood.eu) financiado a través del programa H2020 de investigación e innovación de la Unión Europea H2020. Este proyecto fue coordinado por la Universidad de Zaragoza y en él participaron 12 entidades pertenecientes a 8 países de la Unión Europea entre las que se encontraban 5 Pymes: Universidad de Zaragoza (España), Technical University of Berlin (Alemania), University College of Dublin (Irlanda), ProdAl scarl (Italia), CIRCE (España), Bodegas Aragonesas (España) Agrinarsa (España), Energy Pulse Systems (Portugal), F.D.D-Industria conserve Alimentari (Italia), Diesdorfer (Alemania), The Apple farm (Irlanda) and EFFOST (Holanda).

Participantes en el proyecto FieldFOOD
El principal reto del proyecto FieldFOOD fue superar las barreras tecnológicas e industriales que dificultan la transferencia de la tecnología de los pulsos eléctricos de alto voltaje (PEF) a la industria alimentaria mediante la realización de pruebas a escala semi-industrial en las propias plantas de procesado con objeto de demostrar el potencial de la tecnología en la mejora de la competitividad de distintos sectores de la industria alimentaria (vino, aceite, sidra, zumos de fruta, tomate) mejorando la calidad de los alimentos, optimizando la eficiencia de los procesos y reduciendo costes energéticos.
La tecnología PEF consiste en la aplicación intermitente de campos eléctricos de alto voltaje (0,5-30 kV/cm) y de una duración de la millonésima parte de un segundo. A pesar de los elevados campos eléctricos aplicados, su corta duración provoca que los requerimientos energéticos del proceso sean bajos y como consecuencia no se producen aumentos importantes de la temperatura como consecuencia del tratamiento. Estos tratamientos provocan un fenómeno denominado electroporación que consiste en el incremento de la permeabilidad de las células al paso de iones y macromoléculas. Este hecho es debido a que los tratamientos provocan la formación de poros en la membrana citoplasmática de las células. La electroporación de las membranas de los microorganismos causa su inactivación a temperaturas inferiores a las utilizadas en el procesado térmico, lo que permite prolongar la vida útil de los alimentos sin que se vean afectados por los efectos negativos del calor sobre sus propiedades sensoriales y nutritivas. Por otro lado, la formación de poros en las membranas de las células de los tejidos vegetales facilita la extracción de componentes intracelulares de interés como el aceite o los polifenoles de la piel de la uva aumentando el rendimiento de los procesos y reduciendo costes energéticos. Finalmente, estos tratamientos también producen modificaciones en la estructura de los alimentos ablandándolos o facilitando su pelado.
La estrategia que se ha seguido durante el desarrollo del proyecto FieldFOOD para facilitar la implantación de la tecnología en la industria alimentaria ha sido la construcción de equipos de PEF modulares y de bajo coste que se han instalado en las empresas participantes en el proyecto para evidenciar los beneficios de la tecnología. Se ha demostrado que estos beneficios dependen de la aplicación. En el caso de los estudios realizados en la bodega, se demostró que el tratamiento permite reducir el tiempo de maceración durante la elaboración de vino tinto alrededor de un 50 % lo que permite incrementar la capacidad de producción de las bodegas sin realizar inversiones en la adquisición de más tanques de fermentación. Respecto a la aplicación del tratamiento para la mejora del pelado del tomate la aplicación de la tecnología PEF resultó en un proceso más respetuoso con el medio ambiente. Se logró procesar hasta 35 tonelada/h de tomate y se consiguió ahorrar 20 % de energía ya que el tratamiento permitió disminuir la temperatura del vapor que se utiliza para el escaldado previo al pelado. En el resto de las aplicaciones el efecto dependió del estado de maduración de las frutas y las olivas obteniéndose beneficios en los procesos de extracción de zumos o aceite entre un 5 un 10 %.

Comparación del color del mosto de uva tratada y sin tratar por pulsos eléctricos de alto voltaje tras aplicar el tratamiento
En conclusión, los resultados obtenidos a lo largo de los tres años de duración del Proyecto han confirmado que la tecnología de los PEF representa una oportunidad viable desde el punto de vista económico para mantener o mejorar la competitividad de la industria alimentaria europea.
FieldFOOD en el programa Futuris de Euronews: http://www.euronews.com/2018/02/05/new-technology-juices-up-the-food-industry
Link a un video que se hizo durante el desarrollo del proyecto: https://youtu.be/RTpQvmvSQ88
Información sobre FieldFOOD disponible en https://www.fieldfood.eu/
Rafel Socias i Company
Unidad de Hortofruticultura.
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Actualmente el cultivo del almendro está experimentando una verdadera revolución en cuanto a nuevos sistemas de producción que no sólo se basan en las distintas densidades de producción, sino en la aplicación de mejores sistemas de riego y de poda y en el desarrollo de nuevos sistemas de recolección, sin perder de vista que toda esta revolución se sustenta en dos aspectos de la situación del cultivo y del mercado de la almendra a nivel mundial: las mayores demandas del mercado y el abanico de nuevas variedades que los distintos programas de mejora han ofrecido a los agricultores para su cultivo.
En los últimos años la demanda de almendra se ha ido incrementando paulatinamente y en estos momentos todavía se supone que no ha llegado a su umbral superior debido al aumento del consumo en mercados antes extraños a la almendra, como los de la India y del Lejano Oriente. Sin embargo, hay un aspecto comercial que está adquiriendo de cada vez más importancia, la calidad del producto, que permite diferenciar una variedad por encima de un conjunto que sea simplemente “almendra”. El caso de las variedades tradicionales españolas ‘Marcona’ y ‘Desmayo Largueta’ es un ejemplo clásico de esta diferenciación, que siempre se ha traducido en un incremento del precio.
Igualmente los programas de mejora han obtenido nuevas variedades para hacer frente a las necesidades de los agricultores y de los mercados. Las variedades tradicionales del almendro se ha caracterizado por su floración muy temprana, cuando los peligros de las heladas son muy elevados, lo que provoca daños irreversibles sobre las flores y la pérdida total o parcial de la cosecha. Por ello, desde los inicios del programa de mejora del almendro del CITA en 1974 por Antonio J. Felipe, se propuso la obtención de variedades de floración tardía, de manera que su floración transcurriera una vez que los peligros de heladas fueran menores.

Algunas obtenciones del CITA han avanzado la época de floración del almendro con indudable éxito. Primero fue ‘Guara’, que ha representado más de la mitad de las nuevas plantaciones de almendro durante muchos años, no sólo en Aragón, sino en toda España e incluso en Argentina. Posteriormente ‘Felisia’ se convirtió en la variedad comercial de almendro de floración más tardía conocida en todo el mundo. Los trabajos prosiguieron para obtener variedades de floración más tardía, a finales de marzo o primeros de abril, como las recientes ‘Mardía’ y ‘Vialfas’. Parte de estos avances se han debido a la identificación de un gen que induce un retraso de la floración en las plantas que lo poseen, como las tres últimas variedades indicadas.
Las variedades tradicionales de almendro requieren la polinización cruzada para producir una cosecha, que a diferencia de los otros frutales es una semilla en lugar de un fruto. Para ello se deben plantar juntas dos variedades que coincidan en floración para que puedan donarse recíprocamente el polen, y al mismo tiempo deben encontrarse insectos polinizadores, las abejas, para que realicen el transporte del polen. Sin embargo, tradicionalmente se han plantado juntas las variedades ‘Desmayo Largueta’ y ‘Marcona’, que no coinciden suficientemente en floración y además, las abejas no vuelan si las condiciones atmosféricas son desfavorables: temperaturas frías, vientos fuertes, lluvias o nieblas, condiciones que suelen ser frecuentes en la época de floración del almendro.
Todas estos requisitos han hecho que las producciones de almendro sean muy alternantes en todas las zonas de cultivo, por lo que otro objetivo prioritario del programa de mejora del CITA fue la obtención de variedades que no necesitaran de la polinización cruzada para producir una cosecha, sino que su propio polen fuera tan válido como uno externo para realizar la fecundación de las flores.
El trabajo realizado en nuestro grupo de trabajo en este sentido ha sido pionero en el mundo, ya que se descubrió que esta posibilidad de autopolinización, la autocompatibilidad, era un carácter transmisible a la descendencia. A lo largo de los años se fue avanzando en el conocimiento científico de este carácter, al mismo tiempo que se registraban nuevas variedades autocompatibles que están contribuyendo a la revolución actual ya que permiten plantaciones monovarietales de un manejo más simple, especialmente en los casos de alta densidad.
Así en el CITA se descubrió la transmisión de la autocompatibilidad, se estableció su heredabilidad, la influencia de la consanguinidad, su componente cuantitativo y no sólo cualitativo, la identidad de los alelos S, su doble expresión, los efectos de las mutaciones epigenéticas, todos ellos avances fundamentales en la comunidad científica internacional, identificando a nivel básico este gen que se traduce a nivel práctico en una producción más segura de las plantaciones comerciales. Ha sido un motivo de amor propio que todas las variedades obtenidas por el CITA sean autocompatibles.

También en el conocimiento de la composición de la pepita como signo de su calidad los avances en el programa del CITA han sido pioneros para la valoración de variedades como ‘Belona’ y ‘Soleta’, que pueden considerarse no sólo como substitutas de las tradicionales ‘Marcona’ y ‘Desmayo Largueta’, sino que incluso las superan. Actualmente ‘Belona’ se considera como el máximo referente de calidad a nivel mundial.
Jesús Abad
Cooperativa Niño Jesús
gerencia@satninojesus.com
Aniñón, un pueblo de Montaña, ubicado en la Comarca de Calatayud dirección Soria con fincas plantadas entre 710 hasta 1215 metros y el punto mas alto del termino ubicado a 1428 metros sobre el nivel del mar.
Con una población cercana a las 800 personas tiene una cooperativa que comercializa casi toda la producción de la zona y contribuye al mantenimiento de la economía y tejido social.
Una de las principales características y que lo hacen, en mi opinión, único es la variedad de cultivos.
Cereza de industria y cereza de Mercado 1.400.000 kg/ año
Melocotón amarillo 1.200.000 kg/ año
Ciruela 300.000 kg/ año
Manzana 200.000 kg/ año
Almendra 350.000 kg/año
Uva 600.000 kg/año
Oliva 500.000 kg/año
El primer cerezo fue plantado en el año 1860 tal y como viene documentado en el archivo del mismo municipio.

Se sigue apostando por la cereza y cada vez más se impulsa la produccion de Cerezo Tardío ya que el comienzo de la cosecha coincide en años normales con el inicio del mes de junio y el final de la misma con el comienzo del mes de agosto.
Tenemos un clima frio con una variación térmica entre estaciones que pueden ser de hasta 51 grados en 5 meses y en el verano puede haber una diferencia superior de 22 grados entre el día y la noche, todo esto no solo le confiere carácter a la fruta, sino que enriquece los valores mas apreciados en mercado de algunas de nuestras frutas.
En estos momentos se esta trabajando paralelamente en campo y en destino para la perfecta adecuación de las exigencias de mercado y una optimización de recursos para le mejor gestion y comercialización de toda la gama de productos de la Cooperativa.

La Bodega está inscrita desde el inicio de la DOP de Calatayud y se están presentando marcas nuevas cada año que hemos empezado a exportar a Perú, Estados Unidos y Aruba, sin dejar de lado el mercado Nacional.
En el caso de nuestro aceite, únicamente elaboramos Aceite Virgen Extra y sin dejar de atender el autoconsumo y la venta de ciclo corto, tradicional en esta zona se ha empezado a distribuir en otras provincias y buscado alternativas en la exportación en Mercados ubicados en Bélgica, Estados Unidos y Perú.
En cuanto a la Fruta de Industria se esta recuperando muy poco a poco los mercados europeos y buscando alternativas nuevas mientras que la fruta de mercado se esta enviando a Mercado Nacional y europeo principalmente.
Este año cumple la Cooperativa 40 años de historia, aunque ya venía de una anterior asociación de productores denominado Grupo Sindical de Cooperación que viene de más atrás pero que queda pequeño frente a los mas de 100 años de historia del museo y antiguo molino de aceite de Aniñon (que dejó de estar en uso en 1997 y del que queda un video UHS muy interesante)
O más aun si tenemos en cuenta que el nombre de Aniñon procede del latino Anninius que pertenecía al punto desde donde se aprovisionaban los gentiles que comenzaban a atravesar el Moncayo en época del imperio Romano cuando no había otra forma de mantener abierto el camino entre Bilbilis y Turiasu.
También desde el despacho donde escribo esta breve reseña de Aniñon tenemos colgada una copia del premio otorgado a D. Salvador Nuño ( natural de Aniñon) en la Exposición Hispano – francesa celebrada en Paris en 28 de octubre de 1908 por los excelentes vinos de Aniñon allí presentados.
Confiamos en la combinación de trabajo y tiempo y pacientes aguardamos poder seguir creciendo y adaptándonos al tiempo que nos ha tocado vivir.
José Manuel Alonso
Unidad de Hortofruticultura.
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
El cultivo del almendro viene experimentando en los últimos años una verdadera revolución. Sólo hace falta mirar a través de la ventanilla del coche durante el transcurso de cualquier viaje que realicemos, para detectar numerosas plantaciones nuevas, algunas de ellas en marcos de plantación sorprendentes, antes inimaginables. Una de las cuestiones que surgen es el por qué el cultivo del almendro está siendo tan atractivo al sector. A continuación se indican algunas de las circunstancias por la que está creciendo este cultivo.
Promoción, consumo y precio
Estados Unidos fija el precio de la almendra a nivel mundial, ya que California produce el 80% de la almendra mundial. Los productores de este país, a través del “Almond Board of California”, promocionan globalmente el consumo de la almendra, con campañas en países con millones de consumidores potenciales, como por ejemplo, China, India y Corea del Sur. Como consecuencia de ésta promoción el consumo global de almendra está aumentando sustancialmente, e incluso en 2012 se barajó la posibilidad de en años sucesivos, la demanda superaría a la oferta, produciéndose una escalada en los precios, desde 2011 (2,8€/kg) hasta 2015 (7,8 €/kg). En este período, grandes empresas y grupos de capital invirtieron en grandes plantaciones de almendro altamente tecnificadas. Los elevados precios de 2015 frenaron el consumo y actualmente, con unos precios “estabilizados” en unos 4,5 €/kg, se mantiene una buena dinámica del consumo internacional. A este precio, el cultivo continúa siendo atractivo para los agricultores, siendo una buena alternativa no solo en regadío, sino también en secanos frescos. Por otra parte, se estima que los costes de producción de la almendra en Estados Unidos se encuentran alrededor de los 3,5 €/kg. A éste precio mínimo teórico de mercado con la coyuntura actual, el almendro seguiría siendo una alternativa viable de cultivo.
Alimento de gran calidad nutricional
Numerosos estudios científicos coinciden en que la almendra se encuentra en la cúspide de los alimentos más saludables. Entre sus bondades destacan el elevado contenido en grasas monoinsaturadas, antioxidantes (Vitamina E), son ricas en fibra, calcio, magnesio, proteína, así como su composición está libre de colesterol y gluten.
Sector robusto
España es el tercer productor, con solo un 4% de la producción mundial, con una producción de 57.750 t en 2017. Actualmente sólo un 10% son de las plantaciones son en regadío, lo que hace que la productividad por hectárea sea muy inferior respecto a Estados Unidos o Australia, que tienen un modelo de producción basado en plantaciones totalmente en regadío. Con las nuevas plantaciones de estos años, la previsión de producción de almendra en España es de 150.000 t para el año 2025, es decir, se prevé que en siete, ocho años la producción prácticamente se va a triplicar. En principio, este aumento de la producción no va a ser un problema para la industria española, ya que en 2017 ha necesitado para abastecerse con 96.000 t de almendra californiana. Presumiblemente la industria española va a tener la posibilidad de abastecerse en su totalidad con almendra nacional. Para ello, resulta totalmente necesario que la producción española tenga unos estándares de calidad similares a la californiana y que se erradiquen incidencias de calidad importantes, como la presencia de almendras amargas. .
Nuevos sistemas productivos
El almendro ha pasado de considerarse un cultivo marginal de secano y en terrenos pobres a convertirse en muchos casos en un cultivo en regadío, altamente tecnificado. Con la fertirrigación por goteo se han ido reduciendo las distancias de los marcos de plantación y se han desarrollado o adaptado diferentes sistemas recolección mecánica. Como caso extremo, las plantaciones de alta densidad 3x1, de 3.300 árboles por hectárea, cosechadas con máquinas cabalgantes similares a las utilizadas en las plantaciones de alta densidad de olivo. También el ideotipo de poda es diferente en estos sistemas de producción más intensivos, mecanizándose lo más posible con el uso de pre-podadoras y formando de la copa en vasos libres con mínima poda manual. El objetivo de esta intensificación del cultivo, son la reducción de los costes de producción y búsqueda de la rápida entrada en plena producción de las plantaciones, que de momento están alcanzando los 2.600 kg de pepita por hectárea, para un rápido retorno de la elevada inversión inicial y aumentar la rentabilidad de las plantaciones.

Nuevo material vegetal
En los últimos años han ido apareciendo en el mercado nuevas variedades autocompatibles de floración tardía y portainjertos de mejora. Actualmente no hay claramente una variedad predominante como lo fue ‘Guara’, si bien, destacan las variedades de floración tardía, ‘Isabelona’(Belona), ‘Soleta’, ‘Vayro’, ‘Marinada’, ‘Marta’ y ‘Antoñeta’ y de floración ultratardía, ‘Diamar’ (Mardía), ‘Vialfas’, ‘Penta-Cebas’ y ‘Makako’. Todas ellas son auto-compatibles (no necesitan otra variedad polinizadora) y en el caso de las variedades de floración ultra-tardía están permitiendo el cultivo en zonas frías del interior donde era impensable producir almendra. En las zonas donde el cultivo es muy tradicional, las variedades ‘Desmayo Largueta’, ‘Marcona’, ‘Ferragnès’ y ‘Ferraduel’ siguen teniendo importancia. En cuanto a patrones, en los sistemas de plantación amplios, destacan los híbridos ‘Garnem’, ‘GF-677’ y ‘Rootpac R’, así como en plantaciones de alta densidad la utilización del patrón enanizante ‘Rootpac 20’.

Ángel Jiménez
Laboratorio de Maquinaria Agrícola
Escuela Politécnica Superior de Huesca- Universidad de Zaragoza
Las actuales exigencias de los mercados de la fruta, destinada al consumo en fresco o para su transformación, junto con los requisitos de sostenibilidad ambiental, han hecho que la protección vegetal se convierta en una de las operaciones con más relevancia económica del proceso productivo de las explotaciones frutales, e incluso para su posterior acondicionamiento, conservación y procesamiento.
Si atendemos a la máxima que dice “una cadena es tan fuerte como lo es su eslabón más débil”, deberemos analizar todos los componentes que intervienen hasta que el consumidor accede a una fruta o un derivado de la misma, pues el descuido de uno de los eslabones puede hacer inútiles los esfuerzos que podamos hacer en los restantes.
Si nos centramos en el sub-proceso de producción de la fruta, es de todos conocido que el valor económico de una determinada explotación frutal, entendiéndola como el producto de las cantidades por las calidades de las cosechas obtenidas, tiene una gran dependencia de la sanidad vegetal de sus plantaciones, para lo que es obligatorio aplicar las técnicas de Gestión Integrada de plagas (GIP) (R.D. 1201/2002), pero sobre todo hay que manejar los Productos Fitosanitarios con total responsabilidad.

En los últimos treinta años se han producido importantes mejoras respecto al diagnóstico y prescripción, gracias a la profesionalización de estas funciones (técnicos al servicio de las ATRIAs y asesores de otras organizaciones públicas y privadas) .Por consiguiente podemos considerar que las explotaciones van a tener resuelto el problema de saber cuál de las opciones que ofrece la GIP es la más adecuada para prevenir o curar una determinada plaga o enfermedad.
En este contexto, cuando la solución técnica sea la aplicación de un Tratamiento Fitosanitario, deberemos tener en cuenta que la “calidad” de dicha operación engloba cuatro aspectos:

Aquí es donde esta cadena tiene su “eslabón más débil”, puesto que, hablando en términos generales, la elección, la correcta regulación y el mantenimiento de la maquinaria utilizada para la aplicación de productos fitosanitarios, son manifiestamente mejorables.

Es evidente que no se pueden aplicar a todas parcelas la misma dosis/Ha del producto fitosanitario elegido, sin tener en cuenta los valores que toman los parámetros que caracterizan cada una de las plantaciones, el estado fenológico, las condiciones climáticas, etc. Una vez determinada la dosis a aplicar, hay que hacerla llegar al objetivo, minimizando las derivas de producto, ya que, además de constituir una pérdida económica, generará contaminación. Así mismo la tecnología disponible nos permite hacer “aplicaciones de precisión”, que pretenden distribuir dicha dosis efectiva de forma uniforme por toda la superficie foliar a tratar, en lugar de utilizar criterios genéricos que conducen a una pérdida de la eficacia del tratamiento.
Para poder realizar la descrita “aplicación de calidad” es imprescindible la pericia del aplicador, pero, disponer de un equipo adecuado y bien mantenido, es la condición “sine qua non”. La escasa atención que la mayoría de los fruticultores han venido prestando al equipo de aplicación ha quedado patente a la vista de los resultados obtenidos en las Inspecciones Obligatorias de Equipos de Aplicación de Productos Fitosanitarios (EAPF), que se han realizado en estos tres últimos años.
La inscripción e inspección de los EAPF , consecuencia de la aplicación del RD 1702/2011 , son una obligación a nivel de toda la Unión Europea (Directiva 128/2009), que se debería interpretar como una garantía de calidad, asegurando el correcto funcionamiento de los equipos. Por tanto, esto permite que el aplicador pueda realizar una distribución eficiente del producto fitosanitario sobre el objetivo a proteger.

Queda sobradamente justificado que, para la correcta aplicación de los tratamientos fitosanitarios, es necesario ampliar el actual asesoramiento técnico, con el fin de que esa asistencia se extienda hasta el final de la cadena de la Gestión Integrada de las Plagas y enfermedades.
Todo ello también podría aprovecharse como argumento del mensaje que pretende hacer visible a la sociedad los esfuerzos que el Sector Agrario está realizando para conseguir la producción, respetuosa con el medio ambiente, de alimentos saludables, de calidad.
Evidentemente esta propuesta tiene unos costes, pero en este caso no es necesario hacer muchos números para demostrar que las contrapartidas, consistentes en un ahorro de producto y en unos mayores ingresos (mayor cantidad/calidad de producción) los compensan sobradamente, consiguiendo una mejora en la competitividad de las explotaciones.
Debemos considerar también que la mejora en la calidad de los tratamientos fitosanitarios, permitirá controlar los niveles de residuos en fruta, cumpliendo con uno de los requisitos comunes en todos los “protocolos de calidad” aplicados a los productos agrarios, independientemente de que la fruta se destine al consumo en fresco o que se envíe a la industria agroalimentaria para su transformación o procesado.
Jaime González Buesa
Unidad de Hortofruticultura.
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
Los melocotones de carne dura son utilizados habitualmente para su procesado industrial y elaboración de conservas, pero su consumo en fresco es apreciado en países del sur de Europa y tiene una demanda creciente en otros países. Es por ello, que la elaboración de productos de cuarta gama a partir de estos melocotones, con una mayor facilidad para el consumo, es también de interés.

La elaboración de frutas y hortalizas de cuarta gama implica una serie de operaciones, entre las que se encuentra el cortado, lo que provoca lesiones importantes al producto. Esto se traduce en un incremento de la actividad respiratoria, el pardeamiento superficial, el ablandamiento, la pérdida de peso, la producción de etileno, y el desarrollo de microorganismos. Por tanto, el procesado acelera el deterioro de los productos y acorta la vida útil de los mismos, si comparamos con el producto fresco.
El pardeamiento enzimático es uno de los principales factores que limitan la vida útil de muchos productos en cuarta gama, entre los que se encuentran los melocotones (García y Barrett, 2002). Este fenómeno se debe principalmente a la oxidación de fenoles a o-quinonas que, a través de reacciones de polimerización, forman los pigmentos responsables del color marrón. La susceptibilidad al pardeamiento generalmente depende de la actividad de la polifenoloxidasa (PPO), del contenido en fenoles, o de ambos parámetros. En melocotones y nectarinas, el contenido en fenoles totales es una característica muy variable entre diferentes variedades, al igual que ocurre con la actividad de la enzima polifenoloxidasa. Por tanto, la susceptibilidad al pardeamiento de melocotones y nectarinas mínimamente procesados depende mucho de la variedad. Particularmente, en melocotones de carne dura, podemos encontrar concentraciones muy diferentes de fenoles y de actividad enzimática (Figura 1a y 1b), lo cual ha podido ser relacionado con el potencial de pardeamiento de la variedad (Figura 1c). De este modo, hay variedades como Romea que presentan un elevado potencial para el procesado mínimo, ya que una concentración baja en fenoles y una actividad PPO baja se traduce en cambios de color poco pronunciados. Por el contrario, la variedad Andross, que presenta una concentración en fenoles elevada y una intensa actividad PPO, es más susceptible al pardeamiento.

Una baja susceptibilidad al pardeamiento no es suficiente para garantizar la conservación del producto cortado. Su rápido deterioro requiere de la utilización de tecnologías y/o tratamientos adicionales para disminuir el pardeamiento y otras alteraciones y de este modo mantener la calidad inicial y prolongar la vida útil. La utilización de frio y de atmósferas modificadas, aunque es esencial para la correcta conservación de estos productos, tampoco es suficiente para garantizar la ausencia de pardeamientos durante un período suficientemente largo. Es por ello que la utilización de tratamientos antioxidantes que actúen directamente sobre la enzima PPO o sobre los sustratos es una metodología utilizada frecuentemente para evitar el pardeamiento (Brecht et al., 2004). Entre estos tratamientos encontramos el ácido ascórbico, isoascórbico, acetilcisteína, cloruro cálcico, sorbato potásico, 4-hexylresorcinol, etc., que bien por sí solos o en combinación a diferentes concentraciones permiten reducir el deterioro de estos productos. La utilización de una combinación de aditivos (2% ascórbico, 1% ácido cítrico y 1% cloruro cálcico) ha resultado adecuada para mantener la calidad de melocotón de carne dura, aunque la intensidad del tratamiento para limitar la aparición de pardeamientos ha sido diferente en función de la variedad (González et al., 2007).
En definitiva, diferentes variedades de melocotón de carne dura pueden ser transformadas en productos de cuarta gama, pero si la variedad elegida tiene una baja predisposición al pardeamiento, se puede llegar a prolongar su vida útil haciendo poco uso de aditivos o reduciendo la intensidad de los tratamientos aplicados.
Antonio J. Felipe
Dr. Ingeniero Agrónomo
afelipe@iies.es
Los frutales, incluido el almendro, están compuestos por dos componentes de la misma o de distintas especies. La parte aérea o variedad y las raíces o patrón.
El patrón tiene una marcada influencia sobre el conjunto del árbol: el tamaño, la productividad y calidad de los frutos, la adaptación a las condiciones ambientales del lugar, la eficiencia en el uso del agua y los nutrientes, etc. A la hora de proyectar una plantación es necesario conocer el comportamiento de cada patrón, o grupo de patrones, para disponer de posibilidades de elección, en lo que se refiere a esta parte de la planta.
Los patrones francos de almendro, proceden de la siembra de semillas (almendras) obtenidas por polinización cruzada de dos variedades. La necesidad de polinización cruzada de las variedades tradicionales, hace que las semillas utilizadas para producir patrones francos, variables desde el punto de vista genético por su origen, produzcan plantas poco homogéneas en su desarrollo y comportamiento.
El almendro es resistente a la sequía, razón por la que los patrones empleados para almendro en secano han sido hasta épocas recientes los francos de la especie.
Las semillas deberían ser producidas en campos dedicados a ese fin. La polinización controlada permite obtener semillas que darán francos más homogéneos y, posiblemente, con características especiales si los padres las poseen y son transmisibles por herencia. Últimamente se recomienda en España este proceso de producción de semillas y que los padres no lleven el carácter amargo para evitar la difusión y producción de almendras amargas.
Este grupo de patrones puede ser utilizado también en regadío pero con el uso del agua muy controlado, tanto en cantidad como en distribución.
Los patrones clonales, procedentes de propagación vegetativa, muestran un comportamiento homogéneo en cada medio ambiente. Para lograr una perfecta adaptación al medio, sería necesario disponer de estos patrones adaptados al medio ambiente de cada plantación, como eso no siempre es posible, hay que elegir el que más se aproxime de entre los existentes.
Otro grupo de patrones para almendro son los francos de melocotonero. Existen variedades que se cultivan para la producción de semillas debido a las características positivas que transmiten a los francos que de ellas proceden. Hay una amplia gama de elección en este grupo.
Con melocotonero no hay problemas de incompatibilidad de injerto. Son patrones para regadío, siendo menos sensibles a la asfixia radicular que los almendros. El tamaño de los árboles es similar al de los francos de almendro pero acorta sensiblemente la vida de los árboles.
Debido a algunos aspectos negativos que se observan en los francos de las dos especies anteriores resulta conveniente utilizar otros patrones de propagación vegetativa. Debe elegirse, entre los existentes, el más adaptado al lugar en que se va a plantar. Actualmente ya se dispone, a nivel comercial, de varios grupos de patrones clonales que pueden adaptarse a diferentes ambientes y a los modernos sistemas de cultivo.
Las plantaciones de almendro realizadas en la segunda mitad del siglo XX con patrón híbrido ‘GF – 677’, permitieron observar que este grupo de patrones era una vía digna de exploración.

En la Unidad de Fruticultura del CITA, nos pareció oportuno ampliar las posibilidades de elección buscando nuevos híbridos entre almendro y melocotonero de obtención propia. Iniciamos un programa de cruzamientos buscando obtener nuevos híbridos con características deseables. Deberían ser fáciles de propagar, además de otras buenas características.
Indagamos los problemas existentes en nuestro país y buscamos plantas de ambas especies, portadoras en conjunto de las cualidades necesarias para resolverlos. Debíamos cruzar esas plantas y estudiar sus descendencias para seleccionar aquellas que aportasen en mayor grado los objetivos buscados.
De los cruzamientos realizados a principios del decenio de 1980 entre el almendro ‘Garfi’ (obtenido y seleccionado en el CITA) y el melocotonero ‘Nemared’ (procedente del Repositorio de la Universidad de California) se obtuvieron y seleccionaron los híbridos ‘Garnem’, ‘Felinem’ y ‘Monegro’, que fueron concebidos para ser utilizados con las dos especies y para determinados tipos de ciruelos. Transmiten un buen vigor y tienen una buena resistencia a clorosis y a los ataques debidos a los nematodos del grupo Meloidogyne. Se propagan bien a nivel comercial y se comportan bien en vivero. Tener hojas rojas es su carácter diferencial.

Este proceso había sido muy poco explorado hasta entonces en otros programas de obtención y selección de este tipo patrones.
Son aptos para secano y regadío.
Existen otros híbridos entre diferentes especies de Prunus tales como almendro x mirobolán, almendro x otras especies diploides, etc. que han tenido hasta ahora poca difusión. Con este grupo de patrones es necesario conocer previamente la compatibilidad de injerto.
Otros patrones de posible uso con almendro son algunos clones de “ciruelos de crecimiento lento” (exaploides) que muestran buena compatibilidad con variedades de almendro. Hay que prestar atención a dos aspectos importantes: la frecuente incompatibilidad con algunas variedades de almendro y la importante emisión de sierpes que suele producirse a una cierta edad del árbol. Entre estos patrones se encuentran algunos clones de “pollizo de Murcia”, como es ‘Montizo’, también seleccinado en el CITA. Es un patrón de propagación vegetativa y reduce el tamaño de los árboles en comparación con los francos. Se adapta mejor que los anteriores a suelos húmedos y pesados.
Estos patrones deben ser usados exclusivamente con riego.
Javier Rodrigo /
Unidad de Hortofruticultura-
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
En los últimos años, el cultivo de la fruta dulce de hueso ha aumentado considerablemente en detrimento de manzanas y peras. Las condiciones para su cultivo son excelentes en muchas zonas de cultivo en España, desde las zonas más cálidas para melocotones tempranos, albaricoques y ciruelas japonesas, hasta zonas más frescas para cerezas y ciruelas europeas. En la actualidad, la continua innovación varietal tiende a extender el cultivo de estas especies a nuevas zonas en las que no se han cultivado anteriormente. En las nuevas plantaciones, se están adoptando nuevas técnicas para un cultivo más intensivo, encaminadas a reducir costes de cultivo, mejorar la producción y calidad de la fruta, y ampliar el calendario de recolección. Sin embargo, se trata de un sector complejo y en continua evolución, que está condicionado también por otros factores como los hábitos de consumo y la distribución y comercialización de la fruta. En este contexto, en muchas ocasiones buenas producciones no garantizan rentabilidad para las explotaciones agrícolas.
En importancia económica destaca el melocotón, que representa cerca de dos terceras partes de la producción de fruta de hueso dulce, incluyendo nectarinas, paraguayos y platerinas. Esta especie es un claro exponente de la innovación varietal que se está produciendo en muchos frutales, ya que cada año aparecen decenas de nuevas variedades, que se incorporan a la enorme oferta varietal ya existente, lo que complica notablemente la elección varietal en nuevas plantaciones. Gran parte de la producción se destina al mercado exterior, debido en buena parte al continuo descenso del consumo de melocotones en el mercado nacional.Esto hace que la rentabilidad de las explotaciones dependa en muchos casos de los canales de distribución y el destino de la producción, lo que en ocasiones requiere importantes inversiones en logística. Situaciones como el veto ruso de hace unos años han provocado problemas de saturación del mercado, especialmente en las variedades de media estación, con la consiguiente caída de precios. El principal reto de este cultivo es frenar el descenso del consumo doméstico nacional para no depender en exceso de la exportación.
Albaricoques, ciruelas y cerezas presentan como característica común que el consumo nacional se mantiene o aumenta ligeramente, lo que hace que su cultivo no sea tan dependiente del mercado exterior. En los últimos años también se está incrementando notablemente la introducción de nuevas variedades, especialmente en albaricoquero, lo que además de ampliar la oferta varietal está produciendo un alargamiento del periodo de recolección y por tanto la presencia de albaricoques, ciruelas y cerezas durante más tiempo en el mercado.
Destaca la expansión de estos cultivos a nuevas zonas de producción, en muchos casos como alternativa a los melocotones de media estación. Así, se están introduciendo nuevas variedades de cerezo de bajas necesidades de frío en zonas más cálidas que las tradicionales para la recolección en abril, y variedades de maduración tardía en zonas de montaña para la producción de cerezas a finales de julio o principios de agosto. Igualmente, la renovación varietal en albaricoquero está permitiendo no solo ampliar la oferta de albaricoques tempranos, sino también expandir el cultivo de albaricoques a zonas más tardías que las tradicionales, lo que permite la presencia de albaricoques en el mercado desde abril hasta agosto o incluso septiembre. Los cambios en los hábitos de consumo también están provocando el cultivo de nuevas variedades de albaricoquero de frutos de color rojo y carne naranja, destinados sobre todo al mercado exterior.